Categoría: EVANGELIZAR

Audiencia, 4 diciembre 2024. Catequesis. El Espíritu y la Esposa. El Espíritu Santo guía al Pueblo de Dios al encuentro con Jesús, nuestra esperanza 16. Anunciar el Evangelio en el Espíritu Santo. El Espíritu Santo y la evangelización

Lo primero que depende de nosotros es orar para que venga el Espíritu Santo. Lo segundo es no querer predicarnos a nosotros mismos, sino a Jesús el Señor.

El sermón debe ser una idea, un afecto y una propuesta de acción. Y nunca debe durar más de diez minutos. Esto es muy importante.

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La misión evangelizadora se hace urgentísima. Este es el asunto prioritario de la sinodalidad

Hay que evangelizar a los no bautizados y reevangelizar a los bautizados, especialmente a los más cercanos. Es una cuestión de fundamentalísima de la Iglesia Católica en Occidente, y es algo que afecta e nos implica a todos; es una grave responsabilidad para todos los creyentes, condición sine qua non de nuestro ser de cristianos seguidores de Cristo, que mandó a sus discípulos a anunciar el Evangelio, a compartir la Buena Nueva del tesoro encontrado; y conlleva el que lo afrontemos conjuntamente, sinodalmente, como Iglesia de Cristo.

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Echar las redes

El Evangelio de la liturgia de hoy, 5 de septiembre, nos habla de la necesidad de evangelizar: del mandato del Señor a que confiadamente colaboremos con él en llevar el anuncio del Reino de Dios a toda la Humanidad.

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Si el Espíritu Santo se mete por medio…

Lectura de misa del 2 de septiembre, es la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1 Cor 2, 1-5, que dice:

Hermanos: Cuando llegué a la ciudad de ustedes para anunciarles el Evangelio, no busqué hacerlo mediante la elocuencia del lenguaje o la sabiduría humana, sino que resolví no hablarles sino de Jesucristo, más aún, de Jesucristo crucificado.

Me presenté ante ustedes débil y temblando de miedo. Cuando les hablé y les prediqué el Evangelio, no quise convencerlos con palabras de hombre sabio; al contrario, los convencí por medio del Espíritu y del poder de Dios, a fin de que la fe de ustedes dependiera del poder de Dios y no de la sabiduría de los hombres.

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