Otoño 2020, de la tribulación a la gran tribulación

Este año de 2020 seguramente desde 1945 ha sido el peor vivido por la humanidad, y no solo por la pandemia del Coronavirus -como muchos estarán pensando- sino y principalmente por el aceleramiento desbocada hacia la maldad en todos los sentidos que se está experimentando. La bruma de las tinieblas van granando terreno.

A raíz -y no solo- de los recientes incendios y violencia desatada contra iglesias en Santiago de Chile, el teólogo experto de demonología el español padre José Antonio Fortea se ha pronunciado en estos términos: “me temo que desgraciadamente vamos a vivir tiempos de persecución generalizada”.

No tratamos de ser pitonisos ni jugar a las adivinanzas, ni siquiera ejercer un supuesto carisma de profecía; tan solo tratamos de mirar la realidad observándola como Cristo nos lo indicó: prestad atención a los signos de los tiempos, al objeto de estar en vela y esperanzados, sabiendo que -por promesa de Dios mismo- el Maligno no prevalecerá, pues Él asumirá su poder para salvar al Resto fiel y a su Iglesia. 

Últimamente, ya mismo, como si de un rumor de aguas cada vez más intenso en que nos advierte de una crecida del cauce, de una cauce amenazador, los males contra la confesión cristiana -y muy especialmente la católica- se han incrementando alarmantemente.

En lugares como estos hoy día están ocurriendo ataques de consideración contra la libertad religiosa: Chile, Estados Unidos, Centro África, Nigeria, China, la India, Oriente Medio, Reino Unido, España, Francia, Alemania.

Es obvio que -sin venir a cuento y sin saberse el porqué- la persecución a lo cristiano se está generalizando en el mundo. Y no solo en extensión, también en intensidad. Lo cual hace pensar en la profecía de la gran tribulación, a la que se estaría a punto de pasar.

El año pasado, el 2019, resultó ser uno de los años más sangrientos de la historia para los cristianos: https://www.aciprensa.com/noticias/acn-2019-fue-uno-de-los-anos-mas-sangrientos-de-la-historia-para-cristianos-56151

Estamos totalmente de acuerdo -desgraciadamente- con las palabras del P. Fortea (recogidas en Aciprensa):

 “Las imágenes de las iglesias quemadas en Chile (con la excusa de reivindicaciones sociales), los ataques a imágenes en templos católicos en Estados Unidos (con la excusa del Black Lives Matter), las Femen que irrumpían y se subían a los altares, las pintadas de odio en parroquias de España… Sí, no hay ninguna duda que las series de televisión, las novelas y el cine han sembrado esos sentimientos hacia la Iglesia Católica”.

“En los últimos veinte años, esa siembra de odio no ha estado tanto a cargo de los partidos políticos como de la élite que tenía dominio sobre los medios de comunicación”.

 “Algunos achacan estos ataques al demonio. Tienen razón en cuanto que el Maligno es sembrador de cizaña. Pero no olvidemos que él solo azuza, tienta. Esta agresividad es el resultado de una siembra humana. Se ha sembrado mucho odio de forma intencionada. Los sembradores del odio llevan mucho tiempo trabajando”.

“Hace siglos fueron los masones, después fueron los marxistas. Ahora pienso que no hay ninguna conjura secreta que obra en la oscuridad. Lo que ahora vemos es el resultado de la agresividad sembrada. Pero sí, en los próximos años, grupos genéricamente llamados progresistas serán cada vez más audaces en sus peticiones a los congresos y a los tribunales”.

En fin, que estamos a un paso de lo que ya venimos sosteniendo en la línea editorial de Actualidad Católica, de que se avecinan -estamos ya en los umbrales- los 3,5 años de la gran tribulación.

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