Nos alegramos infinitamente

Ayer hemos conocido por fin el texto de “Dignitas infinita«. La verdad es que muchos nos temíamos lo peor, dados los antecedentes. Pero ya ven, ha salido un texto mucho más que potable.

Seguro que vamos a encontrar comentarios sangrantes capaces de analizar la discordancia de la coma del tercer párrafo con un texto conciliar del siglo XIV. Oigan, que nadie es perfecto, y el texto es siempre mejorable, pero dicho esto, personalmente me parece más que aceptable. Lo comentaré en las noticias del próximo viernes.

Cosas que destacar:

La Iglesia, a la luz de la Revelación, reafirma y confirma absolutamente esta dignidad ontológica de la persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios y redimida en Cristo Jesús. De esta verdad extrae las razones de su compromiso con los que son más débiles y menos capacitados, insistiendo siempre «sobre el primado de la persona humana y la defensa de su dignidad más allá de toda circunstancia».

Es decir, que la dignidad de la persona no se toca y punto, sean las circunstancias que sean. Nuestra dignidad inviolable nos viene de la creación y la redención. Punto.

Destacar, lo que todos estábamos esperando, la denuncia de esas situaciones que van frontalmente contra la dignidad de la persona: el drama de la pobreza, la guerra, el trabajo de los emigrantes, la trata de personas, los abusos sexuales, las violencias contra las mujeres, el aborto, la maternidad subrogada, la eutanasia y el suicidio asistido, el descarte de las personas con discapacidad, la teoría de género, el cambio de sexo, la violencia digital. El tratamiento de estas situaciones me parece correcto y hasta valiente. Y no es nada fácil en estos momentos hablar con claridad de estas cosas, y se hace. 

Demasiadas veces se nos reprocha el que estemos con la escopeta cargada ante cualquier declaración del papa Francisco o cosa que salga últimamente de Doctrina de la Fe. Por supuesto que uno puede sacar cosas que le gusten más bien poco o volverse tiquismiquis por la ambiguedad de la subordinada de la subordinada de la explicación de un texto menor. No es este el caso. Me parece un texto más que correcto, valiente y sensato. Tan correcto, tan sensato, que a los obispos alemanes no les gusta nada. Buena señal.

Ahora lo que uno pide es que se aplique. 

P. Jorge González Guadalix

Infocatolica