La noche de Halloween se celebra internacionalmente cada 31 de octubre. El cristiano encontrará en este artículo ocho datos que debe conocer sobre esta fiesta pagana.
“¿Cómo hace el demonio para alejarnos del camino de Jesús? La tentación comienza levemente, pero crece: siempre crece. Segundo, crece y contagia a otro, se transmite a otro, trata de ser comunitaria. Y, al final, para tranquilizar el alma, se justifica. Crece, contagia y se justifica”, advirtió el Papa Francisco en abril del 2014. Aquí los ocho datos.
La Solemnidad de Todos los Santos es el 1 de noviembre y en la Iglesia se empieza a celebrar desde la noche anterior. Por ello la noche del 31 de octubre, en el inglés antiguo, era llamada “All hallow’s eve” (víspera de todos los santos). Más adelante esta palabra se abrevió a “Halloween”.
Ya en el siglo VI A.C., los celtas del norte de Europa celebraban el fin de año con la fiesta de “Samhein” (o La Samon), festividad del sol que se iniciaba la noche del 31 de octubre y que marcaba el fin del verano y de las cosechas. Ellos creían que aquella noche el dios de la muerte permitía a los difuntos retornar a la tierra, fomentando un ambiente de terror. Según la religión celta, las almas de algunos difuntos se encontraban dentro de animales feroces y podían ser liberadas con sacrificios de toda índole a los dioses, incluyendo sacrificios humanos. Una forma de evitar la maldad de los espíritus malignos, fantasmas y otros monstruos era disfrazándose para tratar de asemejarse a ellos y así pasar desapercibido ante sus miradas.
Cuando los pueblos celtas fueron cristianizados, no todos renunciaron a sus costumbres paganas. Asimismo, la coincidencia cronológica de la fiesta pagana del “Samhein” con la celebración de Todos los Santos y la de los Fieles Difuntos, al día siguiente (2 de noviembre), hizo que las creencias cristianas se mezclaran con las antiguas supersticiones de la muerte. Con la llegada de algunos irlandeses a Estados Unidos, se introdujo el Halloween, que llegó a ser parte del folklore popular del país norteamericano. Luego, incluyéndose los aportes culturales de otros migrantes, se introdujo la creencia de las brujas, fantasmas, duendes, drácula y diversos monstruos. Más adelante esta celebración pagana se propagó a todo el mundo.
Según el testimonio de algunas personas que practicaron el satanismo y luego se convirtieron al cristianismo, Halloween es la más importante fiesta para los cultos demoníacos porque se inicia el nuevo año satánico y es como una especie de “cumpleaños del diablo”. Es en esta fecha que los grupos satánicos sacrifican a jóvenes y especialmente a niños porque son los preferidos de Dios.
En Halloween los niños y no tan niños se suelen disfrazar de seres horribles y temerarios y van de casa en casa exigiendo “trick or treat” (truco o trato). La creencia es que si no se les da alguna golosina, los visitantes harán una maldad al residente del lugar. Hay quienes consideran que los inicios de esta costumbre están en la persecución que se hacía a los católicos en Inglaterra, donde sus casas eran presa de amenazas.
Existe una antigua leyenda irlandesa que cuenta que un hombre llamado Jack, que en vida había sido malvado, no podía ni entrar al infierno por los demasiados trucos que le había jugado al demonio; por lo que tuvo que permanecer en la tierra vagando por los caminos con una linterna, hecha de un vegetal vacío con un carbón encendido. La gente supersticiosa ponía una linterna similar en la ventana o al frente de su casa para ahuyentar a Jack. Más adelante, cuando esto se popularizó, el vegetal para hacer la linterna pasó a ser una calabaza con agujeros en forma del rostro de una calavera o bruja.
Hollywood ha contribuido con la expansión celebrativa del Halloween a través de numerosas películas en las que la violencia gráfica y asesinatos crean en el espectador un estado morboso de ansiedad y angustia, provocando muchas veces una idea errónea de la realidad. Asimismo, las máscaras, disfraces, dulces, maquillaje y demás artículos son motivo para que algunos empresarios fomenten el “consumo del terror” y saquen su provecho económico de esta “moda” estadounidense.
Según el P. Jordi Rivero, gran apologeta, celebrar una fiesta con disfraces no es intrínsecamente malo, siempre y cuando se cuide que el disfraz no vaya en contra del pudor, del respeto por lo sagrado y de la moral en general. Es por ello que en los últimos años ha ido en aumento la celebración alternativa del “Holywins” (la santidad vence), que consiste en disfrazarse del santo o santa favorito y participar la noche del 31 de octubre en diversas actividades de la parroquia como Misas, vigilias, grupos de oración por las calles, Adoración Eucarística, canto, música y baile en “clave cristiana”. https://www.aciprensa.com/noticias/8-cosas-que-todo-cristiano-debe-saber-sobre-halloween-48850 |