Un lío más, porque en esta Iglesia nuestra lo del hagan lío se ha convertido en algo tan habitual que lo extraño es que algo sea medio normal.
Hace unos días nos sorprendió el papa diciendo claramente a los obispos italianos que no admitieran homosexuales en los seminarios porque ya teníamos demasiada mariconería. Servidor no se lo terminó de creer, las cosas como son, y hasta inventé una supuesta conversación entre el papa Francisco y el P. James Martin que ya ven por dónde ha resultado profética. Tampoco era tan difícil imaginarlo, ya que la tolerancia del papa hacia el mundo rosa es de todos conocida.
Pero bueno, el papa dijo lo que dijo y todos quisimos entender que las normas de Benedicto XVI sobre el acceso de varones homosexuales seguirán siendo válidas. Recuerden: la Iglesia, respetando profundamente a las personas en cuestión, no puede admitir al Seminario y a las Órdenes Sagradas a quienes practican la homosexualidad, presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas o sostienen la así llamada cultura gay.
Estos días hemos conocido dos noticias que nos han dejado patidifusos:
Por un lado, que el mismo papa Francisco haya escrito el prólogo de un libro del P. James Martin, qué les voy a contar que ustedes no sepan, y que ese libro lo haya editado la libreria vaticana.
Pero es que, además, hemos conocido la carta que el papa ha enviado al italiano Michele Noè Caruso, excluido del seminario por declararse homosexual, animándole a que siga adelante con su vocación.
Según recoge la noticia publicada en Aciprensa, el joven de 22 años escribió un correo electrónico el pasado 28 de mayo dirigido al Santo Padre en el que contaba su situación personal, afirmando que él “quería ser un sacerdote”, pero que sin embargo no se lo han permitido debido a su orientación sexual.
El Papa Francisco respondió al joven en una carta con su firma en la que invitó a Caruso a continuar con su vocación y remarcó que “la Iglesia debe estar abierta a todos”.
En su misiva, el Pontífice también denuncia el clericalismo, al que se refiere como “una peste” y una “fea mundanidad”.
“Jesús llama a todos, a todos. Algunos piensan que la Iglesia es una aduana, y eso es feo. La Iglesia debe estar abierta a todos. Hermano, sigue adelante con tu vocación”, le exhortó el Santo Padre.
Pues eso. Hagan lío.
P. Jorge González