Ante la polémica suscitada en España tras la noticia sobre la actriz y empresaria Ana Obregón, de 68 años, que ha sido madre por gestación subrogada en Miami, pasamos a hacer algunas reflexiones al respecto, especialmente desde el punto de vista ético-religioso.
Los vientres de alquiler se están convirtiendo en uno de los principales problemas del siglo XXI. Tanto famosos (y homosexuales ) como la gente común están utilizando esta técnica para construir sus familias y sin embargo esta práctica conlleva multitud de consecuencias complejas para mujeres, niños y familias.
Vaya por delante que: Considerando el dolor de aquellas personas -especialmente las mujeres- que quieren tener algún hijo y no pueden por las causas que sean. Pero hay que tener también en cuenta de que en esta vida no siempre se puede tener todo, a veces se imponen renuncias. Vivimos en una mentalidad que todo deseo tiene que ser satisfecho, y de inmediato; lo cual es algo infantil, como el niño caprichoso que tiene tener todo…. Y esto no puede ser; hay que madurar, y saber renunciar y aceptar la vida con sus decepciones. Hay que asumirlo así. Y aunque la ciencia y los avances tecnológicos y biológicos lo posibiliten, no todo vale, lo que contradiga la moral -la ley moral natural y la revelada por las Sagradas Escrituras- no lo podemos llevar cabo.
A la hora de valorar esta cuestión de la gestación subrogada o vientre de alquiler, hay que tener en cuenta los participantes: el primer lugar el niño, luego los demás intervinientes (la que pone el cuerpo, la que pone el ovulo y el que pone el esperma). El foco ha de ponerse en el hijo, el es el más vulnerable y el que tiene los máximos derechos: entre estos está el de saber quién son sus padres (madre y padre, y no dos madres), a tener un hogar completo, y un hogar con las dos figuras (materna y paterna), y saber de sus hermanos, convivir con ellos, o si tiene medio hermanos, por ahí perdidos (procedentes de óvulos o espermas congelado, o embriones), con el riesgo incluso que pudiera tener en un futuro relaciones con hermanos… En fin, y podríamos seguir, que hay una gran número de cuestiones que afectan al niño o niña, la parte más digna y expuesta; porque que hay que prioritariamente salvaguardar sus derechos. Esta misma importancia prevalente del nuevo ser, ha de tenerse también cuando se habla del tema del aborto.
La maternidad no es un derecho, es un don. La vida tiene en sí misma una dignidad que no se puede supeditar a mi deseo. No se puede hacer lo que uno quiera. «yo con mi cuerpo hago lo que me da la gana» «nosotras parimos, nosotras decidimos» lemas de los proabortistas.
Una ciencia sin conciencia. No todo lo que se puede materialmente hacer se deba hacer o se pueda hacer espiritual o moralmente. No es la cuestión de que se pague el vientre o comercialice…, sino el hecho ético: la humanidad…
En las circunstancias de este caso concreto de una madre o padre que va a obtener un hijo por esta vía, ha de tenerse en cuenta que la edad es un factor también a tener en cuenta: no se puede forzar al niño a que tenga a un abuelo por padre, a que se sienta el niño ante sus iguales que por padres a unos ancianos; o que puedan jugar con él, la balón… si no puede ni tener en pie; o cantidad de cosas así. Y después, los padres ancianos habrán tenido un hijo, pero el hijo pronto no tendrá padres. Cabria decir que la naturaleza es sabía cuando a partir de cierta edad (42, 43, 45) ya no permite la concepción.
Por esta senda se llega a otras variantes: que el hijo provenga de otro donante desconocido, del que el niño no tendrá jamás conocimiento de su linaje, etc., al que tendría derecho a saber; o que se pueda -con el tiempo- elegir cómo queremos que sea el niño, con qué características, a la carta, etc. Si le puede, ¿qué lo va a impedir?
No se preserva la dignidad de la mujer cuando se la emplea como una incubadora, se cosifica a la mujer y se comercializa especialmente a las que tienen necesidades económicas, e incluso, los niños pueden adquirir un componente de trato a priori como mercancía.
Además, para la gente de no posibles, esta vía para tener hijos estaría vedada. Y aunque pudieran encontrar a «altruistas» que se prestaran… Pensamos que el único camino noble realmente y de altruismo válido sería el de la mujer que pretendiendo abortar, haya renunciado a tal propósito decidiendo donarle a unos padres adoptivos.
Otra cuestión es también la fecundación in vitro (FIV), donde se eliminan muchos (24) embriones, es decir, ya concebidos.
Y una cuestión moral fundamental es que la maternidad no se puede fragmentar, hay un vinculo indisociable: aquí lo gestamos, allí lo implantamos, criamos… La línea roja no está en el pago del vientre de alquiler, sino en la indisociabilidad, en la no fragmentación. Cualquier forma de concebir un hijo fuera de lo que establece la naturaleza es una ofensa a Dios y a la propia dignidad humana.
Pueden leer para ver las complicadas y diversas circunstancias situaciones que se pueden dar en cuanto a:
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