Es en el campo de la cultura donde tenemos que entablar el combate. Este es el desafío ineludible.
Cultura viene de cultivo. El cultivo de la tierra, de la tierra del alma humana para los que tenemos una concepción -antropología- del ser humano como naturaleza espiritual, trascendente, que sobrepasa lo espacio-temporal, es decir, la materia; a la que nos quieren reducir los de la cultura materialista, es decir, los del marxismo cultural y los liberales progres, mayormente.
Contra viento y marea -no nos cabe otra- los cristianos estamos llamados a levantar la voz de esta bandera: la de la cultura de un ser grandioso, creado para la eternidad, inmortal, sagrado, hijo de Dios.
Los cristianos no podemos permanecer callados, dejando el espacio social en manos de quienes reducen al ser humano a su mínima expresión, un avatar de la materia. Los seguidores de Cristo hemos de dar la cara, aunque nos la partan; tal y como hizo el Maestro, y tal y como le ocurrió.
Como dice el Evangelio (Mt 4,12ss) la Luz, Jesús, que apareció para iluminar a los que habitan en tinieblas y sombra de muerte, nosotros, los suyos, hemos de reflejarla en medio del mundo, allí donde estemos, desafiando el ambiente cultural que nos rodea, como signo de contradicción.
Es admirable y de agradecer la actitud y las palabras de Tim Clemente, un católico convencido, casado y padre de nueve hijos, uno de ellos adoptado; este estadounidense, que fuera agente del FBI y ahora dirige una productora en Hollywood, afirma que en el mundo en el que le toca vivir está luchando en una guerra importante, la gran “batalla cultural”.
Tim afirma que los católicos están llamados hoy a ser “contraculturales” y a anunciar el Evangelio, también a través de estas virtudes católicas, cada uno en los ámbitos en los que vive y se mueve.
«No me importa cuál es tu trabajo. Una esposa, una secretaria, un CEO, un oficial de policía, o lo que sea, ser un buen ser humano es lo que importa. Hay demasiados modelos a seguir para lo contrario. Ser un buen ser humano es cada vez más difícil. Tenemos que ser ejemplos para los demás”.
Los cristianos no nos podemos ausentar de confrontar esta desgraciadamente cultura antihumana, de la cancelación, de la muerte (aborto-suicidio-eutanasia) cada vez más imperante. Estamos llamados a ser luz del mundo, no a desaparecer, ocultando… Hemos de pertrecharnos de argumentos, de hechos, de valor, de oración, de la gracia de la Eucaristía, para dar testimonio según el Espíritu del Evangelio.
El pueblo que habitaba en tinieblas
vio una luz grande;
a los que habitaban en tierra y sombras de muerte,
una luz les brilló».
Desde entonces comenzó Jesús a predicar diciendo:
«Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos».
Como afirmara proféticamente Chesterton: «Al final la Iglesia será la única que quedará en defensa del ser humano».
Cristo nos llama a cada uno de nosotros, que creemos en Él, a salvar a la Humanidad del naufragio: «Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres».