Al hablar de este santo, obispo y mártir, muy estimado y honrado en Polonia, nos permitimos hacer una vinculación —osada por nuestra parte, pues es una hipótesis sin más— al fin de los tiempos.
En la parte inferior pueden leer sus datos biográficos. Ahora, por curiosidad y al margen de datos históricos y sin ningún fundamento teológico, vamos a especular acerca de lo siguiente:
Los que viven de la fe y leen un poco saben de San Sebastián de Garabandal, las apariciones que allí tuvieron lugar, acompañadas de revelaciones de carácter profético. Aunque ponderadas por santos, papas y personas de reputación, aún no aprobadas por la Iglesia.
Entre lo revelado, las niñas de Garabandal dieron ciertas aproximaciones sobre fechas de los fenómenos a ocurrir al fin de los tiempos: aviso-milagro-castigo. Para concretamente el milagro, este ocurría entre los días 8 y 16 de los meses de marzo, abril o mayo, en jueves y en la fiesta de un mártir de la Eucaristía.
Conchita González que, desde el 15 de enero de 1963 -hace sesenta años-, conoce la fecha del Gran Milagro de Garabandal (cfr. Con Voz de Madre, p. 168), y ha avanzado que ocurrirá en jueves, entre los días 8 y 16 del mes de abril. Inicialmente Conchita dijo que sería en los meses de marzo, abril o mayo, pero en dos entrevistas de los años 1975 y 1982, de modo inadvertido, primero no mencionó el mes de mayo y luego no citó el mes de marzo. Con lo que nos quedamos con abril.
Según estos datos, nos salen dos nombre que reúnan esas características (a las que añadir: según Conchita González, que el nombre del santo, que ella comprobó en una calendario, tenía un nombre raro, no común): San Estanislao de Cracovia (11 de abril) y San Hermenegildo (13 de abril).
Nos hemos decidido por San Estanislao de Cracovia, porque quizá por el nombre le parecía a ella más desconocido que el de San Hermenegildo, más citado por su importancia en la conversión de los visigodos españoles. Y también por lo siguiente: según otras profecías y revelaciones relaciones con los papas del fin de los tiempos -San Malaquías y otras, y especialmente la del llamado «Cayado Gracia» (sobre el que pueden leer AQUI)-, la figura del papa actual encajaría perfectamente con el que esté presente en la mayor parte de la persecución de la gran tribulación del fin de los tiempos.
Ambos santos están vinculados con la Eucaristía y fueron martirizados. San Estanislao fue asesinado por ejercer de profeta denunciador -como san Juan Bautista- del depravado rey de Polonia, Boleslao, el cual le apuñaló cuando celebraba la Misa -como el recién canonizado san Oscar Romero-, y que bien pueden decirse las palabras del evangelista san Lucas (11,51): «desde la sangre de Abel hasta la sangre de Zacarías, el que pereció entre el altar y el Santuario. Sí, os aseguro que se pedirán cuentas a esta generación».
Algún dato más: La católica Polonia tendrá seguramente también su relevancia en estos tiempos del fin. El papa san Juan Pablo II fue obispo de Cracovia y como tal, sucesor de San Estanislao. Su fiesta es el 11 de abril, y caerá en jueves los años 2024 y 2030. El papa Francisco, en 1924 tendría 87 años. Este fecha, de 11 de abril, también se celebra la festividad de santa Gema Galgani, de gran devoción a la Eucaristía y que recibió muchos mensajes de carácter proféticos también relacionados con los tiempos del fin.
Nota importante: existe la otra alternativa, la de San Hermenegildo, rey y mártir († 585), 13 abril., y cuyos acontecimientos finales se sucederían el año 2028. Pueden consultarlo AQUÍ.
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Biografía:
Nació cerca de Cracovia, en el año 1030. Sus padres llevaban treinta años de casados sin lograr tener hijos y consideraron el nacimiento de Estanislao como un verdadero regalo de Dios. Lo educaron lo más piadosamente que pudieron.
Estudió en Polonia y en París y ordenado sacerdote por el obispo de Cracovia (que es la segunda ciudad de Polonia) fue nombrado Párroco de la catedral. Se distinguió por su gran elocuencia, por los impresionantes ejemplos de vida santa que brindaba a todos con su buen comportamiento y por la reforma de costumbres que lograba conseguir con sus predicaciones y con su dirección espiritual.
