Santos: Ciriaco, presbítero y mártir; Silvano, Antonio, abades; Venerio, Sacerdote, Godeberto (Gotardo o Godofredo), Macario, obispos; Antonio, Antonina, Porfirio, Paulino, mártires; Pelagia, Elena, vírgenes; Curcódomo, diácono; Florián, confesor; Etebredo, rey; Nicéforo, fundador; José María Rubio, sacerdote; Juan Martín Moye, fundador de los HH. de la Providencia de Gao, y Ceferino (El Pelé), mártires (beatos).
Cada 4 de mayo la Iglesia recuerda a San Florián de Lorch, mártir y patrono de Polonia; también conocido como “San Floriano” debido a su nombre en latín, “Florianus”; mientras que su apellido puede escribirse “Lorsch”, incorporando una “s”, como corresponde a su lengua original. Lorsch es un antiguo pueblo de Alemania donde está ubicada la célebre abadía imperial de Lorsch, recinto benedictino.
Un buen soldado, mejor cristiano
Florián vivió entre los siglos III y IV, en tiempos del Imperio Romano, a cuyo servicio se consagró como soldado. Florían estuvo encargado de las fuerzas imperiales destacadas en Baviera (hoy Alemania). Es el patrono de Polonia, de la ciudad de Linz (hoy perteneciente a Austria), de los limpiadores de chimeneas y de los bomberos.
San Florián nació alrededor del año 250, en la ciudad de “Aelium Cetiumin”, hoy conocida como Saint Pölten, ciudad ubicada en el actual territorio de Austria. Florián vivió en Lauriacum (Enns, Alta Austria) y, según la leyenda, intervino apagando un gran incendio con escasísimos recursos -una cubeta- salvando numerosas vidas, por lo que la tradición le otorgó el patronazgo de las compañías de bomberos.
Dignidad y martirio
En tiempos de Diocleciano, cruel emperador perseguidor de la Iglesia, arribó a Baviera su representante, el cónsul Aquilino, con la orden de acelerar la eliminación de la creciente comunidad cristiana. Aquilino tuvo un encuentro con Florián en el que le solicitó su disposición para hacer valer el edicto del emperador en contra de la Iglesia. Florián se negó rotundamente alegando ser él mismo un converso a la causa de Cristo, y porque amaba a toda la gente de la región que como él se había convertido al cristianismo. En un acto de valor extremo, Florián entregó su cargo a la autoridad imperial y decidió compartir la misma suerte del resto de sus hermanos en la fe.
Las Actas de los mártires detallan que el Florián no opuso resistencia a los soldados de Aquilino. Confrontado para que adore a las divinidades romanas, se negó públicamente a hacerlo, por lo que sería azotado hasta quedar despellejado.
El Martirologio romano indica que su ejecución fue una orden directa de Aquilino y que esta tuvo lugar en Lorch (hoy Alemania). Florián fue arrojado desde lo alto de un puente a las aguas del río Enns con una piedra atada al cuello. Era el año 304.
Patrono de Polonia
Posteriormente, sus reliquias fueron rescatadas de las aguas y trasladadas a Roma. El Papa Lucio III, en 1138, regaló una parte de estas al rey Casimiro de Polonia y al obispo de Cracovia. Desde entonces, se considera a San Florián como el patrono de esa nación, así como lo es de la región de Linz (Austria). Hoy es posible venerar sus restos en Cracovia, Polonia, en la iglesia que lleva su nombre.
Veneración e iconografía
Este santo aparece generalmente representado con una cubeta de agua en la mano, en alusión a la leyenda según la cual apagó un incendio, él solo, con ese artefacto en las manos. Otros relatos consideran la posibilidad de que haya formado un grupo de soldados romanos especializados en apagar incendios.
Los patronazgos de San Florián incluyen también a los deshollinadores de chimeneas, fabricantes de jabón, cerveceros, viticultores; también se pide su protección cuando alguien está en peligro de ahogarse en las aguas.