Acallar a los profetas

Recogemos un texto de las Sagradas Escrituras del profeta Jeremías, en que se aprecia lo complicado que resulta la misión del profeta, de lo cual el mismo Jeremías se lamenta.  

Jeremías 18

1  Palabra que fue dirigida a Jeremías de parte de Yahveh: 

11 Ahora, pues, di a la gente de Judá y a los habitantes de Jerusalén: Así dice Yahveh: «Mirad que estoy ideando contra vosotros cosa mala y pensando algo contra vosotros. Ea, pues; volveos cada cual de su mal camino y mejorad vuestra conducta y acciones.»

12 Pero van a decir: «Es inútil; porque iremos en pos de nuestros pensamientos y cada uno de nosotros hará conforme a la terquedad de su mal corazón.» 

15 Pues bien, mi pueblo me ha olvidado.  A la Nada inciensan. Han tropezado en sus caminos,  aquellos senderos de siempre,  para irse por trochas,  por camino no trillado.

16 Es para trocar su tierra en desolación,  en eterna rechifla:  todo el que pasare se asombrará de ella y meneará la cabeza.

17 Como el viento solano los esparciré delante del enemigo. La espalda, que no la cara, les mostraré  el día de su infortunio. 

18  Entonces dijeron: «Venga, tramemos un plan contra Jeremías porque no faltará la ley del sacerdote, ni el consejo del sabio, ni el oráculo del profeta. Venga, vamos a hablar mal de él y no hagamos caso de sus oráculos».

19   Estáte atento a mí, Yahveh,  y oye lo que dicen mis contrincantes.

20   ¿Es que se paga mal por bien?  (Porque han cavado una fosa para mi persona.)     Recuerda cuando yo me ponía en tu presencia para hablar en bien de ellos,          para apartar tu cólera de ellos.

 

El profeta Jeremías obedeciendo a Dios dirige unas palabras proféticas advirtiendo de los peligros que corren los israelitas si no corrigen su conducta y cambian de su terquedad y de seguir el mal camino adorando a ídolos que no son nada. Sin continúan así llegará el día del infortunio, en que la tierra será desolada.

Esto no gusta. No gustan las palabras del profeta; por lo tanto traman deshacerse de él, para que deje de atemorizar predicando calamidades. Le cavan una hoya o fosa donde arrojarle para que no siga esparciendo sus oráculos.

Esto que le ocurrió a Jeremías es una constante en la historia de los profetas. Lo fue entonces, lo fue ayer, lo es hoy y lo será mañana. Decimos esto, pues al ver la película Garabandal, sólo Dios sabe, se escenifica como la jerarquía eclesiástica de aquel momento presionó de mala manera, hasta amenazar con la excomunión, a la portavoz (Profeta) que -«supuestamente»- portaba un mensaje (oráculo) del Cielo. Estas presiones y amenazas también las hubo en Fátima, aunque en esta ocasión por el poder político e ideológico (masóncomunista), y, afortunadamente, sin éxito. Hay otros métodos para acallar a los profetas, más disimulados, pero eficaces: hacer el silencio, tomarle no en serio o por loco,  o simplemente descalificarle con el consabido «profeta de calamidades«.

Sin embargo, tengamos en cuenta que el don de profecía es un carisma otorgado por Dios, y como tal un agracia, para el servicio y bien de la comunidad.  Aquel al que se le ha adjudicado por voluntad divina no puede dejar de manifestarlo pues acarrea una grave responsabilidad. Todo don es tarea. No puede permanecer cual perro mudo cuando la casa está siendo asalta por ladrones en medio de la noche. El profeta es una provocación a estar en vela, pues no sabemos ni el día ni la hora...  (cf. Mt 24, 42-51).

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