Gravísimo: el sínodo herético alemán fue aprobado. Es un acontecimiento histórico, que esperemos no sea de las dimensión de aquel de hace 500 años, cuando el Protestantismo echó a andar. Se han abstenido muchos obispos, sin oponerse (por miedo al ser señalados pues la votación no fue secreta), y tan solo unos pocos han aprobado las propuestas cismáticas: el celibato, los laicos confesar y predicar, bendecir parejas de todo tipo, aceptar el transexualismo, los transexuales pueden ser sacerdotes (que luego podrían cambiarse a mujeres).
Aferrarse al parecer propio sin consideración a la doctrina testada de siglos, es más que preocupante, por la arbitrariedad y la soberbia que conlleva y el doble peligro de rebeldía y de exposición a la influencia de las fuerzas del mal. Ante todo humildad, humildad palabra hermosa y principal virtud, que nos libera de causar graves daños, empezando por uno mismo.
Esta actitud ahíta de soberbia de la Iglesia alemán, conlleva el riesgo de que su herejía sinodal se propague a otras partes de Europa y del mundo. Para atajar esto la Santa Sede debería pronunciar con mayor contundencia. En su día cuando voces autorizadas de los cardenales Parolin, Ladaria y Oulet, no se les hizo el menor caso. Es el momento de que intervenga el Papa, con el arrope de toda la Iglesia, en el sentido de que todo obispo apruebe o adopte lo aprobado por el Sínodo alemán, sea destituido.
«Pecar de prudente», dice un dicho. La excesiva prudencia puede ser una mala consejera. «Esperar a que escampe», dice otro dicho. ¿Y si no escampa nunca?: el diluvio. En fin, que puede se tarde -demasiado tarde- si no se hace nada y se deja el tiempo pasar, esperando que el asunto se resuelva por si solo, con el tiempo. Dejar que el tiempo arregle algo, suele ser arriesgado, porque la experiencia dice que es por temor a «coger el toro por los cuernos.», otro dicho. En fin, que los males pueden eternizarse, hasta hacerse crónicos y que convierta en un cáncer metastásico
Lutero tardó 4 años en ser excomulgado, desde que clavo en 1517 sus 99 tesis en la puerta de la iglesia de Todos los Santos de Wittemberg. En enero de 1521 fue excomulgado, por lo que estuvo 4 años -de inactividad de la Iglesia en que se le dejo hacer- difundiendo sus errores por toda Europa, con el apoyo divulgativo de la imprenta.
Ante un momento dificilísimo para la Iglesia, una inmensa mayoría de los obispos no han abierto la boca en apoyo al papa ante la rebeldía y desobediencia al Papa de los prelados alemanes. El Papa se pronunció en su día diciendo que el camino sinodal alemán era elitista y no de la totalidad del pueblo de Dios, que estaba ideologizado y no era obra del Espíritu Santo. No es un Sínodo ni un camino sinodal serio. Cuando la ideología se mete en los procesos eclesiales, el Espíritu Santo se va a su casa porque la ideología supera al Espíritu Santo.
El sínodo alemán ha estado ideologizado por la ideología dominante, la ideología de género. En mascara en una eufemística “evolución” en lo sexual, que consiste, de forma evidente, en aceptar como legítimas un tipo de doctrina moral de las relaciones sexuales que son condenadas por la Biblia, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia a lo largo de los siglos. Y como se pronunció el cardenal Walter Kasper advirtiendo: “no se puede reinventar la Iglesia”. Los cardenales Muller y Burke pidieron que se condene a los obispos alemanes que no aceptan la fe católica e incluso ser destituidos si no se retractan. Textualmente dijo Müller que debería “haber un juicio y deben ser condenados y deben ser destituidos de su cargo si no se convierten y no aceptan la doctrina católica”.
“Una iglesia mundanizada deja de ser el altavoz de Dios, para pasar a ser el tablón de anuncios del pensamiento único dominante… ¡Oramos por el Papa, para que Dios le de la fortaleza necesaria para impedir que el cisma alemán se extienda al resto de la Iglesia Católica!” (Mons. Munilla). Con qué autoridad se puede se someten a votación las verdades de la fe y los mandamientos del Evangelio?
Este fuego ha de evitarse que se propague, de modo que se han de acometer algunas destituciones de advertencia y si no, incluso, excomuniones.
Seguramente que habrá –dados lo tiempos y la mundanidad- algunos otros obispos que en sus diócesis traten de establecer lo aprobado en Alemania, pero suponemos que no será significativo. Y en cuanto propiamente Alemania, no creemos que cuaje en un gran cisma, ya que entre ellos hay muchas disensiones silenciosas e incluso muchos laicos que no están de acuerdo con esa deriva separatista de la Iglesia Universal. Otra cuestión paralizante es que ahora, a diferencia de lo que ocurriera con Lutero, no hay nobles y príncipes que respalden la separación, esperando hacerse con las propiedades de la Iglesia,: hoy no hay tal. Además la supuesta nueva iglesia desgajada, acabaría siendo una entre otras protestantes, y para eso sería mejor pasarse al modelo ejemplar y no a una mala copia, mucha feligresía abandonaría; o sea como dijo el papa Francisco: «Ya hay una muy buena Iglesia evangélica en Alemania. No necesitamos dos». Otra cosa, es que estas nuevas doctrinas “morales” ya están contempladas en iglesias protestantes, lo que está trayendo un abandono de esas iglesias, lo que significa que ese no es el camino. Y por lo demás, con estos vaivenes y haciendo caso al dicho ignaciano “en tiempos de borrascas, no hacer mudanza”, no es propicio ante esta inestabilidad ideológica, líquida, de la mundanidad actual, no es oportuno provocar esos brucos cambio doctrinales, sino permanecer firmes en lo seguro, en la doctrina de siempre. Ante esta distinta de los alemanes, lo que se va a provocar es el alejamiento de la fe y vivencia religiosa de mucha gente, a la que dado los tiempos, es importantísimo cuidar… Estos dos datos hablan por sí solos: el año pasado, 2022, abandonaron la Iglesia 350.000 fieles y tan solo entran 48 nuevos seminaristas, todo un record negativo.
Detrás de todo esto, en el fondo, lo que subyace es una pérdida de fe de parte del clero alemán y de las elites protagonistas de este Camino Sinodal. Este dato concreto revela claramente qué doctrina se enseña: Sólo el 15% de católicos creen que el demonio existe.
Y concluimos con lo que manifestó Dorothea Schmidt que junto con otras tres teólogas alemanas, anunciaron públicamente que abandonaban el camino sinodal alemán ante la deriva herética y cismática a la que estaban conduciendo a la Iglesia los obispos del país: “cuando no hay escucha en la oración ni se pregunta por la voluntad de Dios y, finalmente, cuando se hace caso omiso de las directivas procedentes de Roma, entonces esto sencillamente no es un debate sinodal ni tiene potencial para renovar la Iglesia desde dentro”.
Recemos.