Ayudar a la Iglesia y al prójimo

El compromiso de colaborar al sostenimiento de la iglesia, así como el de auxiliar a demás en sus necesidades, son de obligado cumplimiento derivado de una fe viva.

No hay cristianismo posible sin que se plasme en obras, y estas dos son fundamentales. No ha habido santo, como ejemplos auténticos en los que fijarnos que no hayan llevado a cabo en la medida de sus posibilidades estos dos compromisos.

El ayudar a la Iglesia es tan importante que está recogido como imperativo moral: “El quinto mandamiento («ayudar a la Iglesia en sus necesidades») enuncia que los fieles están obligados de ayudar, cada uno según su posibilidad, a las necesidades materiales de la Iglesia (cf CIC can. 222)” (Catecismo de la Iglesia Católica, 2403).

Y en cuanto a la ayuda a los demás, este tiene su más obligado cumplimiento en la voluntad de Jesús, cuando muestra en muchas gestos y palabras la necesidad de asistir a los más necesitados y pequeños, y que podríamos explicitado en: «Os doy un mandato nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado» (Jn 13,34).

El testimonio de santos que se han desprendido de todos sus bienes, algunos de origen noble, y se los han puesto al servicio de los más necesitados, pueden ver algunos de ellos aquí: «Testimonio de los santos sobre la pobreza».

San Isidro Labrador es un claro ejemplo del cumplimiento de esos dos compromisos con la Iglesia y los pobres: de lo que ganaba, que no era mucho por su trabajo de humilde labriego, hacía tres partes que repartir una para la Iglesia, otra para los pobres y otra se quedaba para vivir.

De modo que en estos momentos cruciales, en que la pandemia ha traído tanta pobreza y necesitad, no podemos ignorar el cumplir con estas dos realidades. Estas son los canales donde podemos ayudar:

Manos Unidas

Cáritas

Obras Misioneras Pontificias

Ayuda a la Iglesia Necesitada

Ayuda a los monasterios de clausura

Dono a mi Iglesia

ACTUALIDAD CATÓLICA