Jesús subió a la montaña…, así comienza al evangelio del día de hoy 24 de enero, según san Marcos (3,13-19). En san Lucas 6,12ss es especifica mejor: subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles.
Hay cuatro cosas a destacar: que a) subió a una montaña para conversar con Dios Padre, la montaña era un lugar de encuentro de Yahvé algunos de sus profetas más importantes (Moisés, Elías); b) lo hizo solo, para hablar en intimidad, cara a cara con su Padre; c) pasó toda la noche en conversación; d) y lo hizo cuando iba a tomar una decisión importante: la elección de sus apostales.
«Las grandes decisiones en la misión de Jesús están siempre precedidas de la oración, pero no de una oración, así, en passant, sino de la oración intensa y prolongada.» (Papa Francisco).
Estas características se repetirían también en el monte de los Olivos antes de la decisión de afrontar la Pasión.
Lectura del santo evangelio según san Marcos 3,13-19:
En aquel tiempo, Jesús, mientras subía a la montaña, fue llamando a los que él quiso, y se fueron con él. A doce los hizo sus compañeros, para enviarlos a predicar, con poder para expulsar demonios. Así constituyó el grupo de los Doce: Simón, a quien dio el sobrenombre de Pedro, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan, a quienes dio el sobrenombre de Boanerges –Los Truenos–, Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Celotes y Judas Iscariote, que lo entregó.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 6,12ss):
En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Repasemos a los doce apóstoles que eligió Jesús:
Algo a señalar es que muchos de ellos tenían una vinculación, bien de parentesco o de amistad o bien de conocimiento previo:
Pero y Andrés eran hermanos, al igual que Santiago y Juan, además los cuatro trabajaban en la industria pesquera de Cebedeo, padre de estos últimos, que eran de Cafarnaúm. Pedro y Andrés eran de Betsaida, población a poca distancia de Cafarnaúm. Pedro, al menos, vivía ahora en esta ciudad, pues además de ejercer ahí a profesión de pescador, también ahí vivía su suegra. Y añadir algo más, Santiago y Juan eran primos segundos de Jesús.
Felipe era también de Betsaida, y debía de además de conocer a Andrés y Pedro, tener amistad con en primero. Según parece, Felipe, Andrés, Juan y Tomás eran seguidores de Juan Bautista, al que escuchaban como profeta que predicaba la venida del Mesías prometido. Ellos, estos cuatro jóvenes vivían –como muchos judíos- en esa esperanza; pero esto, de que fuera inminente, tal y como el Bautista pregonaba. Y que estarían presentes cuando la epifanía del Bautismo de Jesús en el Jordán.
Bartolomé o Natanael, que era de Caná, población que se encuentra a camino entre Nazaret y Cafarnaúm, seguramente tendría amistad con Felipe o al menos eran conocidos, pues este le presentó a Jesús, como el Mesías. Así lo manifestó Natanael en el momento de hacerse seguidor de Jesús.
Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas Tadeo el de Santiago eran primos de Jesús, y vivirían en Nazaret o Seforis, poblaciones cercanas.
Mateo (o Leví), que ejercía de recaudador de impuestos, fue llamado por Jesús en las calles de Cafarnaúm. En su elección se dice «Al pasar vio a Leví, el de Alfeo» (Mc 2,14). Hay quien afirma que Mateo también sería hijo del mismo Alfeo y hermano de Santiago el Menor, y por tanto primo de Jesús.
Y Judas Iscariote. Cabe decir de él que no fue una elección fallida por Jesús sino que formaba parte del gran designio de Dios, y que las decisiones de Jesús, a las que llegó tras horas de oración, estaban perfectamente alineadas con la voluntad de Dios.
Eligio a 12 que serían la cabeza del Nuevo Pueblo de Dios, relevo a la 12 tribus de Israel.
