Una ideología estridente busca acallar y amedrentar a quien disienta de lo políticamente correcto y lo ideológicamente aceptado. ¿Cómo reconocer el chantaje woke, que salpica a multitud de movimientos socioculturales, y hacerle frente desde tu familia?
Cancelados fue una campaña contra el aborto de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) censurada de forma arbitraria. Lanzada en marquesinas y paradas de autobús de 30 ciudades con el lema “Rezar frente a una clínica abortista está genial”, lo que ocurrió a continuación es de manual: aunque nadie fue a juicio, enseguida 10 ciudades retiraron la campaña, a veces con un truco legal, y otras con un simple “ordeno y mando” del alcalde. “Rompe la convivencia”, dijo de la campaña la alcaldesa de Getafe. Es “repulsiva y asquerosa”, dijo la portavoz municipal de Pontevedra. Va contra los “derechos constitucionales”, improvisó el Ayuntamiento de Vigo.
El caso siguió la típica censura woke: silenciar voces presionando desde gobiernos; o con campañas masivas de victimismo e insultos, desprestigio en redes sociales y prensa; o, más recientemente, con presión de empresas y organismos profesionales (como Colegios de Médicos y otros gremios).
“El woke es como un dragón insaciable: siempre está indignado y exige víctimas”
Ante la censura de Cancelados, Josep Miró i Ardévol, presidente de E-Cristians, enseguida advirtió: “Responde a lo que en EE. UU. llaman cultura woke. Consiste en huir del debate y hacer callar al interlocutor, multándole o amenazándole con multas”. Jaume Vives, una de las mentes tras Cancelados, comentó a Misión: “Nos hicieron la campaña dándole mucha más difusión, y demostrando lo que nosotros defendíamos: que se cancelan temas por la vía de castigar a quien los plantea”. Y añadió: “Lo más llamativo es que este pensamiento tan dominante en realidad es muy débil. Va contra la lógica, la naturaleza y la historia, y construye personas sin principios, atascadas en una mugre sin solidez”.
Los «iluminados»
Es difícil traducir woke. En inglés sería algo así como “despiertos”, pero Jorge Soley, presidente de European Dignity Watch y autor del Manual del buen ciudadano para comprender y resistir a la cultura de la cancelación (CEU Ediciones, 2022), propone traducirlo como “esclarecidos” o “iluminados”. Son aquellos que “creen haber visto la luz y consideran que los demás son ciegos y, encima, culpables”.
Hay quien lo usa como sinónimo de “progre”, pero el woke es más dogmático y hostil. Es como un dragón insaciable: siempre está indignado, exige víctimas que dice que merecen ser castigadas y no ve adversarios políticos, sino enemigos, a los que demoniza por completo.
Entre los temas que intentan censurar están los méritos y virtudes de la civilización occidental (y de ninguna otra), la importancia y validez moral del cristianismo y la familia cristiana, la diferencia natural entre el hombre y la mujer, la importancia de la familia monógama y estable occidental, la cultura del mérito, el pecado personal, una ley moral natural, reflexiones sobre la crueldad en culturas no occidentales…Y la lista sigue.
El woke al desnudo
Como en el cuento de El traje nuevo del emperador de Hans Christian Andersen, el woke espera que todo el mundo alabe el supuesto “traje nuevo”, aunque no hay traje, el monarca pasea sin ropa y todo el mundo lo ve desnudo. De igual manera, el sistema woke consigue que todos callen y castigará a quien proclame la verdad. Teme que alguien grite: “¡Pero si va desnudo!”.
Así, el woke cancela el debate. Proclama que el otro es “el mal”, o que fomenta el “odio” y a continuación grita: “Con el odio no se debate”. En síntesis, la mentalidad woke no quiere debatir ni argumentar: pasa directamente a prohibir, satanizar y multar para que todos acepten silenciosos su discurso. Y en esta dinámica cae en paradojas curiosas. Por ejemplo, reconocen que romper la familia daña a los niños, pero niegan la responsabilidad de los adultos que la rompen; piden más fluidez en las rupturas ¡y acusan de “privilegiados” a los que no rompen su familia!
La solución buena la encontramos en san Jorge: hay que ser valiente y matar al monstruo, porque, tal y como advierte el francés Rémi Brague, al wokeno podemos pedirle perdón, porque, aunque nos arrepintamos, “nunca nos dará la absolución”.
Por Pablo J. Ginés
Artículo publicado en la edición número 65 de la revista Misión, la revista de suscripción gratuita más leída por las familias católicas de España.