¿Por qué hay tanto fracaso matrimonial?

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Según el último elaborado por el Wheatley Institute at Brigham Young University, las personas casadas que solo han mantenido relaciones sexuales con su cónyuge tienen casi un 45% de probabilidades de declarar un nivel muy alto de estabilidad matrimonial, y también que tener sexo de novios perjudica al matrimonio. 

De lo que se desprenden dos conclusiones -de las que desgraciadamente nadie tiene en cuenta- reales e importantes: que la promiscuidad en la adolescencia, como hoy tanto se da, e igualmente en la juventud, produce en efecto de insensibilización emocional ante la vulgarización de lo que de relevante tiene la entrega corporal a otra persona; ese hartazgo repetitivo sin que signifique nada, acaba en un insustancial experiencia vital, una ausencia de sentimientos, de afectos, de vinculación y compromiso; no hay unión intima de las personas, sino una satisfacción de deseos y placeres pasajeros, y nada más. Y claro, esto es mortífero, la personalidad sexual en la relación con otra persona queda totalmente afectada, empobrecida y marcada por el egoísmo; con esto el compromiso matrimonial queda debilitado y expuesto a la eventualidad de la situaciones difíciles , de prueba, en que todo pareja se verá en su caminar.  

Siendo esto así, y como se demuestra en el hecho de tantísimo matrimonios como se rompen con la consiguiente dolorosa consecuencias para las dos partes y para la prole, no se entiende que este gravísimo asunto no sea tenido en cuenta en la formación de los adolescentes y jóvenes. A no ser claro, que se pretenda que todo sea así: que las familias salten por los aires y que las personas no valoren la sexualidad y no respeten al otro/a, y que se viva engolfado en el placer por el placer, sin más meta ni aliciente.

Desde el punto de vita de la doctrina de fe cristiana esta visión de las relaciones sexuales entre personas es pecaminosa. Pero al mundo actual, mundanizado, no le parece importarle lo más mínimo todo esto; no hace crítica y pretenden corrección, sino que parece aplaudir tan semejante desvarío.   

Anticipar los hechos, no respetar sus tiempos de crecimiento y desarrollo, como ocurre en todo, en los ritmos de la naturaleza, lo único que acarrea es que no se deje madurar como es debido -o como Dios quiere- los frutos que en su momento se han de recoger.

Hay que respetar, cueste lo que cueste, autocontrolando los deseos ansiosos y precipitados, los tiempos de maduración de las relaciones humana, los pasos y etapas del proceso de conocimiento, descubrimiento de intimidades personales, espirituales, emocionales, etc., de revelación del propio yo, y que la otra haga lo mismo, y surja el amor. Llegar esa unión amorosa requiere de tiempo, de un proceso, de respetar sus pasos. Quien no los respeta y se los salta es como quien no construye una casa en cimiento sólidos; cuando vengan las primeras tormentas, que no han de dejar de hacerlo -porque la vida es así- esa relación frágil de amor se vendrá abajo.  

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Un estudio con datos concluyentes sobre el divorcio: «Tener sexo de novios perjudica al matrimonio»

Lo dijo el Institute for Family Studies (IFS) en 2021 y se vuelve a confirmar ahora: «Las personas sin experiencia sexual que solo han mantenido relaciones con su cónyuge tienen tres veces más probabilidades de tener un matrimonio estable que personas con experiencia sexual».

Lo cierto es que suele haber una relación entre las parejas que deciden no mantener relaciones prematrimoniales y las que han recibido una educación religiosa, especialmente católica. Por eso tampoco sorprende que se esté demostrando empíricamente que «criarse en un ambiente de fe fomenta la estabilidad de las parejas, ya que las distancia de la convivencia premarital, que es muy inestable, y las empuja hacia el matrimonio directo».

El último de los estudios elaborados al respecto es el de The Wheatley Institute at Brigham Young University (EE.UU.), que ha entrevistado a una muestra de 3.750 personas en torno a la influencia de las relaciones prematrimoniales en sus matrimonios.

La investigación se produce en un contexto en el que la opinión acerca de convivir antes del matrimonio -o directamente no casarse- se generaliza frente a la de renunciar a ello antes del sacramento. 

El dato frente al mito

El estudio enfrenta conocidos clichés como el de «es mejor conocerse antes de casarse» o el de «vivir la vida» antes de que llegue «lo serio», pero parece ser que estos argumentos no le aguantan un pulso a las cifras.

Según el Wheatley Institute, los hombres y mujeres casados que solo han mantenido relaciones sexuales con su cónyuge tienen casi un 45% de probabilidades de declarar un nivel muy alto de estabilidad en su matrimonio en comparación con quienes han tenido entre 5 y 9 parejas sexuales a lo largo de su vida. Si estas ascienden a 10 o más, el porcentaje se reduce al 14%.

El informe concluye también que entre el 10% y el 20% de los adultos casados declaran que sólo han mantenido relaciones sexuales con su cónyuge. Estas personas tenían, además, el doble de probabilidades de declararse muy satisfechas con su matrimonio y casi el triple de probabilidades de afirmar que no se planteaban poner fin a su matrimonio.

«Nuestro estudio confirma lo que otros han venido constatando en los últimos años y es que las personas sexualmente inexpertas tienen entre dos y tres veces más probabilidades de contraer un matrimonio estable«, afirma el doctor Brian J. Willoughby, miembro del Wheatley Institute y coautor del informe.

«Parece que la exclusividad sexual entre los cónyuges -continua-proporciona una base infravalorada para la intimidad del matrimonio y ayuda a crear una relación mutuamente satisfactoria basada en la intimidad emocional y la comunicación sana».

Para Jason S. Carroll, director asociado del Wheatley Institute y coautor del informe, «aunque este estudio proporciona algunas advertencias crudas sobre los mitos en nuestra cultura moderna de citas, también da esperanzas a quienes se arrepienten de sus decisiones sexuales anteriores y quieren cambiar el curso de sus futuros resultados matrimoniales».

 J.M.C.

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