“Os perseguirán”, nos dice Jesús en el Evangelio (Lc 21,12-19) de de la liturgia de hoy 27 de noviembre. Es un texto de carácter apocalíptico que señala uno de los signos -13 (ver AQUÍ)-que se darán al final de los tiempos.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 21,12-19:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio.
Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.
Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán a causa de mi nombre. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».
Estos son algunos de los textos del Nuevo Testamento en que aparece citado este signo de la persecución de los cristianos y la Iglesia:
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- Entonces os entregarán a la tortura y os matarán, y seréis odiados de todas las naciones por causa de mi nombre (Mt 24,9).
- Cuando vean a Jerusalén sitiada por los ejércitos, sepan que su ruina está próxima. Los que estén en Judea, que se refugien en las montañas; los que estén dentro de la ciudad, que se alejen; y los que estén en los campos, que no vuelvan a ella. (Lc 21,20-21). Caerán al filo de la espada, serán llevados cautivos a todas las naciones, y Jerusalén será pisoteada por los paganos, hasta que el tiempo de los paganos llegue a su cumplimiento (Lc 21,24).
- Porque habrá entonces una gran tribulación, cual no la hubo desde el principio del mundo hasta el presente ni volverá a haberla. Y si aquellos días no se abreviasen, no se salvaría nadie; pero en atención a los elegidos se abreviarán aquellos días. (Mt 24,21-24).
- Cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los degollados a causa de la Palabra de Dios y del testimonio que mantuvieron. [10]Se pusieron a gritar con fuerte voz: «¿Hasta cuándo, Dueño santo y veraz, vas a estar sin hacer justicia y sin tomar venganza por nuestra sangre de los habitantes de la tierra?» [11]Entonces se le dio a cada uno un vestido blanco y se les dijo que esperasen todavía un poco, hasta que se completara el número de sus consiervos y hermanos que iban a ser muertos como ellos. (Ap 6,9-11).
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La persecución cristiana se ha dado en todos los tiempos desde la aparición de Cristo en la tierra, desde allí con los santos niños inocentes que mandó matar Herodes por deshacerse del niño Jesús hasta nuestros días en que la religión cristiana se ha convertido en la más perseguida del mundo, ha sido una constante.
Un fenómeno particularmente significativo y a destacar es el que en estos momentos históricos la persecución es de una magnitud hasta ahora desconocida, se da en todas las partes del mundo y en múltiples maneras (desde represiones legislativas hasta violencias de todo tipo, que atentan contra las personas, los templos y los objetos sagrados). Tan sólo hay que echar un vistazo a los medios de comunicación para ver cómo a diario se dan ataques cristianofóbicos.
La fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) ha presentado el nuevo informe «¿Perseguidos y olvidados? Un informe sobre los cristianos oprimidos por su fe». Es un estudio sobre la situación de discriminación y persecución contra los cristianos en diferentes países del mundo. La principal conclusión es que la persecución contra los cristianos ha empeorado significativamente en la mayoría de los países encuestados, en el periodo de junio de 2022 a junio de 2024.
También puede leer el Observatorio sobre la Intolerancia y la Discriminación contra los Cristianos en Europa (OIDAC) ha publicado un informe recientemente en el que asegura que entre 2023 y 2024 se produjeron 2.444 actos de odio contra los cristianos y de discriminación e intolerancia en 35 países europeos.
En fin, cuando el mal se ceba de esta manera con el bien que representa el cristianismo, no nos cabe sino que concluir que nuestra fe religiosa en Cristo Jesús, es la verdadera.
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Palabras del papa Francisco
(Ángelus, 17 de noviembre de 2013)
El Evangelio de este domingo (Lc 21, 5-19) consiste en la primera parte de un discurso de Jesús: sobre los últimos tiempos. Jesús lo pronuncia en Jerusalén, en las inmediaciones del templo; y la ocasión se la dio precisamente la gente que hablaba del templo y de su belleza. Porque era hermoso ese templo. Entonces Jesús dijo: «Esto que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida» (Lc 21, 6). Naturalmente le preguntan: ¿cuándo va a ser eso?, ¿cuáles serán las señales? Pero Jesús desplaza la atención de estos aspectos secundarios —¿cuándo será? ¿cómo será?—, la desplaza a las verdaderas cuestiones. Y son dos. Primero: no dejarse engañar por los falsos mesías y no dejarse paralizar por el miedo. Segundo: vivir el tiempo de la espera como tiempo del testimonio y de la perseverancia. Y nosotros estamos en este tiempo de la espera, de la espera de la venida del Señor.
