Profecía de las dos columnas (y II)

Se trata del sueño profético que tuvo san Juan Bosco. San Juan Bosco tuvo también muchos sueños de este tipo; uno de ellos fue este de las dos columnas, del que vamos a comentar algunas cosas.

El sueño (que expusimos y pueden ver AQUÍ) pudo tener una interpretación explicativa -y aplicativa- para aquella época en que vivió el santo, o tal fuera dirigido para un futuro indeterminado -tal vez, el nuestro-, o que fuera para ambos momentos: entonces y ahora; según la lógica del tipo y arquetipo (cuanto sucede en un tiempo, puede suceder -como proyección profética- en nuestro presente)

Los sueños han sido medios a través de los cuales el Cielo comunicaba mensajes. Son famosos los sueños de Jacob y san José, entre otros. Don Bosco profetizó a través de un sueño, al que calificó como parábola, sobre el futuro de la Iglesia Católica.

La Iglesia, representada por un gran barco (Barca de Pedro), es atacada en medio de un mar hostil que es el mundo, por muchos y férreos barcos enemigos, contrarios a la religión cristiana,  que con toda suerte de armas intentan hundirla y aniquilarla.

En medio mar adverso para la Iglesia, representada por una majestuosa nave, es flanqueada por otros barcos pequeños que defienden a la embarcación del Pontífice, son los leales a la Santa Sede. Pero sobre todo existen  dos columnas salvadoras, que son la devoción a María Santísima y al Santísimo Sacramento de la Eucaristía.

Los barcos atacantes representan las persecuciones que se ciernen sobre la Iglesia Católica, a la cual le van a venir más terribles peligros y ataques de enemigos. “Se preparan días difíciles para la Iglesia. Lo que hasta ahora ha sucedido es casi nada en comparación de lo que tiene que suceder”, dijo Don Bosco.

Don Bosco les contó que los Pontífices que vivirán esos momentos tremendos serán tres: el primero, aquel cuya muerte se alegraron los malos. El segundo, el que reemplazó al anterior y con mano fuerte tomó el timón y guió con seguridad la nave. Y el tercero, el que llevó la nave hasta colocarla entre las dos columnas.

Como muchas profecías, por ejemplo el Apocalipsis, esta de Don Bosco hace referencia al presente, a su momento históricos, y también al futuro, principalmente éste, por la envergadura.

Así, por aquel entonces los papas Pío IX, León XIII y el Papa Pío X tuvieron que padecer mucho los intentos de los enemigos de la Iglesia, por armas y libros, por el acoso a la Iglesia con la fuerza y con las ideologías, de uno y otro signo: comunismo, modernismo, progresismo, liberalismo, racionalismo, masonería.

Pero en futuro al que apunta la parábola profética de san Juan Bosco, parece dilucidarse algo definitivo. Dada la importancia, Don Bosco quería inducir a los jóvenes (a todos los creyentes) a rezar por la Iglesia y por el Santo Padre y atraerles a la devoción del Santísimo Sacramento y de María Inmaculada.

Los sucesos tendrá lugar en un tiempo histórico concreto. Se suceden dos llamadas a capítulo por la nave capitana. La primera reunión termina por derribo: los ataques obligan a dejar el concilio de capitanes. La segunda concluye con un recrudecimiento de los males, mayores que al principio: secularizaciones, apostasía social masiva, catolicidad sin pensamiento católico, mundanización… Después del segundo concilio, vendrán los acontecimientos más duros…

 No queda sólo ahí la cosa: hasta el tiempo (olas y viento) le resulta adverso a la Iglesia. ¿Acaso no es evidencia de esta modernidad social -crítica  y descreída con la Iglesia- en la que sus enemigos trabajan con facilidad sus campañas de odio y desprestigio, mientras que ésta debe bregar contra una opinión pública adversa, o la más de las veces ofensiva y cristianofóbica?

Lo desconcertante es un punto narrativo concreto: esas fuerzas enemigas que tratan de desestabilizar al Papa -con fuego y libros (con críticas incendiarias, calumniosas, hirientes, sembradoras de discordia y división- cuando perciben que no lo han logrado, que la barca de Pedro se mantiene firme, sin resquebrajarse, a pesar de todo y aunque haya habido bajas…; saltan al abordaje luchando cuerpo a cuerpo. ¿Qué significa esto? La primera lectura es evidente: Fallado el intento de desprestigio intelectual, social, moral, y total apostasía, con la consiguiente deserción y ruptura, se provocará a su derrota «militar», se irá descaradamente contra la Iglesia usando la fuerza.

 

Los tres papas de que habla, bien pudieran ser: el primero de ellos, el Benedicto XVI, al que «lograron hacer desaparecer», por agotamiento. De lo cual la gente del NOM y progres se alegrando grandemente. En su papado se desataron las persecuciones mediáticas, del odio de las ideologías anticristianas –esa dictadura del relativismo-, escándalos sexuales de la pederastia del clero, con denuncias ante los tribunales…  Este papa fu el que percibiera claramente la figura de las dos columnas, siguiendo la devoción mariana de su antecesor y promoviendo la adoración eucarística perpetua. El segundo sería el actual, papa Francisco, que con firmeza, pese a los intentos de desestabilizar -internamente- la barca de Pedro, la mantiene a flote; pero caerá herido y muerto. Entonces, ante el absoluto desconcierto, se hará urgente remplazarle pronto; y cuando la situación esté en su máximo peligro y todo parezca perdido, una extraordinaria elección del futuro Papa revertirá la situación: ese tercer Papa, que mantendrá amarrada la barca a las dos columnas…, y llegará el momento de su victoria: el viento misterioso de Dios traerá la paz y el triunfo de la Iglesia.

 

De modo que solo existen dos medios para salvarse… Como será de grave tal realidad que las “columnas salvadoras” (la Virgen y la Eucaristía) son llamadas Auxilio de los cristianos y Salvación de los creyentes.

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