
- La moral no reprime la sexualidad sino que amistosamente la encauza hacía un fin beneficioso, virtuosamente bello, bueno, apropiado, ordenado; lo contrario es un desmadre, un despropósito, donde al albur del antojo del deseo que transita por su cuenta uno se abandona, se pierde, pierde sus pensamientos, su verdad, su voluntad, etc., y cuanto menos, el tiempo, y sobre todo el alma.
- En nuestra vida hemos de tener claro –en el sentido de hacer real- que lo primero es Dios. Y desde ahí como vértice, ordenar todo; todo, todo, pues, se vuelve penúltimo, relativo en importancia.
- El cristianismo implica una forma de entender el mundo que choca con las ideologías, con cualquier concepción o visión que subjetiviza la verdad, que aleja de la realidad iluminada por la revelación evangélica, que identifica la verdad con la voluntad de Dios, que no admite manipulación interesa.
- Dios marca los tiempos y Dios se adapta a nuestro paso. Dios es un verdadero pedagogo y padre amoroso, que lleva a sus hijos de la mano. Nos acompaña en nuestro camino, hace camino hasta un punto, en que sucede la iluminación, la revelación íntima de la amistad en santidad.
- Este es el primer mandamiento: «Amar Dios sobre todas las cosas». Y en ¿qué consiste amar Dios? Simplemente en hacer sus voluntad (anteponiéndola a todo). Y ¿cuál es su voluntad? Esto tan inequívoco, según Jesús: «A vosotros los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian. Tratad a los demás como queréis que ellos os traten.» (Lc 6,27ss).
- Nosotros tenemos una corresponsabilidad en nuestro destino final, así como en cada momento tomando decisiones éticas. Dios respeta nuestra libertad y como dice San Agustín: «el Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti». Aunque Dios haga la mayor parte, nosotros tenemos que colaborar, poner una parte; Jesús exigía fe: a quien se le acercaba pidiéndolo alguna gracia, le pedía tener confianza en él, disponibilidad, querer y acoger con gratitud el don.
- El hecho de que, en general entre la población occidental, aumente el agnosticismo o ateísmo, o la llamada persona sin-religión, no es tanto a que la fe religiosa sea una antigua supersticiosa, algo de otras etapas de la humanidad por evolucionar, sino a la falta de conciencia profunda, de meditación, de tiempo para la reflexión, de repliegue egoísta obturando cualquier vía a la trascendencia, y al aumento del pecado que imposibilita la religación o conexión con Dios.
- Dios no está ausente, sino implicado en la historia del hombre, dando la batalla al mal; el mundo avanza en su conquista de las democracias y respeto a los derechos humanos. Pero su actuar no sofoca la dignidad de a libertad humana.
- Los primeros cristianos vivían bajo la perspectiva de la cruz; la persecución y el martirio eran algo que les podía sobrevenir el cualquier momento. Hoy hay muchas maneras de que esto suceda: el quedarse solo, el vacío, la incomprensión, el desprecio, la marginación, el que no cuenten con uno, etc. ¡No importa! Eso es liberador, y además Dios es buen pagador y paga el ciento por uno, y nos reserva la vida eterna.
- No hay camino que no tenga incomprensiones. En todo lo que hay fidelidad a Cristo vendrá la persecución. Hasta fundadores de órdenes que han sido perseguidos por sus propios miembros. Todos los santos tiene testimonios de haber pasado por estos trances. Un santo reciente, el padre Pío se negaba a defenderse de las calumnias y no quería que le defendieran. “Callad y orad”, era cuanto decía.
