La pseudoespiritualidad (y III)

pixabay

La aspiración de ciertas pseudorreligiones, como la Nueva Era, y los problemas que se plantea la filosofía moderna son un esfuerzo de las tinieblas por apoderarse de la luz.

La única luz que existe es Cristo. De modo que el cristianismo es la única respuesta válida a las inquietudes fundamentales, el único en Occidente capaz de responder en profundidad a los interrogantes del ser humano e iluminar su vida. El único camino y destino, la Verdad imperecedera, es Cristo. En Él se hayan todas las respuestas, las otras religiones, las más reconocidas, son imperfectas, aunque abren a la religación con la Trascendencia. Y luego están las falsas religiones o pseudorreligiones que son una perversión absoluta, pues hasta la no-religión pero que se tenga una actitud de buena voluntad en su disposición existencial en la vida tienen una anónima apertura a la Trascendencia, en cambió las falsas religiones son siempre anticristianas, y por tanto son obra directa o indirecta del anticristo, Satanás.

La pseudoespiritualidad de la New Are (con esa amalgama de gnosticismo, esoterismo, orientalismo, ocultismo y mancias de todo pito, o cajón de sastre) nos pretende hacer creer que cual prometeos, somos los autores de la luz, que somos “dioses”, que la respuesta a todas nuestras preguntas y soluciones a todos los problemas residen en nuestro yo; pues poseemos, aunque los tengamos dormidos, poderes extraordinarios. Nos quiere convencer de que podemos llegar a la plenitud de nuestras potencialidades ocultas en nuestro interior y ser superhombres, a una supuesta divinización de nosotros mismos, por nosotros mismos. Todo ello valiéndose de un conjunto de prácticas esotéricas y ocultista, tales como la hipnosis, alquimia, cartomancia, numerología, astrología, reencarnación, viajes astrales, uso de cristales y pirámides. Pero…

Esta especie de divinización atribuida soberbiamente, choca con otra radicalidad falsedad, la de aquellos que tratan de negar la naturaleza humana. Una doble ceguera de la verdad: por exceso y por defecto. De modo que ambas interpretaciones de lo que es el ser humano, lo único que pretenden es alejarlo de lo que es: «imagen y semejanza de su Creador», al cual está íntimamente vinculo, religado.

En el fondo, esta pseudorreligiosidad de la Nueva Era es un camelo fenomenal. Intento vano del ser humano por salvarse a sí mismo. Un intento «desesperado» por aplacar una sed latente del añorado vinculo con la Fuente. La Nueva Era es un simulacro, una falsa imitación de religación con la Trascendencia; nunca será más que oscuridad y engaño inoperante, una patraña.

Mucha gente de corazón noble es embaucada, haciéndola creer con ciertas prácticas introspectivas y alucinatorias se pueden obtener energías ocultas y conseguir alterar o crear la propia realidad, de modo que incluso con el pensamiento “puedes cambiar cualquier circunstancia, curar cualquier enfermedad,  y producir resultados con sólo visualizar tus deseos”. Estas supuestas “técnicas” no son más que formas modernas de la antigua magia, hechicería y espiritismo. Pura superchería satánica.

En realidad es lo de la serpiente en el Paraíso: “si…, seréis como dioses” (Gen 3,5). Les lleva a pensar que la solución de todos los problemas reside en nuestros pensamientos y sentimientos. La mayoría cree que ha descubierto una “nueva ciencia”, una “sabiduría perdida” o una “perspectiva más elevada de la esfera espiritual”. Pero gran cantidad de la información de la Nueva Era proviene de espíritus que han sido escuchados a través de médiums. Son espíritus demoníacos que sirven a Satanás, y pretenden hacer daño y alejar al hombre de Dios. No producen la paz y el bienestar que tanto pregonan; y sí, en cambio, provocan muchos corazones rotos y vidas destruidas.

La Nueva Era incluye y fomenta el espiritismo, ahora llamado “canalización”, como práctica de contactar espíritus malignos, o sea, ángeles caídos, demonios, y almas condenadas. La finalidad suele ser obtener poder y riquezas, las cuales Satanás promete, a cambio de culto y consagraciones al propio Satanás, para luego ir hundiendo al consagrado a la más horrenda tiniebla.

Lo más penoso de todo es que cada vez hay más gente, gente joven, que en su vacio y desespero existencial, acuden a iluminar sus vidas a través de esas prácticas que aún les hunden más en la oscuridad.

Bajo esta perspectiva el futuro puede resultar demoledor.

 

La pseudoespiritualidad (I)  

La pseudoespiritualidad (II)

 

ACTUALIDAD CATÓLICA