SCHNACKENBURG, R., Observad los signos de los tiempos

 

Rudolf Schnackenburg (1914 – 2002) fue sacerdote católico y teólogo alemán. Del que llegó a decir J. Ratzinger: «Probablemente el exégeta católico de habla alemana más importante de la segunda mitad del siglo XX». Esta breve obra suya, «Observad los signos de los tiempos»[1], que tiene más de 40 años, es muy actual, pues hace referencia a un futuro incierto, que pudiera ser  perfectamente el actual. Los signos de los tiempos a los que hace referencia Jesús pueden ayudarnos a interpretar la realidad presente, iluminarla y mantenernos firmes y llenos de esperanza.

 

         Lucas contempla, especialmente, la tentación de riqueza y prosperidad: «Lo que cayó entre las zarzas son los que escuchan, pero con los afanes y riquezas y placeres de la vida, poco a poco se ahogan y no maduran» (8,14). «Andaos con cuidado, que no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y el día aquel, se os eche encima de repente; por que caerá como un lazo sobre todos los que habitan la faz de la tierra» (21,34). p.12

         Jesús está convencido de que, en su tiempo, ocurren cosas que convierten el obrar de Dios en algo que se puede percibir con certeza, por los ojos que quieran ver y por los corazones de buena voluntad. 14

         ¿Qué otra cosa significa Señorío y Reino de Dios? Dios reina, no como un poderoso de la tierra con un aparato de poder visible, sino escondido, con signos, y sin embargo eficaz y perceptible. 14

         La incredulidad del hombre cierra su entendimiento y exige un signo extraordinario, donde, de suyo, ya hay signos bastantes del obrar de Dios. Es el no entender la predicación de Jesús, lo que y hace que los hombres esperen de Él un milagro extraordinario y acontecimientos espectaculares; porque El sólo quiere anunciar el milagro del amor de Dios y la capacidad humana para el amor y para la conversión del corazón. 15

         «Nuestros padre comieron el maná en el desierto; así está escrito: `les dio de comer pan del cielo'» (Jn 6,31). El evangelista interpreta la cuestión de forma correcta, según criterio de fe, cuando pone en labios e Jesús esta contestación: «Yo soy el pan de la vida. El que se acerca a mí, no pasará hambre y el que tiene fe en mí, no tendrá nunca sed.» Y a los judíos les contesta: «Pero vosotros, como os he dicho, aunque habéis visto, no tenéis fe» (6,35-36). 16

         Para Jesús Dios habla también a través de los acontecimientos temporales. Jesús no los refiere directamente a Dios; se opone más bien a la opinión popular de que los hombres a los que les sucede algo malo, sean castigados por Dios por sus pecados. 16

         Lucas pretende exhortar a la conversión. Los signos del tiempo apremian, el cristiano tiene que llegar a la decisión radical de liberarse de toda atadura terrena. 21

         El deseo de aprovechar a todas las conquistas de la ciencia y de la técnica, de aceptar todas las posibilidades de la planificación y de la previsión, de desarrollar una política inteligente, de mejorar las estructuras económicas y políticas, puede y tiene que ser apoyado por el cristiano, porque sabe muy bien que Dios no se entromete en las relaciones terrenas y que El no cambia, arbitrariamente ni en forma maravillosa, el decurso de la Historia. 23

         La duda sobre el futuro no se deja acallar tan fácilmente; hoy es más fuerte que nunca. En el conocido manifiesto de Bertrand Russell se lee:

                   «La vida del hombre es corta e impotente;

         sobre él y sobre todo el género humano

         desciende, lentamente, un ocaso seguro,

         sin compasión y oscuro,

         ciego para lo bueno y lo malo;

         no parando ante la destrucción,

         irrumpe incesantemente la omnipotente materia.» 25

         Esta visión es consecuente a una concepción materialista del mundo. La «materia omnipotente» es el mito en el que caen hombres que no encuentran ya sentido al acaecer del mundo, no es más que una derivación de la antigua fe en el destino, que satisfizo , en forma vaporosa y opresora, a los hombre de la baja edad antigua, de la cultura helenística decadente. Los futurólogos actuales se oponen a una tal visión. John Wren-Lewis escribe: «La auténtica ciencia nada sabe de la «materia omnipotente. …La materia omnipotente es, como el Dios omnipotente de la religión  tradicional, sólo una fantasía, en la que determinados hombres se pueden guarecer para escapar al reto de tomarse en serio como seres creativos.» 26

