San Isidoro de Sevilla, 26 de abril

Hoy celebramos a este gran santo español, obispo y doctor de la Iglesia (560-630), perteneciente a una familia de santos: tres hermanos fueron obispos y santos (Leandro, Fulgencio e Isidoro); una hermana (Florentina) fue religiosa y santa. Leandro, el hermano mayor, fue tutor y maestro de Isidoro, que quedó huérfano cuando era muy niño.

Quizá la lumbrera más grande que ha producido España a través de los siglos, encontró dificultades de estudiante hasta tal punto que un día abandonó la escuela con el propósito de no volver más a ella porque no le entraban los estudios. A continuación contamos una anécdota[1] que el acaeció y le cambió.

 

Un día, de camino hacia su casa, se detuvo en medio de un huerto y allí le esperaba el Señor.

En primer lugar vio que había un pozo para extraer el agua. La subían con un cubo atado a una cuerda de esparto. Se dio cuenta que de tantas veces como subían y bajaban el cubo, con el roce de la cuerda se había hecho una hendidura bastante profunda en la dura piedra. El pensó:

«Si el roce repetido de esta curda tan débil ha sido capaz de hacer esta profunda hendidura en la dura piedra ¿no seré yo capaz de aprender las lecciones que aprenden los demás si yo me empeño?»

Cuando estaba mediando en esto, vio que una ardilla intentaba subir por una pared lista y por más veces que lo intentaba otras tantas se volvía a caer. Pero la ardilla no se desanimaba, sino que volvía a repetir la hazaña, hasta que, una vez, lo consiguió y llegó hasta la cúspide.

El joven Isidoro se hizo esta reflexión:

«Si este animalillo no se ha desanimado y después de intentarlo tantas veces por fin lo ha conseguido, ¿por qué no he de intentarlo yo?»

Volvió a la escuela y fue una gran lumbrera. Su maestría en griego y hebreo le dio reputación de ser un estudiante muy capaz. Luego llegaría a ser doctor, además de obispo y padre de la Iglesia, y orgullo del genio español.

Isidoro fue el obispo más sabio de su tiempo en España. Poseía la mejor biblioteca de la nación. Escribió varios libros que se hicieron famosos y fueron muy leídos por varios siglos como por ej. Las Etimologías, que se pueden llamar el Primer Diccionario que se hizo en Europa. También escribió La Historia de los Visigodos y biografías de hombres ilustres.

San Ildefonso llegó a decir de él: «La facilidad de palabra era tan admirable en San Isidoro, que las multitudes acudían de todas partes a escucharle y todos quedaban maravillados de su sabiduría y del gran bien que se obtenía al oír sus enseñanzas».

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Biografía

San Isidoro de Sevilla (560-636). Obispo y doctor de la Iglesia, que, discípulo de su hermano Leandro y sucesor suyo en la sede de Sevilla, en la Hispania Bética, escribió con erudición, convocó y presidió varios concilios, y trabajó con celo y sabiduría por la fe católica.

Al morir Leandro, lo reemplazó Isidoro como obispo de Sevilla, y duró 38 años ejerciendo aquel cargo, con gran brillo y notables éxitos.

Fue la figura principal en el Concilio de Toledo (año 633) del cual salieron leyes importantísimas para toda la Iglesia de España y que contribuyeron muy fuertemente a mantener firme la religiosidad en el país.

Es el último de los padres latinos, y resume en sí todo el patrimonio de adquisiciones doctrinales y culturales que la época de los padres de la Iglesia transmitió a los siglos futuros.

Isidoro fue un escritor enciclopédico, muy leído en la edad media, sobre todo por su obra más conocida son las “Etimologías” (hacia 634), monumental enciclopedia que refleja la evolución del conocimiento desde la antigüedad pagana y cristiana hasta el siglo VII; una “summa” muy útil de la ciencia antigua, en la que condensó los principales resultados más con celo que con espíritu crítico.

 Pero a pesar de poseer tan ricamente la ciencia antigua y de influir considerablemente en la cultura medieval, su principal preocupación como obispo fue lograr la madurez espiritual e intelectual del clero español. Para esto fundó un colegio eclesiástico, prototipo de los futuros seminarios, dedicando mucho de su laboriosa jornada a la instrucción de los candidatos al sacerdocio.

Se preocupaba mucho porque el clero fuera muy bien instruido y para eso se esforzó porque en cada diócesis hubiera un colegio para preparar a los futuros sacerdotes, lo cual fue como una preparación a los seminarios que siglos más tarde se iban a fundar en todas partes.