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Después de ese momento estelar de a elección de los apóstoles y tras tanto tiempo, toda una noche, de intima comunión con el Padre, Jesús irradiaba con el amor de la Trinidad, y como para comenzar anunciar de hecho la llegada el Reino, la gracia divina, con una potencia que curaba a todos: Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salta de él una fuerza que los curaba a todos.
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Catena Aurea
Beda in Marcus, 1,16
Después de haber prohibido a los espíritus impuros que publicasen su nombre, eligió santos para expulsar a los espíritus impuros y predicar el Evangelio. «Subiendo después Jesús a un monte, etc.».
Teofilacto
San Lucas dice que subió para orar. Después de la manifestación de sus milagros ora para enseñarnos que conviene dar gracias cuando alcanzamos algún bien, el que debemos atribuir a la virtud divina.
Pseudo-Crisóstomo
Enseña también a los prelados de la Iglesia a pasar la noche en oración antes de hacer una ordenación para que no se frustre su consagración. Cuando vino, pues, el día, según San Lucas, llamó a los que quiso, siendo muchos los que lo seguían.
Beda
De este modo eran llamados al apostolado, no por su elección o cálculo, sino por la gracia divina. El monte en que eligió el Señor a los apóstoles expresa la elevación de la justicia en que habían de ser instituidos y que debían predicar a los hombres.
Pseudo-Jerónimo
O bien: Cristo es el monte en sentido espiritual del que fluyen las aguas vivas, sobre el que se prepara la leche, salud de los niños, donde se halla la fortaleza espiritual y donde realiza la gracia todo bien supremo. Por esto los aventajados en méritos y palabra son llamados a este monte, a fin de que corresponda el lugar a los altos merecimientos.
«Y llegados que fueron», etc.
San Jerónimo
El Señor ha amado la porción bella de Jacob ( Sal 46), y así como los doce son colocados sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel, así también en grupos de tres y de cuatro deben velar cerca del tabernáculo del Señor y llevar sobre sus hombros el peso de su palabra.
Beda
En esto, pues, se significa que los hijos de Israel acampaban cerca del tabernáculo, a cuyos ángulos se apostaban tres tribus. Tres veces cuatro hacen doce, y éste es el número de los apóstoles que fueron enviados a predicar, a fin de que bautizasen en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, sobre todas las regiones de las cuatro partes del mundo. «Dándoles potestad», etc. Para que atestiguasen la grandeza de las promesas celestiales, e hiciesen obras nuevas los que las predicaban.
Teofilacto
Dice los nombres de los apóstoles para que sean conocidos entre los que habían usurpado este título, y continúa: «Y puso a Simón el nombre de Pedro».
San Agustín, de consensu Evangelistarum, 2, 17
Pero no se crea que es ahora cuando Simón recibe el nombre de Pedro, lo que sería contrario a San Juan, que mucho antes refiere que le fue dicho: «Tú te llamarás Cephas» ( Jn 1,42), que se interpreta Pedro. San Marcos ha dicho recapitulando: queriendo enumerar los nombres de los doce apóstoles, y siendo necesario nombrar a Pedro, quiso indicar brevemente que no se llamaba antes así, sino que el Señor le impuso el nombre.
Beda
Quiso, pues, el Señor que en adelante se llamase de otro modo, para que el mismo cambio de nombre significase la misión que se le encomendaba. Cephas en siríaco significa lo mismo que Pedro en griego y en latín, y en ambas lenguas este nombre se deriva de piedra, no pudiendo caber duda de que ésta es de la que dijo San Pablo: «La piedra era Cristo» ( 1Cor 10); porque como Cristo era la verdadera luz ( Jn 1), y se la dio a los apóstoles para que fuesen llamados luz del mundo ( Mt 5), así se dio a Simón el nombre de piedra, que creía en la piedra de Cristo.
Pseudo-Jerónimo
De obediencia, que significa Simón, sube a conocimiento, que es lo que significa Pedro.
«Santiago, hijo de Zebedeo, y Juan, hermano», etc.
Beda
Estas palabras están sobreentendidas en estas otras: «Subiendo a un monte llamó a sí».
