
- «Y no os amoldéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir cuál es la voluntad de Dios, qué es lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto» (Rom 12,2). A quien nos hemos de amoldar es a Cristo, asemejándonos a él, haciendo su voluntad, teniendo sus sentimientos.
- No podemos cambiar la doctrina, el credo; es dado por Dios y no obra del hombre de cada tiempo. Otra cosa es que formalmente se traslade al lenguaje o cultura del hombre de una época, pero su verdad, su contenido es inmutable. Dios, la Palabra, no se cambia.
- La suavidad es el talante que hemos de tener como Jesús, la serena alegría, la amabilidad, la paz dulce, la disponibilidad a acoger cordialmente, la bondad, etc. eso es tener los mismo sentimientos de Jesús. Pero y sin dejar de ser firme, indeclinable en la lealtad a lo que se cree, sin dejar de ser fiel a la verdad irrenunciable.
- Sólo se conoce verdaderamente, con una profundidad misteriosa, aquello que se ama. La realidad y la realidad personal más es un misterio, y el misterio solo puede ser sondeado y penetrado por y desde el amor.
- Cuando la vida tiene sentido, cuando hay un porqué y un para qué, se es capaz de dar lo mejor de uno mismo. El sentido más profundo y verdadero, único, lo otorga Dios. Sin Dios hay un desmoronamiento vital.
- Dios en su infinita misericordia nos ha creado pensando en salvarnos a la inmensa mayoría, pues no nos habría creado exponiéndonos a que nos condenáramos eternamente en un tiempo tan breve, hay una descompensación de tiempo y pena. Hay que confiar en el Señor que ha dispuesto las cosas para que nadie se pierda, y que en su Hijo echó el resto para que así fuera.
- Dios nos quiere aunque seamos pecadores, tan solo pide que le dejemos querernos. Si esto sucede entonces se precipita -como si se hubiera derrumbado un dique- la gracia divina sobre nuestra alma.
- El inocente se deja guiar espontáneamente por el Bien, por la Bondad; cuando se ha escandalizado, roto… se dañado gravemente el perdido del espíritu de la infancia. Sólo se sana, recupera, si se nace de nuevo, si lo desfragmentado se vuelve simple, si lo caótico y múltiple se unifica y armoniza. Sólo lo sencillo permite discurrir sin que se envare la Bondad.
- “Para quienes aman a Dios, todo les sirve para bien” (Rom 8,28). Cualquier circunstancia, marco existencial, es lugar propicio, por adverso que sea, para dar una respuesta según la voluntad de Dios. En la mayor dificultad es posiblemente cuando el fruto es más valioso por pequeño que sea.
- Es mucho mayor el bien acumulado por la vida de los santos, que el mal que el hombre genera cuando se aparta de Dios. Hay por parte de Dios un aprecio muy mayor del bien que generan sus hijitos, que las trastadas que estos hacen.