El futuro doctor de la Iglesia, autor de muchos libros que tratan de todo el saber humano: agronomía, medicina, teología, economía doméstica, etc., al principio fue un estudiante poco aplicado. Como tantos otros compañeros, dejaba de ir a la escuela para ir a vagar por los campos. Un día se acercó a un pozo para sacar agua y notó que las cuerdas habían hecho hendiduras en la dura piedra. Entonces comprendió que también la constancia y la voluntad del hombre pueden vencer las duras asperezas de la vida.
Regresó con amor a sus libros y progresó tanto en el estudio que mereció ser considerado el hombre más sabio de su tiempo -Isidoro sucedió al hermano Leandro en el gobierno de la importante diócesis de Sevilla-. Como el hermano, fue el obispo más popular y autorizado de su tiempo, y también presidió el importante concilio de Toledo, en el 633. Se formó con la lectura de san Agustín y de san Gregorio Magno, y aun sin tener el vigor de un Boecio o el sentido organizador de un Casiodoro, Isidoro compartió con ellos la gloria de ser el maestro de la Europa medieval y el primer organizador de la cultura cristiana. Isidoro fue muy sabio, pero al mismo tiempo de profunda humildad y caridad; no sólo obtuvo el título de “doctor egregius”, sino también la aureola de la santidad.

Su amor a los pobres era inmenso, y como sus limosnas eran tan generosas, su palacio se veía continuamente visitado por gentes necesitadas que llegaban a pedir y recibir ayudas. De todas las ciencias la que más le agradaba y más recomendaba era el estudio de la Sagrada Biblia, y escribió unos comentarios acerca de cada uno de los libros de la S. Biblia. Cuando sintió que iba a morir, pidió perdón públicamente por todas las faltas de su vida pasada y suplicó al pueblo que rogara por él a Dios. A los 80 años de edad murió, el 4 de abril del año 636.

 

Oración de San Isidoro 

Tú, Señor, verdadero doctor y dador,
que eres Creador y Redentor,
concesor y defensor,
abogado y Juez terrible y clemente,
que das vista a la mente de los ciegos,
que posibilitas a los débiles
para hacer lo que ordenas;
que tan piadoso eres para quienes
te dirigen asiduamente sus peticiones,
y tan liberal que no permites que nadie desespere,
perdona todos mis pecados y todos mis errores,
y que tu bondad gratuita, buen Jesús,
me conduzca a esa contemplación deseable
donde ya no pueda errar.

Tú que eres conocedor de lo que está oculto,
bien conoces en cuántas faltas he caído.

Tú conoces cuán mísera y proclive es mi debilidad,
y cuán incesantemente la aflige y presiona el enemigo.

Tú, oh Cristo Dios, batallador fortísimo
y campeón siempre victoriosísimo,
mira este combate desigual,
donde clama a la gloria de Tu divina majestad
la debilidad de los mortales.

Si el león rugiente superara a la débil oveja,
si el espíritu violentísimo venciera a la débil carne,
y si al menos la domina,
permitiéndolo tu justo juicio,
en el tiempo de padecer,
no permitas que seamos devorados
por sus insaciables fauces.

Haz, ¡oh amador del género humano!,
que se entristezca por la alegría humana
aquel que se exulta por atacarnos.

Amén.

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[1] LÓPEZ MELÚS, RAFAEL Mª., Caminos de santidad V, ejemplos que edifican, Edibesa, Madrid, 2000, pp.76-77.

 

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HM Televisión presenta «San Isidoro de Sevilla, Forjador de almas», un documental realizado con ocasión del 300 aniversario de su proclamación como Doctor la de Iglesia por el Papa Inocencio XIII el 25 de abril de 1722. Considerado como el último de los Padres de Occidente, ha pasado a la historia como el hombre más sabio de su tiempo, pero, ¿qué fue y qué hizo? Diversos expertos presentarán su figura y la riqueza espiritual que nos ha dejado en herencia a través de su vida y escritos, a la vez que nos mostrarán cómo sigue siendo actual para nuestros días y la Iglesia de hoy.

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Otros santos del día de hoy 26 de abril:

Nuestra Señora del Buen Consejo. Nuestra Señora de la Cabeza. Santos: Isidoro, obispo de Sevilla y doctor; Anacleto (Cleto), papa y mártir; Marcelino, papa; Pascasio, Clarencio, Lucidio, obispos; Pedro, Basilio, obispos y mártires; Claudio, Cirino, Antonino, Vidal, mártires; Ricardo, monje; Exuperancio (Esperanza), Guillermo, Peregrino, confesores; Valentina, viuda y mártir; Alda, viuda; Rafael Arnaiz Barón, monje trapense.

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