La oración es necesaria, fundamental

Somos seguidores de Jesús. El es el camino. El nos enseña la senda de sus pasos…: «Muy de mañana, se levantó, salió y se fue a un lugar solitario, y allí oraba.» (Mc 11,35). «El se retiraba a los lugares solitarios para orar» (Lc 5,16).

La oración está ante todo; precede a todo. Luego viene lo demás: la acción, la caridad, el compromiso… El hacer del que Jesucristo dijo: «sin mi no podéis hacer nada». (Jn 15,5b).

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        Un político, en un probable cuarto de hora de buena voluntad que coincidió con una ocasional proximidad a la Madre Teresa, le pidió un «consejo especial» para el mejor desempeño de su tarea:

           La Madre Teresa le contestó:

           —Dedique un poco más de tiempo a estar de rodillas.[1]

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La oración no es que sea necesaria, es lo primero y fundamental. Y hoy día más que nunca. Nadie se mantendrá en pie por sí solo. Urge tomar conciencia seriamente de ello, y emplear tiempo a orar. Sin la oración la fe no se sostiene. En los tiempos actuales será arrasa como una casa -por bella que sea- construida sobre arena ante la llega del huracán de la mundanidad, la apostasía y increencia.

Consejo de Francisco a los religiosos contra la tentación mundana: «Dar prioridad a la oración»

Del 16 al 22 de agosto se celebró en Brasil la Semana de la Vida Consagrada, y con ese motivo el Papa se dirigió a los religiosos en una carta fechada el 5 de agosto en la que les pide «evitar la tentación de tener una visión mundana, que nos impide ver la gracia de Dios como protagonista de la vida y nos lleva a salir en busca de cualquier sustituto”.

Francisco recordó que «el itinerario vocacional tiene su origen en la experiencia de saberse amado por Dios: la vida misma es ya fruto de una llamada de Dios; nos ha llamado a la vida porque nos ama y ha predispuesto todo para que cada uno de nosotros sea único, acompañándonos por los caminos, a veces polvorientos, de nuestra vida y, conociendo nuestra conmovedora nostalgia de amor y de felicidad, nos llama a la alegría, que se encuentra sólo en el don de sí mismo a los demás”.

Ante el cambio de época actual, añadió, el mejor antídoto contra la tentación de la mundanidad «es dar prioridad a la oración en medio de todas nuestras actividades, con la certeza de que quien mantiene la mirada fija en Jesús aprende a vivir para servir, porque experimenta lo que dijo el profeta Isaías: ‘Tú eres precioso a mis ojos… Yo te amo’”.

 “¿Es Jesús realmente el primero y único amor, como nos hemos propuesto cuando profesamos nuestros votos? Sólo si es así, podemos y debemos amar en la verdad y la misericordia a toda persona que encontramos en nuestro camino, porque habremos aprendido de él lo que es el amor y cómo amar: sabremos amar porque tendremos su mismo corazón».

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[1] GONZALEZ-BALADO, J. L., Madre Teresa de Calcuta, Acento Ed., Madrid 1998, p.21.

 

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