Hoy se celebra el día de Santa Teresa, que vivió tan solo 24 años: nació un 2 de enero de 1873 y murió el 30 de septiembre de 1897. De Teresita de Lisieux dijo una monja que la madre superiora iba a tener dificultad en completar las pocas líneas a escribir como compendio de su vida, a redactar cada vez que una monja moría. Y ya ven: han corrido ríos de tinta, se han escrito millones de páginas sobre ella, y ha sido proclama cuarta doctora de la Iglesia. Y otra cosa significaba, esta carmelita, sin salir del convento, ha sido declarada patrona de las misiones.
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Frases escogidas de sus Manuscritos
Nunca había oído decir que las faltas pudiesen no desagradar a Dios. 1.1
Jesús no pide grandes obras, sino solamente abandono y agradecimiento. 3.1
Nuestro Amado tenía que estar loco para venir a la tierra… (…) Nosotras no podremos nunca hacer por él las locuras que él hizo por nosotras, y nuestras acciones no merecerán nunca eses nombre, porque no son sino hechos muy razonables y muy por debajo de lo que nuestro amor quisiera realizar. 6.1
La perfección es algo muy fácil de practicar, pues he comprendido que lo único que hay que hacer es ganar a Jesús por el corazón… Fíjate en un niñito que acaba de disgustar a su madre (…) si va a tenderle sus bracitos sonriendo y diciéndole: “Dame un beso, no lo volveré a hacer”, ¿no lo estrechará su madre tiernamente contra su corazón, y olvidará sus travesuras infantiles…? Sin embargo, ella sabe muy bien que su pequeño volverá a las andadas en la primera ocasión; pero no importa: si vuelve a ganarla otra vez por el corazón, nunca será castigado. 7.1
Cuando pienso en aquellas palabras del Señor: “Traigo conmigo mi salario, para pagar a cada uno según sus obras”, me digo a mí mismo que en mi caso Dios va a verse en un gran apuro: ¡Yo no tengo obras! Así que no podrá pagarme “según mis obras”… Pues bien, me pagará “según las suyas…” 11.1
Estaba segura de que era preferible hablar con Dios a hablar de Dios, ¡pues es mucho el amor propio que se mezcla en las conversaciones espirituales!… 5.2
¡Qué alegría más dulce pensar que Dios es justo, es decir, que tiene en cuenta nuestras debilidades, que conoce perfectamente la fragilidad de nuestras naturaleza! 10.2
¡Qué diferentes son los caminos por los que el Señor conduce a las almas! 11.2
¡Ciencia del Amor! (…) Fuera del amor, no hay nada que pueda hacernos gratos a Dios. 12.2
Nosotras poseemos la Verdad, guardamos a Jesús en nuestros corazones… 17.2
(Jesús) no quiere tomar nada sin que se lo demos, y hasta la cosa más insignificante es preciosa a sus ojos divinos… 14.2
La oración y el sacrificio constituyen toda mi fuerza, son las armas invencibles que Jesús me ha dado. 3,9.3
Comprendo muy bien que san Pedro cayera. El pobres san Pedro confiaba en sí mismo, en vez de confiar únicamente en la fuerza de Dios. (…) Estoy convencida de que sin san Pedro hubiese dicho humildemente a Jesús: “Por favor, concédeme fuerzas para seguirte hasta la muerte”, las habría obtenido inmediatamente. 3,14.3
Dios no podría inspirar deseos irrealizables; por lo tanto, a pesar de mi pequeñez, puedo aspirar a la santidad. 8.4
Comprende que para amar a Jesús, para ser su víctima de amor, cuanto más débil se es ¾sin deseos ni virtudes¾ más cerca se está de las operaciones de este Amor consumidor y transformante… Con el solo deseo de ser víctima ya basta; pero es necesario aceptar ser siempre pobres y sin fuerzas, y eso es precisamente lo difícil, pues “al verdadero pobre de espíritu ¿quién lo encontrará? 4,15.4
No es para labrar mi corona, para ganar méritos, es por agradar a Jesús… 4,16,4.
