Las victimas a ser abortadas no importan

Las personas de fe católica no podemos respaldar con nuestro voto ciertas cosas que son inasumibles para  la doctrina y la moral que practicamos.

En una entrevista a la presidenta de la Comunidad de Madrid Isabel Díaz Ayuso del Partido Popular realizada el 1 de septiembre, en la emisora de radio Onda Cero, manifestó ante la pregunta de si era partidaria de que las jóvenes entre 16 y 18 años puedan abortar sin el consentimiento paterno: «Tiene que abortar».

Lo más amargamente decepcionante es que ninguno de los presentes (ni los cuatro periodistas ni la presidenta) repararon por un instante en la victima, en a quien se aborta arrancándole su ser, su dignidad y derechos. La criaturita, el aún no nacido, pero una realidad latente; en definitiva, un ser humano vivo al que no se le tiene en cuenta para nada. Ni lo han mencionada, nada. El abortado no es nadie ni nada. Para esta gente (los cinco presentes -ateos o agnósticos ellos-) abortar viene a ser como quitarse una verruga que te ha salido en la piel; la opinión de la fe religiosa para ellos no cuenta ni supone nada, como tampoco la de la filosofía, como la de Gustavo bueno que calificaba el aborto como una atrocidad, o la de la ciencia, que va dando pasos en la dirección de considerar como distinta de la madre la vida ahí naciente, o ya rizando el rizo, hasta la del ecologismo, que si se defiende el huevo de un águila, de una cigüeña, o la vida de un polluelo o la cría de tal animal, o especie protegida como un lobo, ¿cómo no la del un bebe en el vientre de su madre?, y es más, en cualquier caso y cuanto menos es algo negativo, un atentado destructivo, aniquilador de lo que ya es o va siendo (sea lo que sea).  

A los más débiles y vulnerables nadie los considera, las víctimas de los abortos son un cero a la izquierda; no merecen ninguna reflexión, atención, reconocimiento… Esto es lo que piensan los partidos españoles, en su inmensa mayoría, tanto de izquierdas como de derecha conservadora y liberar. Una pena.

En fin, admirada Isabel Díaz Ayuso, nos has decepcionado; no opinabas así tiempo atrás, hace 3 o 4 años. Prefieres la mayoría de los votos a la verdad. Una pena. Ningún católico te debería votar.

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