Pseudo-Jerónimo
Es a saber, a Santiago, que había ahogado todos los deseos de la carne, y a Juan, que recibió de la gracia lo que otros de su esfuerzo. «A quienes apellidó, prosigue, Boanerges».
Pseudo-Crisóstomo
Llama así a los hijos de Zebedeo, porque debían difundir por toda la tierra los grandes y memorables decretos de la divinidad.
Pseudo-Jerónimo
O por esto se manifiesta el mérito de los tres, que merecen oír en el monte la voz del Padre, semejante a un trueno, a través de la nube resplandeciente: «Este es mi Hijo muy querido» ( Mt 17,5), a fin de que derramen sobre la tierra la lluvia con el relámpago por la nube de la carne y el fuego de la palabra, puesto que el Señor convierte en lluvia los relámpagos ( Sal 134), para que su misericordia extinga el fuego que encendió su justicia.
«A Andrés», continúa.
San Jerónimo
El que ataca varonilmente a la perdición, para que tenga siempre en sí la respuesta de la muerte, y esté siempre su alma en sus manos.
Beda
Andrés es nombre griego que significa viril, de andra varón, porque se adhirió virilmente al Señor.
«Y Felipe».
Pseudo-Jerónimo
El cual significa boca de lámpara, que puede iluminar con la boca lo que concibió con el corazón, a quien dio el Señor la abertura de la boca del que ilumina. Sabemos que esta locución es propia de las Sagradas Escrituras, porque se ponen los nombres hebreos para significar algún misterio.
«Y Bartolomé».
San Jerónimo
Este nombre quiere decir el hijo del que suspende las aguas, a saber, de aquel que dijo: «Y mandaré a las nubes no lluevan gota sobre esta viña ( Is 5,6)». Pero el nombre de hijos de Dios se adquiere por la paz y el amor de los enemigos: «Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios» ( Mt 5,44), y luego dice: «Amad a vuestros enemigos, para que seáis hijos de Dios».
«Y Mateo».
San Jerónimo
El que es gratificado con dones, porque no sólo ha alcanzado del Señor la remisión de sus pecados, sino el privilegio de ser inscrito en el número de los apóstoles. «Y Tomás», que significa abismo, porque es uno de los que aclaran las cosas profundas que se refieren a Dios.
«Y Santiago, hijo de Alfeo», esto es, del docto o del millar, porque a su lado caerán mil ( Sal 60). Este es otro Santiago, cuya lucha no es contra carne y sangre, sino contra las maldades espirituales ( Ef 6). «Y Tadeo»; es decir, prudente o que tiene corazón, o que guarda su corazón con todo cuidado ( Prov 4).
Beda
Tadeo es el mismo a quien San Lucas en el Evangelio (cap. 6) y en las Hechos de los Apóstoles (cap. 1) llama Judas de Santiago, porque era hermano de Santiago, hermano del Señor, como él mismo dijo en su epístola.
«Y Simón el Cananeo y Judas Iscariote, el mismo que le vendió». Los nombres aparecen así para distinguirlos de Simón Pedro y Judas de Santiago. Simón el Cananeo es llamado así por Cana, pueblo de Galilea, y Judas Iscariote por Isachar, pueblo o tribu en que nació.
Teofilacto
Le cuenta entre los apóstoles para enseñarnos que Dios no rechaza a nadie a causa de una malicia futura, sino que lo honra por la virtud presente.
Pseudo-Jerónimo
Simón se interpreta el que está triste: «Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados» ( Mt 5,4). Cananeo quiere decir el que tiene celo, esto es, aquel a quien devora el celo de Dios ( Sal 68). «Judas Iscariote» es el que no borra su pecado por la penitencia, o que no borra la memoria de él: Judas significa el que confiesa o el glorioso, e Iscariote memoria de la muerte; que son muchos en la Iglesia los confesores soberbios y gloriosos, como Simón el mago, Arrio y los demás herejes, cuya memoria condena la Iglesia como mortal para que se huya.