La ciencia del niñito se ve reducida a nada, y ya no sabe hacia dónde va su navecilla. Como no sabe manejar el timón, lo único que puede hacer es abandonarse, dejar flotar la vela a merced del viento… 4,17.4
También yo tengo debilidades, pero me alegro por ello. (…) ¡Es tan bueno sentirse uno débil y pequeño! 4,20.4
Ser pequeño es también no atribuirse a uno mismo las virtudes que se practican, creyéndose capaz de algo, sino reconocer que Dios pone ese tesoro en la mano de su hijito para que se sirva de él cuando lo necesite; pero es siempre el tesoro de Dios. También es no desanimarse por las propias faltas, pues los niños caen a menudo, pero son demasiado pequeños para hacerse mucho daño. 4,22.4
No hay que alimentar voluntariamente pensamientos de orgullo. Si, por ejemplo, me dijese a mí misma: “He adquirido tal virtud y estoy segura de poder practicarla”, eso sería apoyarse en los propias fuerzas , y cuando se hace eso, se corre el peligro de caer al abismo. Pero si soy humilde, si soy siempre que pequeña, tendré el derecho e hacer pequeñas travesuras hasta el día de mi muerte sin ofender a Dios. Mira, los niños: están siempre rompiendo cosas, rasgándolas, cayéndose, a pesar de querer mucho a sus padres. 4,23.4
El amor todo lo puede: las cosas más imposibles no le parecen difíciles. Jesús no mira tanto la grandeza de las obras, ni siquiera su dificultad, cuanto el amor con que se hacen… 4,27.4
Cuando uno se ve tan miserable, no quiere ya preocuparse de sí mismo y sólo mira su único madado. Yo no conozco otro camino que “el amor” para llegar a la perfección. 4,28.4
Coloquémonos humildemente entre los imperfectos, considerémonos almas pequeñas a las que Dios tiene que sostener a cada instante. Cuando él nos ve profundamente convencidas de nuestra nada, nos tiende la mano; pero si seguimos tratando de hacer algo grande ¾aunque sea bajo pretexto de celo¾ Jesús nos deja solas. 15.5
Gustad de ser ignorados y tenidos en nada. Después de haberlo dejado todo, es necesario dejarse, sobre todo, a sí mismo. 5,17.5
Cuando no se nos comprende o se nos juzga desfavorablemente, ¿a qué defendernos o dar explicaciones? Dejémoslo pasar, no digamos nada, ¡es tan bueno no decir nada, dejarse juzgar, digan lo que diga…! 5,19.5
Comprendí que el AMOR encerraba todas las vocaciones, que el amor lo era todo, que el amor abarcaba todos los tiempos y todos los lugares… en una palabra, ¡Que el AMOR es eterno!… 7.6
¡Qué fácil es agradar a Jesús, cautivar su corazón! Lo único que hay que hacer es amarle sin mirarse uno a sí mismo y sin examinar demasiado los propios defectos… 13.7
Cada vez que se presenta el combate, cuando mi enemigo viene a provocarme, me porto valientemente. Sabiendo que batirse en duelo es una cobardía, vuelvo la espalda a mi adversario sin dignarme siquiera mirarle a la cara. (…) Corro a mi Jesús. 8,6.8
¿Hay, acaso, una alegría mayor que la de sufrir por vuestro amor? 8,6.8
La pobreza consiste, no sólo en verse una privada de las cosas agradables, sino también de las indispensables. 3.13
Jesús no quiere que reclame lo que me pertenece. 4.13
No basta con dar a todo el que me pida; debo adelantarme a sus deseos, mostrarme muy agradecida y muy honrada de prestarle un servicio. 6.13
¡Qué gran misterio es nuestra grandeza en Jesús! Escuchemos los que él nos dice: “Bajad enseguida, porque hoy tengo que alojarme en vuestra casa”. ¿Pero cómo…? Jesús nos dice que bajemos… ¡A dónde tenemos que bajar? Una vez, los judíos le preguntaron a nuestro divino Salvador: “Maestro, ¿dónde vives?”, y él les respondió: “Las zorras tiene madrigueras y los pájaros del cielo nidos, yo no tengo donde reclinar la cabeza”. He ahí hasta dónde tenemos que bajar nosotras . Para poder servir de morada a Jesús tenemos que hacernos tan pobres, que no tengamos donde reposar la cabeza. 13,9.13
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Biografía
Teresa era la última de cinco hermanas – había tenido dos hermanos más, pero ambos habían fallecido – Tuvo una infancia muy feliz. Sentía gran admiración por sus padres: «No podría explicar lo mucho que amaba a papá, decía Teresa, todo en él me suscitaba admiración».Cuando sólo tenía cinco años, su madre murió, y se truncó bruscamente su felicidad de la infancia. Desde entonces, pesaría sobre ella una continua sombra de tristeza, a pesar de que la vida familiar siguió transcurriendo con mucho amor. Es educada por sus hermanas, especialmente por la segunda; y por su gran padre, quien supo inculcar una ternura materna y paterna a la vez. Con él aprendió a amar la naturaleza, a rezar y a amar y socorrer a los pobres. Cuando tenía nueve años, su hermana, que era para ella «su segunda mamá», entró como carmelita en el monasterio de la ciudad. Nuevamente Teresa sufrió mucho, pero, en su sufrimiento, adquirió la certeza de que ella también estaba llamada al Carmelo.Durante su infancia siempre destacó por su gran capacidad para ser «especialmente» consecuente entre las cosas que creía o afirmaba y las decisiones que tomaba en la vida, en cualquier campo. Por ejemplo, si su padre desde lo alto de una escalera le decía: «Apártate, porque si me caigo te aplasto», ella se arrimaba a la escalera porque así, «si mi papá muere no tendré el dolor de verlo morir, sino que moriré con él»; o cuando se preparaba para la confesión, se preguntaba si «debía decir al sacerdote que lo amaba con todo el corazón, puesto que iba a hablar con el Señor, en la persona de él».
