- Nosotros tenemos un concepto de justicia según lo que somos y valoramos; en cambio, Dios tiene una medida de justicia distinta, según Él es, bondadoso y misericordioso. Esto transforma nuestros temores en esperanza dichosa, sabiendo que la última palabra la tiene Aquel que está por inclinar la balanza de nuestra parte.
- Es hermoso, esperanzador, tener la confiada certeza de que estando en medio de la noche existe la luz. Y que nada, nada, está perdido definitivamente. Esto lo proporciona la fe, especialmente la cristiana: Cristo nos dijo: «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida» (Jn 8,12).
- No hay pensamiento más razonable que el cristianismo, porque su Dios es Logos, amén de amor. De modo que todo lo que se aparte del sentido común hay que sospechar de ello de que se ajuste a la fe en Cristo.
- Amén de la gracia increada, con la que graciosamente nacemos al ser creados como persona humanas. La gracia santificante recibida en el bautismo, y recuperada en la confesión, perfecciona la naturaleza, y la cualifica y eleva sobrenaturalmente.
- Hay que pararse sobre los pies y pensar detenidamente, en profundidad, con penetración, meditando seriamente, con una mirada de futuro y en perspectiva histórica, de grave madurez, y seguramente lleguemos a esto: “Algún día se verá el aborto como hoy vemos la esclavitud”
- «Sálvate a ti mismo», le espetaron a Jesús en la cruz. Así somos tan egoístas de pensar en nosotros mismos, que de tanto egoísmo no apreciamos al que nos salva, sino que le faltamos ignominiosamente. Esa es la lógica humana, pensar en sí mismo; la de Jesús, es la de Dios, penar en los demás: en salvar a los humanos.
- Dios es el que sabe realizar «la cuadratura del círculo» (= imposibilidad de hacer o conseguir una cosa o lo insoluble de un problema). Dios es el único capaz de conciliar los contrarios de una realidad imposible.
- Dios es el único dueño de la vida, y el capaz de volver a reiniciarla. No hay persona que muerta por el pecado -por los muchos pecados y por importantes que fueran- que Dios no pueda volver a la vida. Con Jesús nunca es el fin, nunca es demasiado tarde para recomenzar.
- Hay mucha gente que respeta y admira a Jesús; pero no se dejan sorprender, temen la gracia del estupor.
- Todo lo bueno es muy bueno, pero no todo lo bueno -todos los bienes- lo puedes hacer, hay que singularizar el bien a hacer, el cometido concreto a que Dios le llama. Somos limitados y tenemos a asumir humildemente nuestro hacer.