El señor obispo deseaba que Estanislao fuera su sucesor, pero él no aceptaba ser obispo porque se creía indigno de tan alta dignidad. Sin embargo al morir el prelado, el pueblo lo aclamó como el más digno para ejercer el obispado, el cual ejerció por siete años, desde el año 1072, hasta el años de su muerte, en 1079.
Era muy estricto en exigir a cada sacerdote el cumplimento exacto de sus deberes sacerdotales. Visitaba cada año a todas las parroquias y dedicaba mucho tiempo a la predicación y a la instrucción del pueblo. Su palacio episcopal vivía lleno de pobres, porque jamás negaba ayudas a los necesitados. Tenía la lista de las familias que estaban pasando por situaciones económicas más penosas, para enviarles sus generosas ayudas.
El rey de Polonia, Boleslao, era un valiente guerrero pero se dejaba dominar por sus bajas pasiones. Al principio se entendía muy bien con el obispo Estanislao, pero luego empezó a cometer faltas muy graves que escandalizaban y daban muy mal ejemplo al pueblo. El obispo tuvo que intervenir fuertemente en esta situación.
Varias veces había corregido a Boleslao cuando éste cometía crueldades o injusticias y el rey había mostrado cierto arrepentimiento y deseos de corregirse. Pero de pronto la medida de sus maldades rebosó cuando Boleslao se robó una mujer casada para llevársela como concubina a su palacio. Las gentes se escandalizaron. Ninguno de los altos empleados se atrevía a corregir al rey escandaloso. Y pidieron al obispo que se arriesgara a llamarle la atención al terrible monarca.
Como San Juan Bautista con respecto a Herodes, el valiente Obispo de Cracovia, levantó la voz, amonestando al poderoso soberano sobre el deber de respetar los derechos ajenos. En efecto, las crónicas del tiempo narran que el rey se enamoró de la bella Cristina, esposa de Miecislao, y sin pensarlo dos veces, la hizo raptar con grave escándalo para todo el país.
Estanislao se presentó valerosamente ante el rey le echó en cara el pecado tan escandaloso que estaba cometiendo, y el pésimo ejemplo que estaba dando a todo ese pueblo tan católico. Boleslao se hizo el sordo y no le quiso hacer caso y entonces el obispo con toda la autoridad de su cargo lo amenazó con terribles castigos si no se arrepentía de su pecado impuro y no dejaba aquella mala amistad. Consecuentemente, Estanislao le amenazó con la excomunión, y después le excomulgó.
Boleslao creyó que el obispo no iba a proceder tan fuertemente, y se atrevió a asistir a una misa en la catedral. Pero Estanislao mandó suspender la misa porque no aceptaba que un pecador tan rebelde y escandaloso estuviera allí dando mal ejemplo a todos. Entonces el rey Boleslao se enfureció y propuso vengarse.
El 11 de abril mientras San Estanislao estaba celebrando la Santa Misa, mandó el furibundo rey a sus soldados a que lo mataran allí mismo en el altar. Los soldados volvieron al atrio, obligados a retirarse por una fuerza misteriosa, diciéndole que no se habían atrevido a tocar a aquel hombre de Dios que aparecía rodeado de resplandores. Entonces el mismo Boleslao subió al altar y con sus propias manos asesinó al santo obispo el 11 de abril del año 1079. Fue un crimen que nunca pudo olvidar y que lo atormentó día y noche durante todo el resto de su vida.
El rey hizo que el cadáver del santo quedara en el campo sin sepultar, para que lo devoraran los cuervos. Pero entonces aparecieron dos águilas que no dejaron que ningún gallinazo se acercara al cuerpo del difunto. Hasta que llegaron unos devotos fervorosos y le dieron santa sepultura, en la capilla de San Miguel.
Desde entonces las cosas comenzaron a suceder cada día más de mal en peor para el rey Boleslao que tuvo que llorar muy amargamente el crimen tan espantoso que cometió. El pueblo empezó a venerar como a un gran santo a Estanislao, y el Papa Inocencio lo canonizó, o sea lo declaró santo el 17 de agosto de 1253.