Esta es la tercera de la tres epifanías —las otras: Reyes y el Bautizo—. Las tres, pues, las celebramos seguidas en enero. Esta se enmarca en una boda (cuyo desarrollo pueden leer en la perícopa evangélica expuesta abajo), en la que Jesucristo manifiesta su origen glorioso a la gente cercana y a los apóstoles, para que estos crean quién es. Y a este acontecimiento marca el inicio de su misión de anunciar la Buena Nueva, del Reino. Seguir leyendo «La tercera Epifanía del Señor, la boda de Caná»
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Intocables. A los que Dios toca.
Dios tiene una especial predilección por aquellos que todo el mundo desprecia, por los excluidos, los descartados, los miserables, los pordioseros, los apestados (que tienen la peste y/o que apestan)… Los malditos, en definitiva. El Evangelio (Mc 1,40-45) de hoy 16 de enero nos habla de la actitud de Jesús ante estos intocables, en este caso con lepra.
La autoridad de Jesús
El Evangelio según san Marcos (1,21-28) de la misa de hoy, 14 de enero, nos cuenta un acontecimiento que será común de la vida pública de Jesús: su predicación potente se ve ratificada por los hechos de salvación milagrosa de los que acuden a él para ser sanados física y espiritualmente.
«Debemos invocar a Jesús: invocarlo allí, donde sentimos que las cadenas del mal y del miedo aprietan con más intensidad.» (Papa Francisco).
La segunda Epifanía: El Bautismo del Señor
Uno que se ha hecho carne nuestra, que se ha unido a la cordada de los pecadores —sin serlo—, que se ha sometido —sin necesitarlo— tal día que hoy para siempre, al Bautismo, como uno de tantos. Dios, nuestro Señor, lo podría —en su omnipotencia— haber hecho de otra manera, seguro; pero quiso ser Jesús, para asumir formalmente la condición humana y manifestar su divinidad como el Cristo prometido y salvador esperado.
Todo es amor
«Quia amasti me, feciste me amabilem», decía san Agustín. «Porque me amaste primero me hiciste también amable y capaz de amar».
Dios se saltó un renglón
Hoy, 10 de enero, se lee en la misa el Evangelio según san Lucas (4,14-22a), del que en la segunda parte extraemos la siguiente enseñanza.
El rostro más autentico de Dios: es el del amor misericordioso. Jesús omitió un reglón de las Escrituras, para revelarnos cómo Dios realmente es.