Si el Espíritu Santo se mete por medio…

Lectura de misa del 2 de septiembre, es la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1 Cor 2, 1-5, que dice:

Hermanos: Cuando llegué a la ciudad de ustedes para anunciarles el Evangelio, no busqué hacerlo mediante la elocuencia del lenguaje o la sabiduría humana, sino que resolví no hablarles sino de Jesucristo, más aún, de Jesucristo crucificado.

Me presenté ante ustedes débil y temblando de miedo. Cuando les hablé y les prediqué el Evangelio, no quise convencerlos con palabras de hombre sabio; al contrario, los convencí por medio del Espíritu y del poder de Dios, a fin de que la fe de ustedes dependiera del poder de Dios y no de la sabiduría de los hombres.

Anécdota del filósofo cristiano Gustave Thibon que contaba al hablar del misterio de la palabra:

La dirigimos a los demás, es como una semilla que arrojamos en ellos, que crecerá allí, sin saber que terminará brotando en sus corazones. Es una generación equivoca, como dicen los escolásticos. Eso debería conminarnos a la modestia.

Recuerdo que, una vez, después de una conferencia -creo que fue en Suiza-, una señora se me acercó y me dijo: «Señor, se lo debo todo. Fue algo que usted dijo hace cuatro años lo que me convirtió. Ahora estoy bautizada y soy feliz».

¿Cuál era esa frase, señora?, le pregunté.

Entonces me citó mi frase, ¡pero al revés! Ella había entendido lo contrario de lo que yo decía. Se ve que el Espíritu Santo debía de estar soplando en ese momento y el Espíritu Santo es mejor que nuestras pobres palabras.

Este tan breve fue el mejor sermón del cura de Ars, que pronunció tras quedarse en blanco al comenzarlo, y que impacto en los presentes porque eran palabras imantadas por gracia divina del Espíritu Santo:

“¡Lo veremos! ¡Lo veremos! ¿habéis pensado en ello, hermanos, alguna vez? ¡Veremos a Dios! Lo veremos sencillamente, lo veremos tal como es, cara a cara. Lo veremos…”

Concluimos con esta reflexión del sabio místico dominico Marie Dominique Molinié[1]: 

Cansados de hablar de Dios durante horas a un sordomudo (espiritualmente), no conseguiréis nada: es normal. Alguien llega después de vosotros y dice una sola palabra: pasa la gracia a través de esa palabra… y la iluminación se realiza.

Se me dirá: «Pero entonces, ¿no se colabora nunca con la gracia?» Sí, pero en la medida de nuestra confianza y de nuestra caridad. Existe verdaderamente una fecundidad espiritual que puede, por lo demás, ejercerse a través de nuestras palabras, pero de suyo es un misterio invisible.

El capital, de Marx, puede convertir a alguien tanto como los Padres de la Iglesia si el Espíritu Santo se mezcla en ello. Y, sin embargo, no serán frutos causados por Marx. En realidad, será que alguien que ha orado (que ha recogido un alfiler en el momento oportuno), quien lo habrá realizado. (p.103)

 

………………..

[1] El coraje de tener miedo, Ed. Paulinas, Madrid, 1979.

ACTUALIDAD CATÓLICA