Tiene más razón que un santo el papa Francisco cuando pide que en los seminarios no se acepte el ingreso de personas con tenencias homosexuales. Se le podrá hacer alguna crítica a este Papa sobre tal y cual, por su afán de mostrar el rostro de un Dios tierno y misericordioso, que cae en un buenísimo que se olvida de la exigencia de la conversión…; pero hay dos cosas importantes que ha hecho y que no hicieron sus predecesores: acometer con valentía, coraje y humildad el asunto de los abusos sexuales que ha afectado gravísimamente a la Iglesia; y el otro, embridar férrea y determinantemente al banco o Instituto para las Obras de Religión, IOR.
Habría razones teológicas para cuestionar que quien no se considera un hombre pueda acceder al sacerdocio, pues Cristo se encarnó varón. Pero no van por ahí, de momento, las cosas, sino por el hecho siguiente: Dado que entorno al 80% de la pederastia o abusos sexuales a menores son cometidos por homosexuales, y con consiguiente factor de que son un aproximadamente 5%; es decir, que tan sólo en 95 % comete el 20%, cifra “ínfima” y hasta asumible como “tolerable”, ya que serían muy pocos casos, muy poco religiosos que causaran tan deshonroso escándalo. Esta sin duda es la manera más practica y razonable de limitar esa sangría de dolor para las víctimas y de desprestigio para la Iglesia, que aparece ante la opinión pública como todo lo contario a lo que debería ser y al mensaje que predica.
Todo apunta a que como ocurre con el sexo femenino que no hay casos de que mujeres (o religiosas) abusen sexualmente, en comparación con los hombres (o religiosos), debido a su componente hormonal, que provoca más o menos pulsión; viene a suceder con los de carácter homosexual, que se les dispara el libido o la pulsión del deseo sexual que les supera y no son capaces, en la misma medida, de autocontrol. Seamos piadosos con estas personas que en el fondo, pues, también son victimas.
De modo que el papa Francisco tiene toda la razón del mundo a atajar de esta manera el problemón este. Es una medida que no comparten los progres, fuera y dentro de la Iglesia; pero es lo mejor o menos malo. Y aún así, seguirá habiendo casos, el de esos 20%, pues siempre habrá, como el todo colectivo, por muy seleccionado que sea, la oveja negra, el descarriado, el trastornado (transitorio o no) “tonto del pueblo”, el pecador poseído por el Diablo, etc.; siempre existirá un minino –excepción- que “confirma la regla”, y con el que hay que cargar; y que exageradamente aireado por los medios enemigos harán daño, sin duda, pero ya no será igual, evidentemente.
Fuera de esto, toda la polémica que se está armando, ese jaleo de dimes y diretes, sobre el término “mariconeo” al referirse coloquialmente por el Papa al colectivo homosexual, son ganas de montar bronca, y nada más, no hay que darlo mayor importancia. Sobre esto les aconsejo lean, si lo desean: ¿Qué dijo exactamente el Papa sobre el mariconeo en ciertos seminarios? Parece hablar de «lobbies». Lo realmente importante es lo anteriormente expuesto.