         La creatividad del hombre está limitada por su creaturidad. 26

         «Jahwe, Dios, formó al hombre del polvo de la tierra y le sopló el aliento de vida. Así fue el hombre un ser vivo» (Gen 2,7). La Biblia es, como se dice hoy, un libro de teología narrativa; es decir, lo que se quiere expresar teológicamente, se hace en forma narrativa. Cuando la tradición antigua (Yahwista) narra, en forma sencilla y metafórica el origen del hombre,  está expresándose sobre la esencia del hombre. El hombre es un ser terrestre, como indica el juego de palabras en lengua hebrea (adam = hombre, tomado de adamah = tierra), ligado íntimamente a la tierra, pro razón de su cuerpo, y sin embargo, lleno de una vida que le eleva, por razón de su espíritu, sobre el resto de la creación y le asemeja a Dios. 28

         La capacidad del hombre para utilizar sus fuerzas espirituales y someter el mundo material a su servicio, queda reconocida en el concepto de creación; y todavía más: se considera esa función como un encargo de Dios. Dios ha comunicado al hombre algo de su poder creador (creatividad) y le ha dado una tarea a realizar en el mundo, que jamás le será quitada. (…) El señorío de Dios no viene a sustituir al afán del hombre para someterse el mundo historicoterreno y apropiárselo. Aunque Jesús pronuncia su sí al Dios creador, no está contra la investigación y el progreso de la humanidad, contra el desarrollo de la vida y la alegría por la belleza de este mundo. 29

         Toda la confusión de la historia humana adquiere un sentido, cuando se ve en ella la escondida dirección de Dios. En Israel, la interpretación de la historia se hace siempre bajo este aspecto de fe, manteniéndose siempre este pensamiento: Dios, con su sabiduría y poder, convierte en bueno todo lo que los hombres han hecho de malo. Para ello no necesita intervenir directa y bruscamente en la historia; sino que El puede mover los pensamientos y los corazones de los hombres, como en el caso del rey persa Ciro, que deja volver a los israelitas desde la cautividad de Babilonia. El puede escogerse hombres y pueblos para utilizarlos como instrumentos. La fe ve a Dios operante, tanto en la creación como en la historia. Dios es su rector escondido, sin quitar a los hombres su libertad de obrar. 30

         Esta fe en Dios que, en lo escondido, todo lo dirige decide, que se escapa a los pensamientos de los hombres y se opone a los sabios y poderosos, es también para Jesús el fundamento de su mensaje de salvación. 30

         Se inicia en el actuar de Jesús el señorío de Dios, un señorío interior y liberador, ya que su ley no es mandar, sino servir. 35

         Criticaba las muchas y pequeñas observancias que aquellos guardianes de la Ley habían prescrito, con buena intención seguramente, para preservar la Ley y constituir, sobre ellas, la vida entera. Pero esto les condujo a un interpretación humana y estricta, a una pérdida de la libertad y a una opresión interior, como también a la superioridad, autosuficiencia y orgullo de los piadosos observantes de la Ley.

         Jesús vio esta estrechez humana y se irritó  ante el desprecio en que tenían a los demás hombres, que no podían cumplir estas elevadas exigencias. 36

         El Reino de Dios sería una fuerza eficaz en los hombres. Se podría pensar en la gracia o el espíritu de Dios, que impulsan el corazón del hombre hacia el bien. Pero la expresión Reino de Dios, no se emplea, en este sentido, en ninguna otra parte, y resulta dudoso el convertir el Reino de Dios en una categoría interior al alma. Jesús lo entendió de otra manera. 41

         Dejando aparte las cifras oficiosas de los intentos de suicidio, fueron en un año más de 13.000 hombres, entre ellos muchos jóvenes, los que pusieron fin a su vida. Entre las causas de la muerte de jóvenes de 15 a 20 años, ocupaba el suicidio el segundo lugar. 46

         La esperanza pertenece a lo específicamente cristiano. Se fundamenta en la fe que esclarece el sentido de la vida, el enigma del mundo y la oscuridad de la historia; y da fortaleza, mediante el amor, que se recibe y se vuelve a regalar, y sin el cual toda realización carecería de sentido. 47

         Pablo utiliza la expresión «gloria», que tiene en la Biblia un matiz elevado, pero que para el hombre de hoy casi es ininteligible. Quiere significar la participación imperturbable en la vida de Dios, con todo su esplendor, su belleza y alegría. 48

