Todos en alguna media, en cuanto pecamos, incrementamos el mal, nos hacemos responsables de esta lacra pegajosa e inmunda. Es decir, que con nuestro actuar si es moralmente reprochable, cuanto hacemos repercute en la marcha de mundo.
El pecado de ahora y siempre, el pecado original, contamina la naturaleza humana, la pervierte, la propensa al mal, aumenta la concupiscencia…; de modo que allí donde se da el pecado como cosa «naturalmente» admitida, allí abunda la maldad y su incremente irá en aumento, hasta convertir a esa sociedad en algo espantoso, por su encanallamiento. Ello imposibilita la acción de la gracia. Esta resistencia es infernal.
«Todo es limpio para los limpios, pero para los contaminados y los que no tienen fe nada es puro, porque tiene contaminada su mente y so conciencia. Hacen profesión de conocer a Dios, pero le niegan con la sobras, siendo abominables y rebeldes, incapaces de toda obra buena» (Tit 1,15—16).
Si nos fijamos detenidamente en el nivel moral del mundo, en la bondad o maldad de la gente de nuestro tiempo, salta a la vista una obviedad: el mundo humanamente hablando no ha mejorado últimamente, sino todo lo contrario: esto lo corroboran los datos negativos que van en aumento: los abortos, los suicidios, la violencia delincuencia y bélica, las violaciones, la corrupción, etc., y esto en el trazo grueso, que luego está las relaciones personales que se han tornado egoístas, sin respeto por el otro, fraguadas sobre el interés, el placer, sin verdad, sin lealtad, donde la infidelidad está a la orden del día, donde la promiscuidad sexual es una talante moralmente admitido, cada cual va a lo suyo, sin tener en cuenta unos principios o valores morales, etc., etc..
Los influencers demoniacos tienen cada vez más poderío y se dejan notar palmariamente en los acontecimientos actuales en todos los niveles de las gentes y de la marcha del mundo. Así como el incremento inquietante de sectas y templos dedicados a Lucifer, Satanás y demonios.
Hace tiempos publicamos un artículo titulado, «El poder a Satanás (por 100 años)«, en que tratábamos de la virulenta acción maligna que se palpa en la marcha del mundo, efecto de la capacidad de actuar las fuerzas inmundas en medio de él, como nunca antes.
Y también puede leer las declaraciones del exorcista estadounidense Stephen Rossetti: “Enfrentamos la batalla final, que culmina el fin de los 100 años. La presencia de Satanás ya no está oculta”. «Ya se han cumplido los 100 años. La Iglesia no ha sido destruida. Y un creciente ejército de exorcistas, junto con una multitud de laicos llenos de fe y fervorosos, están contraatacando, por el poder de Cristo. Enfrentamos la batalla final, que culmina el fin de los 100 años. La presencia de Satanás ya no está oculta. La batalla es abierta y clara».
Ya son clásicos los asuntos en que el mal manifiesta su poder descaradamente y sin ningún revoco de disimulo: el aborto, la eutanasia… que cada vez más avanzan -«progresan»- hacia cotas de mayor vesania, con la aquiescencia y hasta apoyo directo de los Estados y de la ONU. Con la pandemia se aprovechó la oportunidad implantar el aborto con mayores márgenes, facilidades e incluso para llevarlo a cabo en el propio domicilio.
Las “redes sociales” se han convertido en un instrumento más de control social y de manipulación a escala global. Censuran inquisitorialmente cuentas de personas y organizaciones con el argumento de las fake news, de fomentar el odio… y cosas por el estilo. Se han convertido en los guardianes de lo políticamente correcto y se prestan coartando libertades al servicio del globalismo cada vez más imperante e intolerante.
El avance el Nuevo Orden Mundial, que no es sino un gnosticismo masón so capa de fraternidad, pero sin padre, sin Dios, a no ser el camuflado Lucifer, que trata de subvertir los valores cristianos, y conduciendo al mundo bajo el materialismo de los deseos y de ideologías antihumanas y antinaturales, a una mentalidad mundana, ausente de Trascendencia. Es decir, el espíritu del tiempo, que contagia las almas humanas con el aliente de Satanás.