Mi gran boda griega es una comedia romántica donde un hombre norteamericano se casa con una mujer griega.
El padre de la novia continuamente habla de que todo en el mundo tiene una raíz griega. No cabe duda de que el contexto es el de una película de humor.
Evidentemente, no se lo debemos todo a los griegos. Existen otras civilizaciones donde se desarrolló la filosofía, la ciencia y la tecnología. China es quizá el caso más notable, con grandes pensadores e inventos como la pólvora, el papel, la brújula o la imprenta.
También cabe destacar a Mesopotamia y Egipto. De hecho, se cree que Tales de Mileto estuvo aprendiendo matemáticas, astronomía y meteorología en estas dos civilizaciones.
Sin embargo, lo que distingue a la civilización griega es su manera de concebir el mundo. La cosmovisión basada en dioses asociados al devenir de las fuerzas de la naturaleza va cambiando con un nuevo modo de pensar donde se busca una explicación razonada de los fenómenos naturales.
Las maneras de abordar esto fueron muy diversas, tanto que a veces se aprovecha esta variedad proponer la teoría del conflicto entre ciencia y religión.
Carl Sagan, en su famosa serie de televisión Cosmos, defendía la idea de que Tales de Mileto y algunos otros griegos empujaron el desarrollo de la ciencia, pero que luego Platón, Aristóteles y el cristianismo frenaron este progreso hasta que en la Edad Moderna nos liberamos de estas ataduras. Para obtener esta conclusión se apoyaba, por ejemplo, en una frase de Platón: “todo está lleno de dioses”, como haciendo ver que los dioses no dejan espacio al pensamiento científico, y contraponía esta cita a Tales de Mileto.
Lo curioso es que esta idea la tomó Platón precisamente del propio Tales. Vamos, que la cuestión de los dioses, con excepciones, se mantuvo muy presente en el pensamiento griego.
En realidad, lo que se desmoronó gradualmente en Grecia fue la noción de que cada fuerza de la naturaleza estaba representada por un dios. Pero, si las fuerzas de la naturaleza no se explican cada una por la presencia de un dios particular, entonces ¿nos quedamos sin dioses?
Todo lo que nos rodea debe surgir de algún lugar. Resulta necesaria una causa de todas las cosas, y comprender esto bien fue un proceso lento.
De hecho, la idea de los dioses de la naturaleza pervivió durante mucho tiempo en la cultura griega, incluso después de Cristo. Menuda la que le montaron a San Pablo en Éfeso, años después de la resurrección de Jesús. Esta deidad contaba con un templo y se vendían estatuillas con su efigie. San Pablo, con su predicación, les estaba quitando el negocio y la devoción. Los pensadores griegos y el cristianismo estaban minando esta cultura.
Así, el propio San Pablo reconoce triunfante en la carta a los Gálatas: ‘Ya se ha cumplido el plazo. Está cerca el Reino de Dios’. Este mensaje apunta al momento crucial de la llegada de Jesús, que muere y resucita.
Pero además es importante destacar que esta llegada no fue accidental. Dios sabe en qué momento hacer cada cosa y lo hizo cuando los tres pilares de nuestra cultura, Jerusalén, Atenas y Roma, habían alcanzado su plenitud.
Ignacio Del Villar