Sobre este problemón y sus ramificaciones negativas:
- No se aborda el problema en sí, es decir, dar solución, que acabsure con lo que principalmente empuja a la que gente masivamente emigra: el hambre. En cuanto a este punto hemos publicado el siguiente archivo: «Dar soluciones a la migración«.
- Otro punto a destacar es la avalancha de gente que, ha entrado y entra en los países como España, Inglaterra, Francia, Alemania, etc., que están creando unas tensiones internar y desestabilización las sociedades. En España están entrado más de medio millón al año, en estos años de sigo la población (que no tiene hijos de remplazo; de os autóctonos mueren más que nacen) ha pasado a tener 9 millones más, de 40 a 49.
- Amén de lo que acarrea esa irrupción en sociedades muy estabuladas, en sentido laboral, e vivienda, asistencial, etc., se dan dos cuestiones importantes: la cultura o cosmovisión de esos nuevos ciudadanos, y la violencia de algunos de estos -una minoría-, que se hace notar, que se debe a la mentalidad machista, al desarraigo, a que tiene problemas de salud mental, o que arrastran un historia delincuencial, etc.
- Otro factor importantes tener en cuenta: la manipulación de los emigrantes que se da por parte de las mafias de traficantes que se enriquecen a costa de esta gente, y por otros, ONGs, que abstienen ingresos de subvenciones y aportaciones diversas de gente de buena voluntad; pero que forman parte de esa cadena.
- Una cuestión grave es la otra manipulación de los mismos Estados para utilizar a masas de gente, propios ciudadanos, a los que introducen en países que quieren dañar (o hacer la guerra), a ciudadanos propio, conflictivos, delincuentes, vagabundos ,psicópatas, etc. que se los quitan de encima y los mandan a crear problemas a otros países.
Se introduce mucha gente, a la que se acoge sin identificar, sin saber quién, su historia, si tiene antecedentes penales o si está en busca y captura, o si ha sido puesto en libertad siendo un terrorista o un enfermo mental, etc. Y les de deja sueltos por las calles de España.
Todo esto, y más, está creando un caldo de cultivo que no sabemos en qué va a acabar. pero no pida nada bien.
No se puede abrir las puertas -quitar las fronteras de un país- dejando que entre más y más gente, en cantidades ilimitadas y de toda laya. Porque en este país se dará una ingente población, que por su cantidad y condición, y se hará invivible; hasta que acabe en un estado fallido, colapsado y que explote de mil maneras. Esto pasará, al tiempo.
Representantes de la Conferencia Episcopal Española, Cáritas, CONFER y otras entidades eclesiales se reunieron con los principales partidos en el Congreso para impulsar la Iniciativa regularización de 500.000 migrantes.
Alguien podrá decir que si el Vaticano no acoge sino que encarcela al que se mete en su territorio, que es algo lógico pues en un espacio tan pequeño no se cabe… Ah, o sea, que si hay una causa -que lo justifique suficientemente- entonces sí se les puede impedir la entrada o aplicarles la ley vigente. Hay quienes esgrimen razones potentes en sus diversos países y no por ello han de ser xenófogos, y hay, a su vez, quien simplemente piden que se cumplen las leyes vigentes al respecto; que no gusta que se plantee esta exigencia legal, pues tengan valor de cambiar la ley, pero no lo harán, pretenden soplar y absolver al mismo tiempo, y mientras tanto ir tirando.
Hay, incluso algún obispo, que se atreve a meterse con los débiles políticamente, como VOX, cuando pide medidas que se ajusten a la ley vigente, y en nombre de no se sabe qué se le tacha de «no cristiano». En fin que hay algún obispo que arremete contra los que piden la legalidad con los migrantes, y en cambio no dice nada sobre los que están a favor de los abortos.
Quien critica debería de tener la gallardía o coraje que surge de la honradez moral de aportar su solución :es decir qué está dispuesto a hacer por solucionarlo, cuál es el sacrificio que haría…
La migración es como el rayo que no cesa, ni dejará de cesar mientras no se procure una solución de calado, bueno, la única posible como realmente solucionable: el que el mundo próspero acabe con el hambre en el tercer mundo. Todos los demás intentos son como parches para simular, autoengañarnos, que hacemos algo. En este tema tan sangrante, pues afecta a muchísima gente, y gente pobre, desesperada, a la que la Iglesia no puede ignorar. Los cristianos tenemos una obligación moral de tratar al prójimo fraternamente, con un amor como a uno mismo; como mandato divino.

