Pensamientos de Fe (19)

  1. Estamos hechos para converger –y como decía Teilhad de Chardin: “Todo lo que asciende converge-, para la unión y comunión; en términos cristianos, par la comunión eucarística. La comunión por tanto es elevante. Y por el contrario, lo diabólico es divergente, separador, caótico, enfrentado. El Reino elevado, de los Cielos, el cordero y el león pacerán juntos. 
  2. El encuentro con la realidad nos abre a la Realidad fundamental.  El dolor y el drama de la vida nos abre a la vida dramatiza. En la realidad dolorosa somos atraídos por Aquél que la asumió. Mirar la cruz es ver al Salvador.
  3. La realidad siempre nos habla. El noble entenderá cosas nobles, y se recreará en cuanta bondad halla.  Así como San Francisco apreciaba la mano amorosa de Dios en todas las criaturas y realidades. El justo detecta la justicia y su negación. El injusto, amigo de la injusticia, desde su encanallamiento no escucha en su corazón cuando la justicia habla, le habla, a través de la realidad desajustada. Desconoce esa realidad, y no la oye, ha endurecido su corazón, y no detecta los sonidos de la realidad. Ser sordos es responsabilidad nuestra, pues nos hemos alejado de lo que no éramos, oyentes.
  4. La apertura a la profundidad del Misterio que nos tiene inmersos . Y dejarse llevar, dejarse llevar, dejarse llevar y llevar. Así suavemente, como un barquito de papel deslizándose por una corriente que ni siquiera percibimos.
  5. Si no encontramos a Dios en nuestra presencia cotidiana. Si no lo sentimos en nuestra realidad pequeña, entre los pucheros -que diría santa Teresa-, entonces es que nuestro vivir con arreglo a Dios está instalado en las abstracciones, el lo platónico, en las categorías intelectuales.
  6. Sorprende que Dios pueda ser tan humilde, tan metido en lo pequeño. Si descubriéramos a Dios ahí, en lo insignificante, comprenderíamos a amar nuestra rutina cotidiana, la nada de nuestras circunstancias.
  7. La presencia de Dios es humildad. Y nosotros queremos hacer grandes cosas, y cuanto tendríamos que hacer es ser humildes. Siéndolo estaríamos siendo como Dios es. Y ser como Dios es, es cuanto podemos ser. Y esto requiere mucho coraje, dejar caer nuestras pretensiones y de construir el reino con cosas importantes o solo con cosas.
  8. Dios ama nuestra libertad. Dios nos ha creado en ella, y así libres. Y cuando disponemos.  Este gesto de confianza, este acto de fe, nos libera de cuanto nos aleja de la verdad nuestra libertad a la escucha de su voluntad, a su realización, nos ponemos en sus manos creadoras, y nos introduce en el corazón de Dios.
  9.  Tan solo podemos hacer una cosa: confiarnos en la Presencia divina. Irrumpirá la gracia, dilatando nuestros oídos, para que oigamos hablar hasta a las piedras.
  10. Nuestra primera necesidad espiritual es la de sabernos con capacidad de confiar en nuestra capacidad de confianza, y esa capacidad primigenia nos la proporcionan los demás. Nuestro origen está en ellos. Somos amados. Este es el primer mandamiento. O el único, del que surgen los demás. Sostenido por el Amor primero y original de todo amor, del que surge: Dios.

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