Cuando sólo tenía quince años, estaba convencida de su vocación: quería ir al Carmelo. Pero al ser menor de edad no se lo permitían. Entonces decidió peregrinar a Roma y pedírselo allí al Papa. Le rogó que le diera permiso para entrar en el Carmelo; el le dijo: «Entraréis, si Dios lo quiere. Tenía ‹dice Teresa‹ una expresión tan penetrante y convincente que se me grabó en el corazón».
En el Carmelo vivió dos misterios: la infancia de Jesús y su pasión. Por ello, solicitó llamarse sor Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz. Se ofreció a Dios como su instrumento. Trataba de renunciar a imaginar y pretender que la vida cristiana consistiera en una serie de grandes empresas, y de recorrer de buena gana y con buen ánimo «el camino del niño que se duerme sin miedo en los brazos de su padre».
A los 23 años enfermó de tuberculosis; murió un año más tarde en brazos de sus hermanas del Carmelo. En los últimos tiempos, mantuvo correspondencia con dos padres misioneros, uno de ellos enviado a Canadá, y el otro a China, y les acompañó constantemente con sus oraciones. Por eso, Pío XII quiso asociarla, en 1927, a san Francisco Javier como patrona de las misiones.
Aciprensa
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Indulgencias Plenarias carmelitas
Quienes visten el Escapulario Carmelita pueden ganar una indulgencia plenaria:
- En la fiesta de Nuestra Señora del Carmen, el 16 de Julio
- El día en que le imponen el escapulario y se une a la familia carmelita
- En la fiesta de los siguientes santos carmelitas:
- San Simón Stock – (16 de mayo)
- San Elías Profeta – (20 de julio)
- Santa Teresita del Niño Jesús – (1 de octubre)
- Santa Teresa de Jesús – (15 de octubre)
- Todos los Santos Carmelitas – (14 de noviembre)
- San Juan de la Cruz – (14 de diciembre)
Requisitos para una indulgencia plenaria:
- Realizar la acción que la Iglesia premia con esta indulgencia.
- Confesarse, al menos veinte días antes o después de realizar la acción premiada (sin olvidar que hay que estar en gracia de Dios antes de acabar la acción). Una misma confesión puede servir para ganar varias indulgencias plenarias.
- Comulgar, en ese mismo periodo de tiempo. Se necesita una comunión para cada indulgencia plenaria.
- Rezar por las intenciones del Papa un Padrenuestro y un Avemaría, u otras oraciones. Deben rezarse también en esos días. Se necesita una oración para cada indulgencia plenaria.
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Indulgencia Parcial
Se puede ganar indulgencia parcial por usar piadosamente el santo escapulario, por besarlo o por cualquier otro acto de afecto y devoción. Se aplica también a la medalla-escapulario.
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Santos del día de hoy: Teresa del Niño Jesús, virgen; Remigio, Tomás, Celsino, obispos; Severo, Bavón, Adiosdado, confesores; Prisco, Crescente, Evagrio, Verísimo, Máxima, Julia, Aretas, Domnino, Piato, mártires; Virila, abad; Vulgisio, Bavón, ermitaños; canonización de120 mártires chinos.