«El azar no existe; Dios no juega a los dados con el mundo.» (Albert Einstein)

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           El reverendo Ronald Knox (1888-1957) discutía a menudo acerca de su inquebrantable fe con sus colegas más agnósticos. En cierta ocasión, el científico materialista John Scott Haldane (1856-1928) le discutió su visión de un Dios Creador, diciendo:

            —La creación  no es más que un puro azar, porque en el Universo hay millares de planetas y era inevitable que, en uno o en otro, surgieses la vida.

              El padre Knox reaccionó enseguida:

             —Mire usted. Si Scotland Yard encuentra un cadáver encerado en un baúl de su casa, no les vaya a contar que en el mundo hay millones de baúles y que es lógico que en alguno aparezca un cadáver. Porque lo que la policía le interesará será saber quién puso el muerto ahí dentro.[1] 

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[1] GREGORIO DOVAL, Anecdotario universal de cabecera, Ediciones del Prado, Madrid, 2003, p.54.