- La cosa más grave entre las varias que están sucediendo es la pérdida de conciencia, de regirse en el comportamiento según el dictado de la voz interior que le conduce a hacer el bien y evitar el mal. Esto se ha perdido hoy. Lo cual es tremendo y de consecuencias lamentables, y a medio o largo plazo, de gravedad imprevisible.
- La negación de la naturaleza de la especie humana, con una ley y un orden establecido, a tener en cuenta y respetar, es otra de esas graves, gravísimas cosas, que están sucediendo en estos tiempos de cambios inhumanos.
- El hombre sin ley moral, es decir, lo que la Biblia presenta como la «anomía» (negación de la ley natural), es el obstáculo (kajetón), sal que hacen referencia san Pablo y el Apocalipsis, para que una vez que desaparezca, quede el campo despejado a la acción del Maligno y que aparezca la figura de la Bestia o Anticristo. Y en está estamos ya.
- Otro de esos fenómenos ideológicos que atentan contra la humanidad es la negación de la verdad, de la realidad, el relativismo de todo; que está determinados por el deseo, el gusto, el sentir, la emoción, el egoísmo… de cada cual; un subjetivismo relativista que lo deconstruye todo y lo reconstruye arteramente, cual demiurgo enloquecido.
- Estas especies místicas aguardientosas, de placidez egótica, de ejercicios de respiración y atención plena (mindfulness, yoga) son técnicas psicofísicas desestresantes. Un gimnasio más de tantos, ahora de la mente. Pero no son propiamente espiritualidad: esta no acaba replegándose sobre el yo, sino abriéndose -como los brazos de Jesús en la cruz- para abrazar a todos desde el encuentro con Dios.
- En el ser actual es el mentir se ha convertido en un proceder acrítico, se admite con toda naturalidad, y esto produce una desconfianza protectora, y por lo tanto, destructiva. Esta costumbre del mentir incorporada a comportarse habitual se ha universalizado. Lo cual es demoledor a la hora de construir algo serio y permanente.
- Confiar hoy día es temerario. Se requiere mucho valor. Y no todo del mundo lo tiene. Hoy es el mayor gesto de valentía. La Gracia viene en socorro de esa carencia.
- Parece increíble, pero sólo desde la fe es comprensible la lógica del Reino: es mejor perder, quedar ofendido, poner la otra mejilla, dejarse golpear, ser débil, pequeño, el último…
- La incapacidad de confiarse revela una inaptitud para el amor; sin fe no hay amor. El verdadero amor no exige garantías. Creer en alguien es parte del amarla. Quien cree o confía poco ama poco.
- Sin oración y sin vivir en gracia es imposible que de ahí salga nada bueno. Recordemos lo que decía también san Ignacio: «rezad como si todo dependiese de Dios, y esfuérzate como si lo fuera de ti. n los santos»; o el comportamiento de todos los santos cuando tenían que tomar algún camino o decisión importante, que pasaban horas o noches enteras rezando; el primero el Maestro, Jesús, que así lo hizo en momentos relevantes, como en la elección de los apóstoles, al empezar sus vida pública o al entrenarse en el Huerto de los Olivos con la Pasión.