Este discurso de Jesús es siempre actual, también para nosotros que vivimos en el siglo XXI. Él nos repite: «Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre» (v. 8). Es una invitación al discernimiento, esta virtud cristiana de comprender dónde está el espíritu del Señor y dónde está el espíritu maligno. También hoy, en efecto, existen falsos «salvadores», que buscan sustituir a Jesús: líder de este mundo, santones, incluso brujos, personalidades que quieren atraer a sí las mentes y los corazones, especialmente de los jóvenes. Jesús nos alerta: «¡No vayáis tras ellos!». «¡No vayáis tras ellos!».
El Señor nos ayuda incluso a no tener miedo: ante las guerras, las revoluciones, pero también ante las calamidades naturales, las epidemias, Jesús nos libera del fatalismo y de falsas visiones apocalípticas.
El segundo aspecto nos interpela precisamente como cristianos y como Iglesia: Jesús anuncia pruebas dolorosas y persecuciones que sus discípulos deberán sufrir, por su causa. Pero asegura: «Ni un cabello de vuestra cabeza perecerá» (v. 18). Nos recuerda que estamos totalmente en las manos de Dios. Las adversidades que encontramos por nuestra fe y nuestra adhesión al Evangelio son ocasiones de testimonio; no deben alejarnos del Señor, sino impulsarnos a abandonarnos aún más a Él, a la fuerza de su Espíritu y de su gracia.
En este momento pienso, y pensamos todos. Hagámoslo juntos: pensemos en los muchos hermanos y hermanas cristianos que sufren persecuciones a causa de su fe. Son muchos. Tal vez muchos más que en los primeros siglos. Jesús está con ellos. También nosotros estamos unidos a ellos con nuestra oración y nuestro afecto; tenemos admiración por su valentía y su testimonio. Son nuestros hermanos y hermanas, que en muchas partes del mundo sufren a causa de ser fieles a Jesucristo. Les saludamos de corazón y con afecto.
Al final, Jesús hace una promesa que es garantía de victoria: «Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas» (v. 19). ¡Cuánta esperanza en estas palabras! Son una llamada a la esperanza y a la paciencia, a saber esperar los frutos seguros de la salvación, confiando en el sentido profundo de la vida y de la historia: las pruebas y las dificultades forman parte de un designio más grande; el Señor, dueño de la historia, conduce todo a su realización. A pesar de los desórdenes y los desastres que agitan el mundo, el designio de bondad y de misericordia de Dios se cumplirá. Y ésta es nuestra esperanza: andar así, por este camino, en el designio de Dios que se realizará. Es nuestra esperanza.
Este mensaje de Jesús nos hace reflexionar sobre nuestro presente y nos da la fuerza para afrontarlo con valentía y esperanza, en compañía de la Virgen, que siempre camina con nosotros.
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Catena Aurea
San Gregorio, ut sup
Como todo lo que va dicho no procede de la injusticia del que castiga sino de la culpa del mundo que lo sufre, se anuncian los hechos de los hombres malvados cuando dice: «Mas antes de todo esto os prenderán, entregándoos a las sinagogas», etc. Como diciendo: los corazones de los hombres se turbarán primero, y después los elementos; para que cuando se trastorne el orden de las cosas, se sepa de dónde viene esta tribulación. Porque aun cuando el fin del mundo dependa del orden establecido, sin embargo, como encontrará hombres más perversos, nos muestra que serán envueltos justamente bajo sus ruinas.
San Cirilo
O bien habla así porque, antes que Jerusalén fuese tomada por los romanos, los discípulos del Señor, perseguidos por los judíos, fueron encarcelados y presentados a los príncipes. San Pablo fue enviado a Roma ante el César y compareció delante de Festo y Agripa.
Prosigue: «Y esto os acontecerá en testimonio».
Griego
Dice martirio, esto es, la gloria del mártir.
