Sin duda que estamos envueltos en un proceso —diabólico— por acabar con la verdad y la naturaleza humana (y cabría añadir: especialmente en cuanto cristiana). Este es el fundamental objetivo de la actual cultura de la muerte, que cabalga lomos del llamado progresismo (tanto de izquierdas como de derechas). Seguir leyendo «Objetivo: abatir al ser humano»
«¿Por qué los impíos prosperan en sus caminos? ¿Por qué viven en paz los pérfidos?» (Jr 12,1b).
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Años atrás el papa Francisco mandaba un mensaje a los grades de Davos: «La tecnología debe proteger la vida».
Algo hay que no va como se supone que debería ir. La mediocridad existencial del ser humano de actual es apabullante. No hay honor, no hay amor a la verdad, no hay moral, no hay grandeza, no hay genio creador, no hay aspiración a lo más sublime y elevado; se vive para nada, sin trascendencia, sometidos a la efímera transitorialidad de los placeres fugaces.
En los momentos que vivimos hay muchas cosas importantes que están siendo cuestionadas, o, por ser más exactos, atacadas, con el objetivo de hacerlas desaparecer o limitar su importancia lo máximo posible. Entre estas están: la familia, la Iglesia, la antropología o naturaleza humano-cristiana, la conciencia, la verdad, etc.
Resulta asombroso como se ha instalado una especie de cultura «mágica» (mentalidad esotérica, espiritista, mentalista) proveniente de círculos enemigos de la fe cristiana o del sentido común.
Se suelde decir que la victoria tiene muchos padres y la derrota es huérfana. Pero… ¿y de esta situación preocupante, alarmante, de la progresiva deshumanización en los tiempos actuales quién es el responsable?
Este era un tiempo pretérito, remoto, oscuro de la Historia, y/o un lugar apartado del Mundo, donde opinar estaba prohibido; decir según qué cosas podría acarrear graves consecuencias…
