
Éste es otro más de los muchos signos que se están dado en estos momentos presentes. Entre los signos que se están cumpliendo -y de los que ya henos hablado- pueden verse aquí, aquí, aquí y aquí. Esta acumulación de todos ellos es lo que nos ha de alertar, o -como dice el Señor- estar en vela.
Se podrá decir que la persecución de los cristianos se ha dado en otros momentos históricos, sin duda, e incluso, que de alguna u otra forma ha dejado de producirse; pero la de éste tiene una característica: su prácticamente universalización: que no es puntual y de un lugar concreto, un país o un régimen político o hasta religioso o zona de guerra, etc., sino que se da en muchas partes del mundo,-aunque tenga distintas intensidades- y por diversas causas o razones: desde políticas -como se da en Occidente, con menor intensidad, marginando a los cristianos y tolerando o promocionando otras cosmovisiones; o en China, de forma más violenta, a manos del régimen comunista, que incluso aprovechando la pandemia está dando una vuelta más de tuerca-; otras son religiosas -como en los países islamistas, y en parte, hinduistas-.
Ahora, especialmente con motivo del coronavirus, se está recruduciendo de la persecución en muchos lugares del África subsahariana, en países como República Democrática del Congo, Nigeria, Sudán y Camerún; en Somalia, Uganda y Níger, «los extremistas están aprovechando la oportunidad de culpar a los cristianos por causar la pandemia»; la catedral de Ciudad del Cabo, Sudáfrica, ha sido profanada.
Aquí puedan ver y bajarjarse los datos de la persecuión cristiana: puertasabiertas.org