Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios,
entonces yo digo: «Aquí estoy». (Sal 39)
Categoría: XTO
Ángelus, 22-1-2023. Seguir a Jesús
El Señor siempre se acerca a nosotros, siempre. No tengáis miedo de dejarlo todo si es para seguir a Jesús, siempre estaremos mejor y seremos mejores.
La segunda Epifanía: El Bautismo del Señor
Uno que se ha hecho carne nuestra, que se ha unido a la cordada de los pecadores —sin serlo—, que se ha sometido —sin necesitarlo— tal día que hoy para siempre, al Bautismo, como uno de tantos. Dios, nuestro Señor, lo podría —en su omnipotencia— haber hecho de otra manera, seguro; pero quiso ser Jesús, para asumir formalmente la condición humana y manifestar su divinidad como el Cristo prometido y salvador esperado.
Día de los Reyes Magos

Imagínense el espectáculo singular: tres señores personajes (reyes) ricamente engalanados, con sirvientes y cabalgata, etc., asomándose a la puertucha de un establo e inclinándose rodilla en tierra ante una criaturita insignificante acunada en un pesebre de caballerías. ¡Imagínense, se puede, la escena! Lo de Dios es increíble; pero así es, para asombro de todos -los que creemos y los que no-.
Epifanía del Señor, día de Reyes
Este es el día, 6 de enero, en que el Rey de reyes, el Señor de señores, ha tenido a bien manifestarse a los más representativos de los diferentes lugares y razas de la Tierra, llamados Reyes Magos, para anunciar que ha tomado la condición humana para salvar a toda la Humanidad. Seguir leyendo «Epifanía del Señor, día de Reyes»
Esta es nuestra fe:
Signos de contradicción
Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción» (Lc 2,34).
Estupor: el Dios de un establo
La fe cristiana roza el absurdo. Parece increíble, es decir, digno de no creer el creer en un Dios que nace en un establo. Es tan increíble que por ello mismo es digno de creer: Solo al Dios verdadero se le podría imaginar tal cosa; ninguna invención humana se le podría ocurrir hacer nacer a mismísimo Dios, el dueño del universo entero, nacer en esas condiciones.