Interceder los unos por los otros es justo, necesario y obligatorio, pues somos una gran familia, que nos ha constituido el Señor. Y por lo tanto, tenemos una cierta y real corresponsabilidad de los unos con los otros, como hermanos. Este cuerpo místico de Cristo del que cada uno somos miembros, formando su Iglesia, da lugar a ese dogma de fe que llamamos comunión de los santos. Esta intercomunión esta posee tres estados: el de la Iglesia militante (los que peregrinan aquí en la tierra), la Iglesia purgante (los difuntos en proceso de purificación), y la Iglesia triunfante (los ya glorificados en el cielo).
Todos nos sentimos aunados por los méritos de Jesús y por eso nos «intercomunicamos». Pedimos a los santos del cielo que se unan a nuestra oración como le pedimos a nuestro amigo que rece por nosotros en un momento especial de nuestra vida. También oramos por nuestros difuntos. Si alguno de ellos murió en gracia de Dios, pero todavía le falta alguna purificación, le ofrecemos nuestras oraciones para que cuanto antes pueda estar junto al Señor.
La intercesión de los santos y de unos por otros jamás suplanta o reemplaza la intercesión de Cristo, sino que se participa esa intercesión de Cristo Pontífice (puente) ante Dios Padre. igual que Cristo nombra pastores, jueces, reyes, luz, siendo que él lo es. De modo que los ángeles y santos lo hacen como participación de la intercesión de Cristo por estar en la comunión de su Cuerpo, y esto aplica para los que han muerto en su gloria como con mayor razón de la Santísima Virgen María.
Queremos fijarnos en la Iglesia purgante. Aquella que, pasivamente, purga sus penas y que no puede hacer nada por salir de ese estado de «sufrimiento esperanzado», hasta, claro, que no pene… Ahora bien, nosotros, los que estamos en la Iglesia militante, aquí en la tierra, podemos hacer algo por ellos. Porque, hermanos, ellos necesitan de nosotros para salir pronto y estar con el Señor.
A esto quiero animar todos los que leéis esta líneas, a la intercesión por las almas del purgatorio, tan olvidadas y desvalidas.
Y ya no sólo por esta obra de misericordia por estas almas necesitadas, de la Igleisa purgante, sino también porque ellos, luego, en el cielo, como ya iglesia gloriosa, podrán interceder a su vez por nosotros, seguro, en agradecimiento y en justa correspondencia caritativa. (Esto consuela mucho para aquellos que estando ya solos en la vida terrena, se sienten inquietos al pensar que no tendrán a nadie, a ningún familiar vivo, que rece por él o que le dedique una misa por su alma. Ellos, esas almas amigas que tu ayudades a salir del purgatorio, intercederán por ti.)
Dice el Catecismo de la Iglesia en el nº 958: La comunión con los difuntos. «La Iglesia peregrina, perfectamente consciente de esta comunión de todo el cuerpo místico de Jesucristo, desde los primeros tiempos del cristianismo honró con gran piedad el recuerdo de los difuntos y también ofreció sufragios por ellos; «pues es una idea santa y piadosa orar por los difuntos para que se vean libres de sus pecados» (2 M 12, 46)»» (LG 50). Nuestra oración por ellos puede no solamente ayudarles, sino también hacer eficaz su intercesión en nuestro favor.
Con una indulgencia plenaria se saca un alma del purgatorio. A quien se la quieras aplicar, o si nó a quien Dios mejor vea.
De forma habitual, puede obtener indulgencia plenaria por estas acciones:
- Adoración a la Eucaristía durante media hora.
- Rezo del santo rosario (5 misterios seguidos) en una iglesia, o en familia, o acompañado de otros.
- Lectura o audición de la Sagrada escritura durante media hora.
- Realización del Via Crucis recorriendo las catorce estaciones erigidas meditando la Pasión del Señor.
Y se requiere cumplir estos requisitos:
- Tener la disposición interior de desapego total del pecado, incluso del venial.
- Confesarse, al menos veinte días antes o después de realizar la acción premiada (sin olvidar que hay que estar en gracia de Dios antes de acabar la acción). Una misma confesión puede servir para ganar varias indulgencias plenarias.
- Asistir a la Santa Misa y recibir la comunión. Se necesita una comunión para cada indulgencia plenaria.
- Rezar por las intenciones del Papa un Padrenuestro y un Avemaría, u otras oraciones. Deben rezarse también en esos días. Se necesita una oración para cada indulgencia plenaria.
Amén de los indulgencias, están las misas y las oraciones.
Los santos escribieron oraciones por las almas del purgatorio: San Nicolás de Tolentino, San Agustín, Santa Brígida, Santa Gertrudis…
Nuestro Señor le dijo a Santa Gertrudis la Grande, que esta oración puede librar 1000 almas del purgatorio cada vez que se rece: «Eterno Padre, te ofrezco la Preciosísima Sangre de tu Divino Hijo, en unión con todas las Misas celebradas hoy en todo el mundo, por todas las Santas Almas del Purgatorio. Amén».
Qué Dios nos bendiga y la Virgen interceda por todos nosotros.