Este es el testimonio de vida, entrega y esperanza de Rafael. Con nombre de arcángel sanador de almas perdidas o enfermas, Rafael es un niño herido y reconstruido por Dios que ahora no para de remover Roma con Santiago o lo que haga falta (en lo terrenal, lo digital y lo espiritual) para llevar al cielo a todos los hijos de su parroquia, y a cualquiera que se acerque «despistado» por allí. Todos viviendo en Cristo y envueltos en su Divina Misericordia, comprometidos. Porque todos juntos con él son el motor de la Iglesia del siglo XXI.
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