Ese mundo de ilusión, magia, encanto, de valores, familiar, de buen gusto, de verdad… y para todos los publico, del que en nuestra infancia hemos desfrutado, soñando y aprendimos se ha desvanecido a ojos vista. Estos últimos años con un guión muy distinto al que su fundador Walt Disney quiso, se ha convertido en una sectaria visión, política, dedicada a adoctrinar a los niños en ideologías de género.
No es admisible que nuestros hijos, en su inocencia de la niñez, estén expuestos a nada de lo que sucede antes de que maduren. Promover activamente la confusión es absolutamente inaceptable. Confundir a uno sobre su propia identidad, creo, es una ideología tan peligrosa y diabólica, pueden acarrear consecuencia lamentables de por vida.
Si además de la politización de los centros educativos en que realmente se están conculcando el sentido común de los «Derechos de los padres en la educación», en otros ámbitos como es el del entretenimiento está sucediendo lo mismo, lo cual conduce a una invasión en el derecho de las personas a no padecer ese aplastamiento de lavado de mentales, del que no se puede el individuo escapar.
Pero, claro, como está habiendo países de muchos potenciales consumidores que le proporcionen pingues beneficios, se han plegado a modificar muchas películas con escenas ideológicamente politizadas, para que fueran vistas. Es decir, han dejando al margen los “principios” para plegarse a los intereses económicos (“poderoso caballero es don dinero”).
A Disney y todos estos medios y empresas que contaminan a través de la “cultura” las mente de la gente y el alma de las sociedades en nuestros días, hay que contestarles en la medida de nuestras posibilidad: un cristiano o persona con conciencia y que tenga amor por el cuidado de sus hijos, etc., ha de resistirse a consumir los productos de estas factorías contrarias a los valores que creemos. Esta es una medida, la de no adquirir lo que nos quieren “vender”, es –si se hace masivamente- muy eficaz; en cualquier caso, ha de ser éticamente la respuesta que debemos dar; otra forma de contrarrestar la total eficacia de estos esparcidores de “basura” es ser críticos, y de animar a todos, especialmente a los padres a proteger a sus hijos; otra de las cosas a hacer es la de presionar sobre los políticos no volviéndoles a votar. Todos estamos implicados en la defensa de lo que entendemos como lo bueno, lo justo, lo respetuoso, lo correcto moralmente…
Nosotros tenemos la obligación de colaborar con Dios en que su Reino no sea arrebatado de los corazón del mundo. Y nuestra participación en llevar a cabo la obra de Dios es importante; el Señor ha querido y dispuesto nuestra implicación. Un pequeño esfuerzo, tanto en el aspecto negativo de no contribuir al mal como en el positivo, de obstaculizarlo y contrapesarlo con un bien o sacrificio, posibilita esa pequeña contribución de nuestra parte a que Dios derrame la fuerza de su gracia sobre esa realidad. Esto es válido para todo, y en este caso la maléfica influencia de este Disney sobre el mundo.
Es de agradecer la determinación el gobernador del Estado de Florida El republicano Ron DeSantis de enfrentarse a Disney para combatir el adoctrinar a niños en ideología de género y restringe la exposición de los estudiantes más jóvenes al adoctrinamiento woke sobre la orientación e identidad sexual, eliminando los privilegios fiscales especiales a esta gigante al servicio del NOM (Nuevo Orden Mundial). El reto es fuerte, pues la corporación Disney y el NOM poseen una potencia demoledora tremenda, pero merece la pena. Esperemos que cunda el ejemplo, y se ponga pie en pared ante la asombrosa osadía de los promotores de esta ideología nefasta, que tanto daño está causando.