Pensamientos de Fe (113)

  

  1. En estado de gracia se percibe más claramente  la voluntad de Dios, lo que le agrada, y cumplirlo, que es la demostración de nuestro amor hacia Él. «Si alguno me ama, guardará mi Palabra” (Jn 14,23).     
  2. Para cumplir la voluntad de Dios -que es lo que más importa-, y seguirla, hay que rezar.
  3. La traición de la verdad, a la sed de verdad, es el cambiar la verdad con mayúsculas por las verdades minúsculas. Las verdades fundamentales son ahogadas por la poro el interés (pre-ocupación) de las verdades relativas, pasajeras, fluidas. Por eso cuando Jesús habló a Pilatos sobre la verdad, este no entendió nada: ¿qué es la verdad?, dijo; le ocurrió lo que hoy es tan común: que no hay verdad seria.
  4. Cuando veo un pobre se me ocurre penar: la oración de esa persona seguro que tiene el doble de importancia ante Dios que la mía.
  5. Dios se sirve de mediaciones humanas para actuar en la historia; así como utilizó tres panes y cinco peces para realizar el milagro de la duplicación que saciaría a cinco mil personas…
  6. Para religiosamente empezar a creer o para creer verdaderamente hay que comenzar por asumir fielmente esto: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres» (Hch 4,19 y 5,29).
  7. Dios quiere que demos frutos, no triunfos, y que le seamos fieles, a tener éxitos.
  8. Si falta la dimensión divina, el ser humano se deshumaniza; Dios lo ha creado a su semejanza; es decir, tiene algo de sobrenaturaleza distante a la animal. Cualquier alejamiento del original creado, se una enajenación de lo que el propio humano es.
  9. La insatisfacción interior puede significar que Dios te llame a algo distinto; paciencia y búsqueda atentas.
  10. Al verdadero amor, el duradero, hay que cuidarlo desde el mismo principio y tener paciencia: mantener la castidad hasta el matrimonio es fundamental. Hay que darlo tiempo, dejarlo que crezca, alimentarlo y protegerlo pacientemente, sin avasallarlo, sin precipitarse; el amor de pareja es como el buen vino, hay que dejarlo reposar para que coja poso. Quien se deja llevar por el deseo, que nos puede traicionar al ser susceptible de volverse posesivo, se estropea y echa a perder el amor verdadero.