No tenía aspecto humano

La pasion, de Mel Gibson

Viernes Santo: Impresionan y sobrecogen estas palabras del profetas Isaías referidas a Jesús. Estaba tan desfigurado por el horror de la crueldad, que nadie hubiera ya pensado que aquel ser tan denostado, humillado y masacrado, pudiera ser Dios.

Como muchos se espantaron de él,

Porque desfigurado no parecía hombre

Ni tenía aspecto humano (…).

Lo vimos sin aspecto atrayente,

Despreciado y evitado de los hombres,

Como un hombre de dolores

Acostumbrado a sufrimientos,

Ante el cuales e ocultan los rostros,

Despreciado y desestimado.

El soportó nuestros sufrimientos

Y aguantó nuestros dolores;

Nosotros lo estimamos leproso,

Herido de Dios y humillado;

Pero él fue traspasado por nuestras rebeliones,

Triturado por nuestros crímenes.

(…)

Maltratado, se humillaba y no abría boca:

Como cordero llevado al matadero.

(Is 52,13-14; 53,1ss)

 

Así aparecía en su pasión a los ojos de aquellos que unos días antes le habían aclamado en su entrada a Jerusalén. Esta desfiguración del rostro de Dios, en su asumida imagen y semejanza, revela, de manera inimaginable, la cualidad del amor de Dios para con los hombres.

Dios asumiendo la encarnadura redime al hombre, aunque no hubiera muerto de forma dramática. Su trágica muerte fue la consecuencia del choque del Bien contra el mal, en el terreno de los hombres. Jesús fue fiel a su misión, sin retroceder, dándose sin reservas, sin guardar nada para sí, ni siquiera lo que más le costó: su propia vida.

No hay nada más maravilloso y nada que merezca más la pena meditar que es el Amor de Dios hacia nosotros, todo lo demás es secundario.

Aprovechemos la Semana Santa para contemplar a Jesucristo, y fijémonos en su Madre, expresión también de lo que la Iglesia es y debe hacer: abrir los brazos como Madre a todos los hombres.

La Pasion, de Mel Gibson

ACTUALIDAD CATÓLICA