Es la conclusión a la que llega un monje trapense del monasterio de la Abadía de Santa María de Viaceli está en el pueblo de Cóbreces, en Cantabria, Diócesis de Santander, España. El hermano Víctor en un video (casero) nos ofrece su testimonio de lo que le ha ocurrido:
Este es el resumen de video:
Viernes 27 de enero 2023, Abadía Viaceli.
A las 17 h. comienzo a escuchar una conferencia por internet. En el minuto 21 del audio, el P. Loring recomienda que todos los cristianos llevemos un crucifijo.
Yo nunca llevaba crucifijo. Tan solo solía llevar una medalla de San Benito, pero hacía dos semanas que la había perdido, así que ya no llevaba encima absolutamente nada.
A eso de las 17:30 h. me propuse conseguir un crucifijo algún día que mis superiores me diesen permiso para salir; pero no sabía cuándo tendría esa oportunidad…
Dos horas más tarde, a las 19:15 h., unas señoras me paran y me regalan un crucifijo porque ésa misma mañana habían estado en Garabandal, asegurándome una de ellas, de nombre Catalina, que la Virgen le había mandado que me consiguiera un crucifijo y me lo diese.
Era, que yo recuerde, ¡la primera vez en mi vida que alguien me regalaba un crucifijo para llevar colgado en el cuello! Además, ¡el crucifijo tiene insertada una medalla de San Benito igual que la que a mí se me había extraviado!
Lo que nos cuenta este hermano monje cisterciense, Víctor, no es más que un hecho de tantos como han ocurrido referidos a la manifestación de la Santísima Virgen del Carmen a primeros de los años sesenta del siglo pasado. Son una infinidad de datos de hecho precisos y concretos, de carácter sobrenatural, que ponen de relieve que lo que allí ocurrió —las apariciones de la Virgen a las cuatros niños— es digno de crédito. Fuel real, como reales son los hechos; los hechos son los hechos y no opiniones que se pueden discutir.
Los hechos fueron —y a veces, después, como lo de este video— fenómenos sobrenaturales. Hay algunos que se le puede aducir la casualidad, como este, sí claro; pero el factor fe viene a formalizar el acontecimiento en asentimiento. La casualidad cuando es contundente desafía al más pintado (científico-racionalista-ateo-materialista), y cuando amontonas un sinfín de datos y hechos acaecidos en Garabandal, que incluso escapan a lo casual y es claramente sobrenatural, no cabe sino de calificarlo obra del Cielo.
Después de esto, de esta afirmación de que las apariciones de la Virgen en Garabandal son verdad, viene lo siguiente —y que quizá sea lo más difícil de digerir, tragar, porque se hace bola—: Aceptar los mensajes, el contenido de lo allí dicho por la Virgen. Si es verdad lo uno, también lo otro; pues forma parte del todo.
Los mensajes —que no son contrarios a la doctrina católica— son comprometedores por su carácter exigente y profético, con tintes apocalípticos.
Por no alargarnos, pueden ver estos otros artículos que abundan en lo dicho:
San Sebastián de Garabandal, la verdad
Garabandal: ¿Están a punto de cumplirse las profecías?
Las apariciones de la Virgen María en San Sebastián de Garabandal
Y concluimos con lo que el hermano Víctor apunta:
Si las apariciones a las niñas hubiesen sido falsas, la Virgen no debería actuar en Garabandal, porque estaría alimentando una mentira. Como es imposible pensar que la Virgen quiera alimentar mentiras o colaborar con fraudes, la deducción lógica es que las apariciones a las niñas fueron reales.
Lo anunciado en San Sebastían de Garabandal, en sintonía con otros anuncios —Medjugorje, Fatima, Akita, Salette, Kibeho, etc.— están próximo a acaecer. ¡Velemos!