         Los padecimientos y necesidades de este mundo tienen también su sentido. Sólo a través de ellos, desarrolla la esperanza toda su fuerzas. Con una concatenación lógica, concisa y llena de efecto, conduce la línea de sus pensamiento hasta la esperanza: «la paciencia produce crédito, el crédito esperanza». Mediante este soportar las tribulaciones y vicisitudes terrenas la esperanza, abierta por Dios, se convierte en posesión personal. Que acepta y soporta las contrariedades y ataques, porque sabe que  todavía no está en la consumación de la esperanza, sino en el camino de la prueba y del acrisolamiento, aprende paciencia, firmeza, perseverancia. La expresión griega paciencia dice mucho más que nuestro correspondiente vocablo. Significa la potencia de aguantar, el estar y permanecer firmes,. es decir, no una posición pasiva, sino un resistir valiente. 49

         Uniéndose a los sufrimientos de su Señor, rinde a los demás un gran servicio: muestra que las tribulaciones y sufrimientos pertenecen también a este mundo y que no es lícito rechazarlos de la consciencia. Tienen que ser vencidos, aceptándoles y conociendo su sentido. Y Palo lo enseña no sólo con palabras, sino con el ejemplo de su propia persona. 52

         Aceptación del propio dolor significa, también, solidaridad con la humanidad doliente. 53

    Pablo ha representado como poderes peligrosos y destructivos, todas aquellas cosas aplastantes y amenazadoras, que ensombrecen la vida humana e impiden a los hombres la verdadera plenitud de su ser humano. En Rom 6-8, capítulos que siguen al que trata sobre la esperanza, cita Pablo distintos «poderes malignos» que actúan juntos, para la dirección de los hombres. Para los cristianos estos poderes están ya vencidos por la redención de Jesucristo, pero los siguen encontrando en el mundo y están expuesto a su ataque. esto vela especialmente para el poder del pecado, que esclaviza interiormente a los hombres, los reduce a prisión y los entrega a la muerte; a aquella muerte última, que consiste en el juicio de Dios sobre una vida culpable y equivocada, un fin aniquilador. El cristiano ha sido liberado del poder del pecado y no debe someterse más a él. (Rom 6). 55

         El espíritu divino de vida, que nos ha sido regalado, no nos ahorra la fatiga del esfuerzo moral. «Si vivís de ese modo, vais a la muerte, y, al contrario, si con el espíritu, dais muerte a las bajas acciones, viviréis» (8,13). Lo que Pablo llama carne no es el cuerpo con sus necesidades materiales, sino el hombre con sus malas inclinaciones. Quien cede ante ellas y las hace norma de su conducta, va al encuentro de la muerte, que significa no sólo el fin de la vida física, sino, además, el errar objetivo propio de la vida y su ocaso total y definitivo. 56-7

         Lo que hoy llamamos condición trascendental del hombre, ese tender del hombre hacia el cumplimiento definitivo de su sentido, que no se lo puede dar la existencia terrena, está, para Pablo, como para Jesús, claro y forma el presupuesto de su menaje y esperanza: «Si la esperanza que tenemos en el Mesías es sólo para esta vida, somos los más desgraciados de los hombres» (1 Cor 14,19). 47

         Es muy digna de tenerse en cuenta la enseñanza que recibe la comunidad de Juan, para comportarse en su situación de opresión. No deben oponer odio al odio, sino mostrarse, por medio de su amor y sus obras, como pertenecientes a Dios y como una comunidad de discípulos de Jesús. Debe dar un testimonio frente al mundo, mediante su forma de vivir según Dios, mediante la puesta en práctica de las enseñanzas de Cristo, especialmente del precepto del amor, y convencer así de la verdad de la fe de Cristo. ¿Puede esto expresarse más bella y claramente que en la oración de Jesús despidiéndose de sus discípulos en el cenáculo? 66

         «Que sean todos uno, como Tu, Padre, estás conmigo y Yo contigo; que también ellos estén con nosotros, para que el mundo crea que Tu me enviaste. Yo les he dado a ellos la gloria que Tu me diste, la de ser uno como lo somos nosotros, yo unido con ellos y Tu conmigo, para que queden realizados en la unidad. Así sabrá el mundo que Tu me enviaste y que los has amado a ellos como a mí» (17,21-23).

