El progresismo en la Iglesia

Los progres, por su pensar según el mundo presente, tratan de amoldarse  a él, alterando la doctrina de las Sagradas Escrituras a hechura del espíritu del tiempo.

En la liturgia de la misa de ayer pudimos oír: “escucha los mandatos y decretos que yo os enseño para que, cumpliéndolos, viváis; (…)  Observadlos y cumplidlos, pues esa es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los pueblos” (dice Yahvé en Deuteronomio 4,1.5-9) y ”No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas (…). Antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos.” (dice Cristo en Mateo 5,17-19).

Cualquier modificación que contravenga estas palabras de Dios sea anatema. Los progresistas procuran cambiar la doctrina, especialmente la ley moral que se nos ha revelado por Dios y trasmitida por su Iglesia.

En contra de estos “activistas” progres, con notable visualización mediática, se hallan los fieles de una espiritualidad grande y comprometidos, de oración y misa diaria. A estos no se les oye, pero están ahí, y en la inmediatez parroquial se palpa su sentir; aunque no trasciendan ni aparezcan con el peso e importancia que merecen en los foros sinodales. Estos piadosos son la voz más fidedigna del Espíritu Santo.

Los progres en la Iglesia, como en la sociedad, hacen mucho ruido, son como  lobbys de presión, que tratan de influir cambiando cuanto existe, movidos por ideologías anticristianas. No se entiende que gente de la Iglesia les dé chance y se dejen guiar por ellos, llevando a la Iglesia a una situación de crisis y tensión. No resulta comprensible querer cambiar los mandamientos de Dios; la ley de la que Jesús dijo que fuera respetada hasta la última tilde, estos progres del NOM, Woke y de la Agenda 2030, tratan de subvertir la moral católica de manera radical, esa pieza memorable que es el Catecismo al que aborrecen. De seguirles, la Iglesia Católica se protestizará, tal y como está ocurriendo en Alemania, y los fieles acabarán abandonándola, como lo están haciendo allí. Gracias a Dios que existe una hornada de sacerdotes jóvenes y de fieles piadosos, comprometidos y auténticos que están plantando cara, dispuestos a conservar el legado de la Tradición, del Magisterio y de las Escrituras.

Y es más que esperanzador y consolador saber que los laicos cuando quieren saber e informarse sobre cuestiones religiosas, acuden a las fuentes dignas credibilidad por su fidelidad al magisterio y a doctrina del Evangelio: son los portales, redes, canales e influencers  conservadores, los elegidos por la gran mayoría.

Un llamativo dato: hace unas semanas un prelado progre, centroeuropeo, llego a decir que “había que dejar de considerar la sodomía como pecado grave”. En fin, y Jesús hablando de “no abolir” y “cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley”. 

Les aconsejo estos dos artículos de uno de estos sacerdotes, Patxi Bronchalo, presentes en las redes y que da valientemente la cara por fidelidad a la voluntad de Cristo:

«La Iglesia no se tiene que meter a hablar de moral»

Bendiciones a parejas con tendencia homosexual

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