Profecía de Jonás sobre Nínive

En la misa de hoy,  21 de febrero, en la lectura del santo evangelio según san Lucas (11,29-32), Jesús hace explícita referencia a la primera lectura de la liturgia del día de hoy, que trata de la profecía de Jonás (3,1-10), que narra la conversión de Nínive por el anuncio profético de Dios a través de Jonás.

Lectura de la profecía de Jonás (3,1-10):

EL Señor dirigió la palabra a Jonás:
«Ponte en marcha y ve a la gran ciudad de Nínive; allí les anunciarás el mensaje que yo te comunicaré».
Jonás se puso en marcha hacia Nínive, siguiendo la orden del Señor. Nínive era una ciudad inmensa; hacían falta tres días para recorrerla. Jonás empezó a recorrer la ciudad el primer día, proclamando:
«Dentro de cuarenta días, Nínive será arrasada».
Los ninivitas creyeron en Dios, proclamaron un ayuno y se vistieron con rudo sayal, desde el más importante al menor.

La noticia llegó a oídos del rey de Nínive, que se levantó de su trono, se despojó del manto real, se cubrió con rudo sayal y se sentó sobre el polvo. Después ordenó proclamar en Nínive este anuncio de parte del rey y de sus ministros:
«Que hombres y animales, ganado mayor y menor no coman nada; que no pasten ni beban agua. Que hombres y animales se cubran con rudo sayal e invoquen a Dios con ardor. Que cada cual se convierta de su mal camino y abandone la violencia. ¡Quién sabe si Dios cambiará y se compadecerá, se arrepentirá de su violenta ira y no nos destruirá!».
Vio Dios su comportamiento, cómo habían abandonado el mal camino, y se arrepintió de la desgracia que había determinado enviarles. Así que no la ejecutó.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (11,29-32):

En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús,
y él se puso a decirles:
«Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Pues como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación.
La reina del Sur
se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación y hará que los condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón.
Los hombres de Nínive se alzarán en el juicio contra esta generación y harán que la condenen; porque ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás».

Algunas conclusiones:

  • Jesús menciona al profeta Jonás, dándole, pues, reconocimiento de enviado, de profeta legítimo, de enviado de Dios, cuyo signo y palabra gozan de autoridad.
  • El profeta Jonás llevas una misión concreta la de predicar la salvación de los ninivitas, ante el riesgo que corren por el mal camino que llevan. La profecía, pues, pretende corregir, para que no se desemboque en una tragedia. Y consigue si objetivo. Por lo tanto, cabría decir que la mejor profecía es la que no se cumple, en su sentido negativo; pues su logra el bien que persigue: que el ser humano se convierta y se salve.
  • Esta lectura de Jonás es tanto signo para Nínive entonces, como para nosotros ahora. Estamos necesitados de cambio, de arrepentimiento y docilidad, según la palabra de Dios, según su voluntad, según el Espíritu Santo. 
  • Otro dato interesante a resaltar es que Jesús hace alusión a dos pueblos extranjeros, no judíos: el de Saba, presentado por su reina, y el de Nínive. Ambos escuchan la palabra de Dios, la del profeta Jonás y la de la sabiduría del rey Salomón. Luego el mensaje de Dios se universaliza, se abre como Jesús lo expone a todos los pueblos, hasta los confines de la Tierra.
  • Además, Jesús afirma referenciándose así la figura del profeta (Jonás) y la del rey (Salomón) que Él es más que ellos. Es decir, es el Profeta y el Rey, por excelencia. Es el profeta que compendia a todos los profetas y en quien se cumplen todas las profecías, y él es el rey del Reino de Dios.
  • Jesús, revistiéndose de Hijo de hombre, se convierte en signo para toda la humanidad, como Jonás que durante tres días recorrió Nínive proclamando en mensaje que traía, igualmente Jesús, durante tres años, proclamó el Reino de Dios, del que era portador, para que todo el mundo se salve.

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