Pensamientos de Fe (115)

  1. La Fe mueve montañas, quita toneladas de odio, resentimiento, tristeza, odio e infelicidad.       
  2. Cuando hay que tomar una decisión importante, es responsable tomarse tiempos para rezar, invocar al Espíritu Santo, y seguidamente escuchar, y, comunitariamente, dialogar, en la confianza de que cada uno, incluso el más pequeño, tiene algo importante que decir, un don profético que compartir.  
  3. Los preadolescentes a partir de los 12 años se dedican a la fornicación sin ningún reparo, sin ninguna reflexión, sin tener nada en cuenta, sin responsabilidad…, sin consideración ni respeto por el verdadero amor. Esto avoca a un decepcionante futuro de sus vidas.
  4. Nuestros deseos (de felicidad) han de conformarse a  la voluntad de Dios.
  5. Nuestro obrar ha de estar en consonancia con lo que somos. De lo contrario, cualquier incoherencia que lo contradiga supone una pequeña o gran traición. Esto ocurre con el pecado según su gravedad. Nuestro ser decae, se aleja de la fuente de la vida, va perdiendo ser, se desfigura, sus virtudes se debilitan.
  6. Operari sequitur esse, el obrar sigue al ser; si eres cristiano se consecuente en tu dignidad, ejerce lo que eres, persiste en la condición de haber sido bautizado, de vivir en la gracia de los hijos de Dios, de pertenecer a su familia, de estar habitado por su Espíritu.
  7. Para que no se den contradicciones irresolubles, especialmente en las cuestiones de la dignidad -el respeto y la libertad- de la grandeza máxima posible de esa nueva «criatura» que Dios iba a llamar a la vida, a compartir la existencia eterna con Él, no había más posibilidad que aproximarse lo máximo posible a la cuadratura del círculo. Con todo ello, por amor a ese nuevo ser, Dios apostó por crear al ser humano. Y por si acaso, se desmadraba -que era lo más probable, tal y como se ha visto- el Creador se guardó un as en la manga: la de asumir él mismo la condición humana redentora. Es decir, Dios, sabiéndolo, sabiendo que se exponía a la cruz,  creó en su inmenso y puro amor a estos nuevos seres, los humanos.
  8. La voluntad de Dios es el camino, la enseñanza, la verdad, la manera de realizarnos en santidad; la que se ha de tener en cuenta antes que las opiniones, los deseos, los conocimientos, enseñanzas, «verdades» de los hombres. Ejemplo: si la Palabra de Dios nos revela, como voluntad suya y verdad, el no abortar; la voluntad humana de declarar el aborto como un derecho es un error y un pecado gravísimos. Una rebeldía contra la voluntad de Dios, que salva.
  9. Lo que le agrada a Dios, su voluntad, es la enseñanza a seguir, el camino, y a su vez la fuerza de mi fuerza, la voluntad que sobrepuja mi voluntad  – la voluntad humana dañada, debilitada-, para caminar la senda de la santidad, andada por Jesús.
  10. «Sólo Dios, basta» (Santa Teresa); «sólo Dios» (San Rafael Arnaiz), «Dios» (La Biblia).

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