El milagro de Canaa hoy

Que todos sean una sola cosa. Como Tú, Padre, en mí y yo en Ti, que también ellos sean una sola cosa en Nosotros (Jn 17,21-22).
La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma, y nadie llamaba propia cosa alguna de cuantas poseían, sino que tenían en común todas las cosas (Hch 4,32).