Templos del Espíritu Santo…

La liturgia de la palabra de la misa de hoy, 19 de febrero. es interesantísima: se nos habla del Espíritu Santo, de la santidad y del amor al prójimo, aunque este sea enemigo.  

Un día, de joven, me impacto el saber que Dios estaba tan cerca que existía dentro de mí. Tal vez me lo hubieran dicho en las catequesis algo de esto; pero el día que lo supe conscientemente o tome conciencia de ello, me impacto.

«¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo: y ese templo sois vosotros.» (Cor3,16-18).

No hay revelación mayor de que estamos penetrados por el Espíritu de Dios, que nos ha dado la vida, nos vivifica, alienta a amar y nos santifica. Saber esto debería cambiarlo todo, todo el enfoque de nuestras vidas.

Esta verdad o realidad es la fuente de toda espiritualidad. Quien descubre esto no tiene más remedio que dedicarse de por vida a buscar e intimar con esta Presencia. Los contemplativos son aquellos que se han sumergido en ella y viven envueltos en un magnetismo de santidad proveniente de estar llenos del Espíritu Santo.

El Espíritu Divino es el que desde dentro de nosotros mismos nos lleva a la realización de lo que dijo Dios a Moisés para que se lo transmitiera a todos: «`Sed santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo. (…) Amarás a tu prójimo como a ti mismo´». (Lev 19,2.18).  Y luego Jesús en el Evangelio según san Mateo: «Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto» (5,48). «Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial» (5,44-45a).

…oo0oo…

  

Primera lectura

Lectura del libro del Levítico (19,1-2.17-18):

EL Señor habló así a Moisés:
«Di a la comunidad de los hijos de Israel:
Sed santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo. No odiarás de corazón a tu hermano, pero reprenderás a tu prójimo, para que no cargues tú con su pecado. No te vengarás de los hijos de tu pueblo ni les guardarás rencor, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor”».

Salmo

Sal 102,1-2.3-4.8.10.12-13

R/. El Señor es compasivo y misericordioso

V/. Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.

V/. Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R/.

V/. El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R/.

V/. Como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.
Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por los que lo temen. R/. 

Segunda lectura

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (3,16-23):

HERMANOS:
¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?
Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo: y ese templo sois vosotros.

Que nadie se engañe. Si alguno de vosotros se cree sabio en este mundo, que se haga necio para llegar a ser sabio.
Porque la sabiduría de este mundo es necedad ante Dios, como está escrito: «Él caza a los sabios en su astucia». Y también:
«El Señor penetra los pensamientos de los sabios y conoce
que son vanos».
Así, pues, que nadie se gloríe en los hombres, pues todo es vuestro: Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, lo presente, lo futuro. Todo es vuestro, vosotros de Cristo Y Cristo de Dios.

Evangelio

Lectura del santo evangelio según san Mateo (5,38-48):

EN aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Habéis oído que se dijo: “Ojo por ojo, diente por diente”. Pero yo os digo: no hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también el manto; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehúyas.
Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo”.
Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto».

 

ACTUALIDAD CATÓLICA