Landry Thiombano es un niño de 12 años del pueblo de Gayéri, en Burkina Faso. Su padre tiene tres esposas, y él es uno de los 16 hijos de esta familia de granjeros. Como la tierra no produce suficientes cultivos, cada mujer debe luchar por alimentar a sus propios hijos. La madre de Landry, concretamente, vende cacahuetes y leña para cocinar. Desde que tenía 8 años, el pequeño acompañaba a su madre en su trabajo, en lugar de ir a la escuela. Hasta que lo contrataron en una mina de oro para triturar bloques de granito con un martillo durante 12 horas al día, a cambio de dos comidas. Sin protección para los ojos, inhalaba polvo y escombros.
Su jefe le facilitaba drogas y cigarrillos para matar el hambre cada mañana. El ambiente en la mina era violento, una auténtica lucha por la supervivencia. Un día, Landry fue brutalmente golpeado por un compañero y tuvo que ser evacuado de urgencia al hospital. Aquella herida, paradójicamente, le salvó la vida, pues así lo encontraron los voluntarios de la capellanía católica de enfermos durante una visita al hospital.
Al conocer su historia, el sacerdote capellán Jacob Lompo, responsable de proyectos de Obras Misionales Pontificias en la diócesis de Fada N’Gourma, pidió ayuda para la escolarización y formación profesional de Landry y otros 49 niños de las minas. El proyecto, estimado en 17.419 euros, es hoy una realidad. En total, Infancia Misionera envió a Burkina Faso 627.749 euros en el año 2021 —último ejercicio con datos cerrados— para niños que huyen del terrorismo, construcción de salas de catequesis o compra de toboganes.
El 14 de enero, se celebró en España la jornada de la Infancia Misionera, presente desde 1843 —80 años antes de la Declaración de los Derechos del Niño de Ginebra— y que favorece cada año a más de cuatro millones de personas en todo el mundo, a través de 2.500 proyectos de educación, salud, protección y evangelización. Cada año, se envía ayuda a todos y cada uno de los 1.112 territorios de misión que tiene la Iglesia. En 2022, Infancia Misionera destinó más de 12,8 millones de euros a África (7,6 millones), Asia (4,6), América (255.800), Oceanía (179.854) y Europa. En 2023, los niños españoles han ocupado el primer lugar en el ránking de países del mundoque más aportan a Infancia Misionera, con 2,3 millones de euros —un 17 % del total a nivel mundial— de los que se han beneficiado 44 países.
Landry se matriculó en la escuela de mecánica. Se siente realizado y orgulloso. Le gustaría abrir su propio taller de motos. No volvería a la mina ni por todo el oro del mundo. «Los niños tienen que irse de estos lugares, que son verdaderos infiernos», asegura Lompo. «Infancia Misionera hace verdaderas maravillas. Sin ella, los niños no conocerán la alegría de vivir. ¡Que Dios bendiga a sus benefactores!», exclama.
Luis Rivas