San Gregorio, ut sup
También puede decirse en testimonio (esto es, de aquéllos) porque persiguiéndoos os hacen morir; porque no han imitado vuestra vida; porque se han hecho perversos y se han perdido sin excusa alguna, por lo que los escogidos toman ejemplo para vivir. Pero oyendo todas estas desgracias podían turbarse los corazones de los oyentes; por lo que añade para consuelo suyo: «Tened, pues, fijo en vuestros corazones no pensar antes cómo habréis de responder».
Teofilacto
Como eran incultos e ignorantes, el Señor les dijo esto para que no se turbasen dando la razón a los sabios, y añade la causa: «Porque yo os daré palabra y saber, al que no podrán resistir ni contradecir todos vuestros adversarios». Como diciendo: Inmediatamente recibiréis de mí la elocuencia y la sabiduría, de tal modo que todos vuestros contrarios aun cuando se pongan de acuerdo no podrán resistiros; ni en sabiduría (esto es, por la fuerza de vuestras razones), ni en elocuencia y elegancia de palabra. Porque con frecuencia se encuentran muchos que tienen inteligencia, pero como se turban fácilmente, todo lo confunden cuando llega el momento de hablar. No fueron así los apóstoles, porque tuvieron elocuencia y gracia.
San Gregorio, ut sup
Como si el Señor dijera a sus discípulos: «No os atemoricéis: Vosotros vais a la pelea, pero yo soy quien peleo. Vosotros sois los que pronunciáis palabras, pero yo soy el que hablo».
San Ambrosio
En unos lugares habla Jesucristo por sus discípulos (como aquí); en otro lugar el Padre ( Mt 16), y en otro el Espíritu del Padre ( Mt 10). Todos estos pasajes no sólo no se diferencian, sino que convienen entre sí, lo que dice uno lo dicen los tres porque es una la voz de la Trinidad.
Teofiactus
Habiendo hablado así para calmar el temor de su ignorancia, les anunció otro mal que podía turbar sus ánimos si les cogía de improviso. Prosigue, pues: «Y seréis entregados por vuestros padres, vuestros hermanos y parientes, y harán morir a algunos de vosotros».
San Gregorio, ut sup
Los tormentos más crueles para nosotros son los que nos causan las personas más queridas, porque además del dolor del cuerpo sentimos el del cariño perdido.
San Gregorio Niceno
Consideremos el estado de las cosas en este tiempo. Todos eran sospechosos los unos para los otros; los parientes estaban divididos por la religión; el hijo infiel delataba a sus padres por su fe, y el padre, obstinado en la infidelidad, se hacía acusador del hijo fiel. Toda edad estaba expuesta a los perseguidores de la fe, y ni a las mujeres preservaba la debilidad natural de su sexo.
Teofilacto
Habiendo dicho esto, añadió lo que habían de sufrir por el odio de los hombres. Sigue, pues: «Y os aborrecerán todos por mi nombre», etc.
San Gregorio, ut sup
Pero como es muy duro todo lo que dice acerca de la muerte, añade en seguida el consuelo de la alegría de la resurrección, diciendo: «Mas no perecerá un cabello de vuestra cabeza». Como si dijese a sus mártires: ¿por qué teméis que perezca lo que no puede ser cortado sin dolor, cuando no puede perecer en vosotros lo que no duele?
Beda
No perecerá un solo cabello de la cabeza de los discípulos del Señor, porque no solamente las grandes acciones y las palabras de los santos, sino el menor de sus pensamientos, será premiado dignamente.
San Gregorio, Moraluim 5,14
El que sufre con paciencia la desgracia se hace fuerte contra todas las adversidades. Por esto dominará venciéndose a sí mismo. Sigue: «Con vuestra paciencia poseeréis vuestras almas». ¿Qué quiere decir poseeréis vuestras almas, sino que viviréis sin tacha en todas las cosas y que podréis dominar todos los movimientos de vuestra alma, una vez colocados sobre el alcázar de vuestra virtud?
San Gregorio, ut sup
Poseemos, pues, nuestras almas por la paciencia, porque cuando se nos dice que podremos dominarnos, empezamos a poseer lo que somos. Por tanto, la posesión del alma consiste en la virtud de la paciencia, porque ésta es la raíz y la defensa de todas las virtudes. La paciencia consiste en tolerar los males ajenos con ánimo tranquilo, y en no tener ningún resentimiento con el que nos lo causa.