         El que Dios venga y tome vivienda entre los hombres (comparar con Jn 14,24); la penetración de fuerzas vitales divinas en los hombres. Donde Dios está, allí está El con su vida y luz, su verdad, su amor, su alegría. 69

         «Quien oye mi mensaje y da fe al que me envió, posee vida eterna y no se le llama a juicio; ya ha pasado de la muerte a la vida» (Jn 5,24), textualmente: ya en este mundo. 70-1

         «Rezar es enterrarse por completo en Dios,

         y desde Dios resucitar a la vida.» (Walter Flex). 71

         «Hay que rezar para soportar el espanto de este mundo. Hay que rezar para ser puro.

         Hay que rezar, para alcanzar la fuerza de esperar.

         Para el hombre que reza, no hay ni desesperación ni tristeza amarga.» (León Bloy) 71

         «Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, entonces, pedid todo lo que querías: os será concedido.» (Jn). En esta gran promesa, que surge repetidamente en el discurso de despedida, no se trata, con toda seguridad, de las cosas diarias, sino de todo lo que corresponde a la condición de discípulo: ser creíble en el mundo, producir fruto en el amor, unidad y hermandad, continuación de la obra de Jesús. Para la relación con el mundo y para el comportamiento en el mundo, la oración es el lugar del recogimiento, del adquirir fuerza, del nuevo despuntar, como acaecía también de la vida de Jesús. 71-2

         Si no crece en el niño la confianza instintiva, le falta lo más importante para su desarrollo futuro. Cuando un hombre no ha experimentado el sentirse arropado por el amor de otro ser humano, surge en él la agresividad y el comportamiento antisocial. Si continuamente es sacudida y decepcionada su confianza en los demás hombres, queda impedida su relación para con el mundo. 74

         Es verdad que hoy son muchos los hombres que se ocupan de esto, sea por humanismo o por opinar que de otra forma no hay futuro para la humanidad. Pero, para los cristianos, a los que su fe señala la dirección, la exigencia del amor fraterno, está más profundamente funda y más firmemente anclada en su posición de la fe. 75

      La actuación de Jesús deja esto bien claro: amar es servir, inclinarse hacia los más pequeños, entregarse a los demás. 76

         En la intención de Juan, el lavatorio de los pies muestra todavía algo más: es un signo de la muerte de Jesús. esta elevada muestra de su amor, está continuamente ante los ojos de la comunidad. «Hemos comprendido lo que es el amor, porque El se desprendió de su vida pro nosotros; ahora, también nosotros, debemos desprendernos de la vida por nuestros hermanos» (1 Jn 3,16). 76

         Jesús ha traído algo nuevo al mundo con el amor que ha enseñado, vivido y sellado con su muerte; ha dejado brillar una luz que no se extingue jamás. Pues El vive aún en su comunidad y obra, mediante ella; por ello se dice «en él y en vosotros». Casi se asusta uno al oír esta declaración: en la comunidad se continúa la revelación y la realidad del amor que Jesús trajo al mundo. En otra cita se dice en forma semejante: «Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos» (1 Jn 3,14). 77

         «El que está con vosotros es más fuerte que el que está con el mundo (1Jn 4,4). A pesar de todo el poder del Malo, Dios sigue siendo el más fuerte. 78

         El amor que con Jesús vino al mundo, el que vence todo poder del Malo y abre un camino hacia el futuro que nunca acaba en fracaso. 78

         No es un espumeante gusto de vivir, tampoco una alegría ruidosa, sino una alegría tranquila que calienta por dentro y que no puede revertir fácilmente en depresión, como sucede con los estados de ánimo eufóricos. 78

         La comunidad vive en esa consciencia de la presencia de Cristo y aunque todavía tenga que soportar la calamidades de este mundo, se siente llena de la paz de Cristo y de su alegría imperecedera. 79

         Hay fenómenos deprimentes y amenazadores que aparecen señalar tormenta, destrucción y decadencia. Pero hay otros signos de tonos no tan grises y que son visibles y percibibles. Hay fuerzas de salvación y de vida, que están actuando en la profundidad, en el corazón de los hombres, fuerzas que cooperan eficazmente a la reunión y unión de los buenos, a la liberación de los oprimidos, a la salvación de los angustiados y menesterosos, a la reconciliación a la paz. 80

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[1] Sal Terrae, Santander, 1977.