El fiasco de la crisis de las bendiciones…

El jesuita James Martin bendijo (con la presencia de The New York Times)

Esta haciendo corre ríos de tinta, y enfrentado a cardenales contra cardenales y obispos contra obispos, sacerdotes… Ah, y también a los portales web religiosos. Lo cual está suponiendo un quebranto interior de la Iglesia. ¿Qué necesidad había de todo esto?

Ya dimos una opinión («Las bendiciones de parejas en situaciones irregulares y de parejas del mismo sexo«) cuando salió se hizo pública «»Fiducia Supplicans», en el sentido de que no había que dramatizar subre la misma; sin embargo, viendo la que se está organizando, nos vemos en la necesidad de escribir nuevamente sobre este ya grave asunto.

¿A quién favorece esta ocurrencia que ha abierto una crisis considerable en la Iglesia? No está el horno para bollos, y mira por donde se viene a echar más leña al fuego. Nos da que esto ha sido una metedura de pata: en cuanto al contenido, a las formas y al momento.

A lo que hace desde 2.000 años y ratificado por el cardenal Ladaria hace dos años, ahora, de sopetón, se cambia el paso.

¿Y la tan cacareada sinodalidad?,  ha saltado por los aires: hace unos meses, en octubre, se tuvo lugar el encuentro sinodal donde no se tocó este tema que ahora unilateralmente a proclamado el cardenal Fernández con su «Fiducia» Esto no ha sido sinodal, una decisión compartida y comunitaria por los que hacen camino en la fe de Nuestro Señor Jesucristo, sino un posicionamiento doctrinal que ni a los obispos se ha consultado.

Que esto no ha sido acertado está en que a la gente más piadosa y de fe práctica más comprometida y santa está desconcertada, y por el contrario los en que los enemigos aplauden (y si estos alaban, malo),en que ha abierto una crisis en la misma jerarquía y en el clero, muchos muchísimos no están de acuerdo y en conciencia se han mostrado rebeldes a seguir esa posición doctrinal.

El revuelo, el desconcierto, la zarabanda y la división está siendo de una dimensiones considerables, que va más allá de la propia Iglesia Católica, la Ortodoxa, con la que se abogaba por una reconciliación ecuménica, se ha manifestado en el sentido de estar en desacuerdo y que esto complicado la posible unión a futuro.

Bendecir a las personas siempre se ha hecho, pero otra cosa es la bendición de una pareja homosexual. Y así, parece apuntar o hacer seguidismo de las posiciones herética alemanas, donde algunos obispos abogan hasta por negar que la sodomía deje de ser pecado grave.

Cabe decir a esto que  la Sagrada Escritura, que presenta los actos homosexuales como actos de grave depravación, la tradición siempre ha declarado que  «los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados».  Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No parten de una genuina complementariedad afectiva y sexual. En ningún caso pueden ser aprobados (Catecismo de la Iglesia Católica, 2357). Porque la unión carnal sólo es moralmente legítima cuando se ha establecido una comunidad de vida definitiva entre un hombre y una mujer (Catecismo de la Iglesia Católica, 2391).

Si los que están en la línea del sínodo alemán, Bélgica, Austria, etc., aplauden, y a los que no se les disciplina; en cambio, ahora, con los que disienten de las bendiciones  se emplea  un lenguaje de advertencia, en tono de exigencia de obediencia y disciplinaria. Este tono está extendiéndose, y hay casos como el de los arzobispos de Madrid y Toledo que están mostrando un tono impositivamente tenso contra los sacerdotes de sus diócesis que se manifiesten en desacuerdo con la declaración «Fiducia».

Ante el fiasco montado que ha provocado una crisis considerable, que ha abierto un boquete en doctrina moral de la Iglesia, el cardenal Fernández ha tenido que salir a dar aclaraciones, matizando verbalmente lo escrito, pero de manera poco eficaz. En la rectificación se está diciendo que se pida a la pareja que se corrija su vivir según la voluntad de Dios. Esta aclaración está confirmado que la bendición de estas personas no estaba bien manifiesta, y se confunde con la bendición de la unión de la pareja. De modo que ¿para qué pues este escrito doctrinal, si se hacen esfuerzos desesperados tratando de decir que todo viene a ser y estar como estaba? Para crear este descomunal fiasco.

Nos tememos que esto ha sido un pretendido intento de apariencia «timida» de acomodarse al discurso dominante del Nuevo Orden Mundial, Woke; pero la doctrina y los valores cristianos corren el riesgo de perder su sal y volverse sosos y dejar de ser signos de contradiccion para un mundo mundanizado que trata de abducir a su semejanza cualquier pensamiento que le lleva su contrario, es decir, cualquier kajetón.

La solución que vemos: una nueva declaración del Dicasterio para la Doctrina de la Fe que simplemente repita lo que la Congregación para la Doctrina de la Fe dijo en el año 2021 al respecto. 

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